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La lista de la compra, una buena manera de aprender a administrarse

Un aula es mucho más que un espacio; es un lugar mágico que favorece el aprendizaje y el desarrollo.

Martes, 25 de enero de 2011
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En la clase de Infantil de 5 años del Colegio “El Palmarillo” de Dos Hermanas (Sevilla) los pequeños tienen un papel activo en la configuración de la clase; sus gustos, sus intereses y sus opiniones son fundamentales.

La configuración del espacio puede dar vida a numerosas propuestas; en este caso, a la creación de un nuevo rincón. Les comenté mi idea y les pareció emocionante, así que estuvimos pensando a qué podríamos jugar en él hasta que, sin darnos cuenta, nos vimos hablando de comprar, vender, las tiendas, el supermercado…

Una caja con sorpresas
Por suerte teníamos una caja con materiales de otros años, que habíamos guardado por si podían resultar útiles. La abrimos y descubrimos alimentos de diferentes tipos, una balanza, un teléfono, carritos de la compra y cestas. Desde este momento surgieron muchas preguntas: qué tipo de material era, para qué podían servirnos, qué otras cosas podemos encontrar en un supermercado, cómo las buscamos y qué personas trabajan allí. Y las ideas comenzaron a salir a la luz: que si en los supermercados se venden alimentos, electrodomésticos y, a veces, ropa y otras cosas para el cuarto de baño; que si un guarda vigila para que la gente no robe –¿sólo para eso? les digo– o ayuda si lo necesitan; que los clientes hacen una lista para no olvidar lo que tienen que comprar, llevan dinero, cogen un carrito…

También surgió el tema de los códigos de barras –que, según ellos, “sirven para hacer pi” y que el dependiente sepa cuánto cuesta el producto–.  Estas ideas previas hacen que la experiencia se desarrolle en un sentido y no en otro: el de lo que les interesa, inquieta o les plantea interrogantes.

A continuación recopilamos otros materiales que pudieran enriquecer el rincón. Conseguimos reunir muchos recursos: nuevos alimentos, una calculadora, tickets de compra, catálogos y folletos, bandejas… Los colocamos junto a los demás materiales que teníamos en la clase e hicimos una asamblea para reflexionar sobre sus posibles usos y su localización en el supermercado. Llegamos a la conclusión de que los carritos eran para compras grandes, las cestas para las más pequeñas y ambos debían estar cerca de la entrada; que los alimentos eran de diferentes tipos y habría que ordenarlos; que la balanza servía para pesar fruta y verdura; que la calculadora era para el dependiente; que los clientes debían hacer una lista de la compra, o que podríamos utilizar los teléfonos para los pedidos y repartos a domicilio.

También decidimos por votación que nuestro comercio se llamaría El Supermercado.  Analizamos su nombre y algunos colorearon las letras de lo que sería el cartel.

Desde este momento nos pusimos manos a la obra y comenzamos por clasificar los materiales con los que contábamos. En un primer momento distinguimos aquellos que formaban parte del mobiliario –estantes, bandejas, cajones y mesa– de los necesarios para el funcionamiento del comercio –calculadora, dinero, pesa, teléfono, libretas, tickets, carritos y cestas– y de los productos en venta, que clasificamos en frutas, verduras y otra comida, dando lugar a las secciones.

Con los envases que nos proporcionaron las familias hicimos un taller de reutilización de recursos. Montamos algunos estantes y colocamos los muebles de forma que el rincón quedara diferenciado, teniendo en cuenta las características reales. Añadimos una parte de atención a los pedidos por teléfono a un lado y otra de realización de pedidos al otro, de forma que cliente y dependiente pudieran comunicarse. Vimos que faltaba una parte importante: los precios. Acudimos a catálogos para ver cuáles podían resultar adecuados para cada producto.

Valoración
El supermercado nos permite aprender jugando de forma contextualizada y funcional: clasificando y organizando productos, practicando el lenguaje oral a partir de situaciones de compra-venta y  usando la moneda y textos como la lista de la compra.

Y todo ello sin olvidar los valores que de forma natural se integran en esta temática: la Educación para la vida en sociedad, en igualdad, en consumo, ambiental… Ahora estamos más preparados para la convivencia, la cortesía, la comunicación y las compras.

La oferta y la demanda

– Con la creación de carteles nos aproximamos a la ley de la oferta y la demanda del mercado actual, aprendiendo que en ocasiones hay gran cantidad de un producto, lo que lleva a hacer ofertas para que los clientes lo compren. Así entendimos que podríamos hacer ofertas de aquello que tuviéramos más cantidad: naranjas y limones. Ellos mismos confeccionaron carteles con un formato común.

 

    • Para que se llenara de clientes, analizamos las publicidades de los supermercados y llegamos a la conclusión de que era necesario lanzar un mensaje que invitara a comprar. Hicieron diferentes propuestas como “comida muy buena y barata” o “productos de calidad”.
    • Por fin llegó el día de la inuguración. Los primeros juegos fueron claves para establecer normas. Jugando pudimos comprobar que era necesario limitar el aforo, distribuir los roles, ordenar y reponer los productos… Así elaboramos una lista de normas, que propusimos y aprobamos por consenso.
    • Desde ese momento el juego fue más enriquecedor: los dependientes pasaban los códigos de barras por el sensor, utilizaban la calculadora o elaboraban el ticket mientras los repartidores atendían los pedidos y los clientes hacían su lista, todo con dinero simbólico.

 

 

María Rodríguez García
CEIP “El Palmarillo” de Dos Hermanas (Sevilla)

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