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“Las redes sociales eliminan la barrera de la mirada del otro”

El Defensor del Menor, Arturo Canalda, considera que en este nuevo contexto tecnológico, sin barreras interpersonales, es más fácil que se produzcan casos de acoso en la escuela.

Laura del PozoMartes, 1 de febrero de 2011
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Arturo Canalda. (Foto: Jorge Zorrilla)

La tecnología se ha instalado en nuestra vida con una fuerza y una rapidez inusitada; además, la aparición de las redes sociales ha consolidado el uso de internet como medio de comunicación, cambiando los modos y formas de relacionarnos.

Los más jóvenes, usuarios habituales de este ciberespacio, son, por su inexperiencia y atrevimiento, susceptibles de abusos y engaños si su entorno adulto más próximo no está atento. En esta nueva dimensión se sitúa la figura del Defensor del Menor, que desde hace varios años trabaja para prevenir posibles injerencias en los derechos del niño.

¿Qué motivos impulsan al Defensor del Menor ha embarcarse en esta tarea?
Las redes sociales en particular, e internet en general, suponen un reto muy grande para padres y educadores, pero también para los menores, ya que este desafío requiere de un conocimiento más o menos importante del nuevo entorno en el que se desenvuelven. Para poder aconsejar convenientemente a los chicos y alertarles de dónde están los peligros es necesario aprender, saber; ésta es una faceta que noso-tros desde la institución estamos potenciando mucho. Estamos tratando de concienciar a padres y educadores de que las redes sociales, internet, la telefonía móvil, son recursos muy positivos, pero que conllevan unos peligros que debemos conocer, por lo que hay implicarse un poco más y eso pasa por hablar con los chicos, conocer qué son las redes sociales, los perfiles, etc., herramientas que no están habituados a manejar.

¿Existe una falta de conciencia de las familias y la escuela en relación a estos peligros?
Una falta de conciencia derivada de la falta de conocimientos, porque todo el mundo sabe que si dejas a un niño en un parque a las doce de la noche va a estar expuesto a peligros, pero por el contrario creen que si un menor está sólo en su habitación con un ordenador e internet, por el hecho de estar al calor del hogar está exento de todo mal. Lo que ocurre es que son riesgos diferentes: los chicos suben mucha información a la red, hablan de su vida personal e, incluso, hay un porcentaje importante que ha quedado con desconocidos. Pues bien, son problemas que las familias deben ponderar y asumir.

¿Cómo debe actuar un padre preocupado para prevenir sin vulnerar la intimidad de su hijo?
Las redes sociales son una nueva realidad, el ámbito donde los chicos se relacionan hoy en día; más que en el ámbito personal. Los jóvenes emplean estas herramientas para quedar con los amigos por las tardes y los fines de semana, son un foro de comunicación entre ellos y lo que antes nosotros resolvíamos en el patio de la escuela o en la calle después de clase, ellos lo resuelven delante de la pantalla del ordenador. Eso, que está muy bien, supone que las barreras de la relación humana no existen y, en ese contexto, florecen los casos de ciberacoso en los que los chavales no son conscientes de las terribles consecuencias que tiene. Las familias deben conocer este nuevo entorno.

¿Pero como dónde está el límite?
Son los padres los que deben establecerlo.

El informe Menores y redes sociales pone de manifiesto que los usuarios habituales son más conscientes de los peligros, pero que asumen los riesgos.

Es que una cosa es ponerse en riesgo y otra asumirlo. Cuando uno es consciente del uso que se hace de las redes sociales y de sus peligros, está aceptando que puede sufrir algún tipo de acoso o intromisión en su intimidad, pero es muy diferente a que participen en este tipo de actitudes peligrosas. Lo que tenemos que hacer los padres y educadores es decirles que no hagan en el mundo virtual aquello que no hacen en el mundo real; tú no vas contando tu vida al primer desconocido que te saluda.

¿Se complica la labor de los padres en este contexto?

Indudablemente, porque a veces en las redes sociales se fomentan conductas negativas. Por ejemplo, si has tenido una bronca y lo comentas en las redes sociales, lo que vas a lograr son 5.000 mensajes de apoyo. Y eso no ocurre en el mundo real, por lo tanto se está reforzando un mensaje en contraposición al que quieren trasmitir los padres o la escuela, más educativo. Todo esto no lo estamos valorando

En este ámbito la escuela adquiere peso, sin embargo la relación con las familias es complicada, ¿cómo debe ser esta colaboración?

Es que es muy difícil, porque no acaban de encajar. Estamos ante unos padres que cada vez pasan más tiempo fuera de casa y que han encontrado en las nuevas tecnologías unas niñeras maravillosas, que les permiten tener al niño controlado. Es una cuestión que desde el Defensor del Menor trabajamos mucho, hay que intentar conciliar mejor la vida familiar y laboral dedicando más tiempo a los chicos. Conciliar más, relacionarnos más con la escuela, hablar más con los profesores. Tener claro que este anonimato en el que estamos incursos no nos lleva a ninguna parte, al final ni conocemos a los profesores, ni a nuestros hijos, ni nuestra propia realidad familiar.

¿La relación familia- escuela ha cambiado?
Así es. Hasta el punto de que ha habido que aprobar una Ley de Autoridad del Profesor para que los alumnos sepan dónde está el referente o cuál es su papel.

Respecto a la Ley de Autoridad, algunas asociaciones de padres advirtieron de que la norma podría vulnerar los derechos de los alumnos.
Radicalmente no. Noso-tros la hemos analizado y la ley no vulnera en absoluto ningún derecho de los menores, lo que hace es darle más autoridad al profesor beneficiando incluso al propio alumno. Lo que sí que hemos criticado es esa situación que se puede producir cuando se expulsa a un menor y éste deber irse a su casa. Hemos sido un poco críticos, planteando una solución abierta, permitiendo que el propio centro pueda habilitar un aula donde estar. Hay cuestiones que hay que pulir, pero no debemos perder la cabeza. El colegio es un lugar donde los chavales van a trabajar a recibir una Educación, y hay unas normas de convivencia que deben cumplir.

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