La medida de Aguirre certifica que hemos fracasado

Que duda cabe que desde el punto de vista político la decisión de la Comunidad de Madrid de convertir a los profesores en autoridad pública ha sido un directo a la frágil mandíbula de Gabilondo. La prueba ha sido su incapacidad para reaccionar. En un asunto ‘metafísico’ como es el de la auctoritas y la potestas, Gabilondo se podía haber adornado a gusto y ni mu. Él sabe que éste hubiera sido uno de los puntos estrella del ansiado pacto educativo y la Aguirre se lo ha levantado. Y nada menos ahora que la izquierda moderada quiere atribuirse la autoridad, el orden, la disciplina, la urbanidad… como valores tradicionales de la izquierda.

Eso en cuanto a las banderías políticas. Para los que creemos en la Educación, la medida de Aguirre certifica que hemos fracaso como educadores. Como no podemos con ellos como padres y maestros, vamos a intentarlo como jueces y policías. Y no es que esté en contra, por Dios, es que me da pena que tengamos que llegar a esto. Llámenme romántico, pero algunos pensábamos que educar con autoridad y con respeto era otra cosa. Dos cosas, al menos, me tranquilizan. Primero, que más allá de la norma –que espero sirva para poco– la medida sí está sirviendo como llamada de atención a la conciencia de padres y educadores. Segundo, que en la Comunidad de Madrid saben que ésta no es la solución. Pero, ¿qué otra cosa puede hacer el Legislativo?