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El otro lado de las Necesidades Educativas Especiales

Al oír hablar de alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE) lo primero que se nos viene a la cabeza es un estudiante con una deficiencia de tipo visual, motórica o intelectual.
Martes, 22 de marzo de 2011
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Pero en el colegio concertado bilingüe “Vallmont” de Villanueva del Pardillo (Madrid), nos preguntamos ¿qué sucede si en lugar de hablar de déficit hablamos de exceso? ¿No estaríamos ante el mismo caso de alumnos que necesitan diferentes ritmos de aprendizaje y un apoyo específico?
Cuando la Ley Orgánica de Educación habla de pupilos con NEE se refiere a aquellos “que requieran una atención educativa diferente a la ordinaria por presentar dificultades específicas de aprendizaje, por sus altas capacidades intelectuales, por haberse incorporado tarde al sistema educativo o por condiciones personales”. Siempre se ha creído que un alumno con altas capacidades es sinónimo de un elevado cociente intelectual en consonancia con un gran rendimiento escolar y una motivación por las tareas que no les hace susceptibles de una atención educativa específica. Suelen ser buenos lectores, curiosos, interesados en temas trascendentes, exigentes, tenaces y persistentes en el trabajo. Pero estas características pueden derivar en comportamientos inapropiados, producir aislamiento o soledad y, en ocasiones, pueden presentar dificultades de aprendizaje. Por eso estos jóvenes presentan unas Necesidades Educativas Especiales que deben ser atendidas desde el centro.

La atención a la diversidad incluye no sólo a alumnos con discapacidades sino también a aquellos que presentan altas capacidades intelectuales. Así nace en el presente curso el proyecto Aula AC, para hacer que los estudiantes desarrollen nuevas estrategias de elaboración mental transferibles a las áreas clásicas curriculares. Concretamente, este proyecto piloto se dirige a siete alumnos de 4º de Educación Primaria que fueron diagnosticados el pasado curso por el Equipo de Orientación Educativa y Psicopedagógica de Pozuelo de Alarcón y derivados al Programa de Enriquecimiento Educativo de la Comunidad de Madrid. Para llevarlo a cabo, hemos diferenciado dos líneas de actuación: por un lado, profundizar en los contenidos propios del aula con matices más complejos sin adelantar el ritmo de clase y, por otro, crear medidas específicas para desarrollar en el Aula AC una vez por semana, trabajando contenidos no curriculares. Las sesiones son de 50 minutos y se dividen en dos partes. Primero es el calentamiento de la mente en la que se enseña a pensar para resolver problemas a través del programa APDI 4 Aprendo a pensar desarrollando mi inteligencia, de la editorial ICCE. Después, entrenamos el intelecto mediante una metodología por rincones: el de los
desafíos basado, en actividades de desarrollo matemático; el de los enigmas, para fomentar su razonamiento lógico, y el de los juegos de ingenio.

Para potenciar el desarrollo de su creatividad dedicamos a este aspecto dos sesiones al mes: en una de ellas se pone en marcha el proyecto de una revista digital en la que los alumnos deciden el sumario, la temática de la misma y se reparten las tareas; en la otra se fabrican sus propios juegos de ingenio, escogiendo el material y redactando las instrucciones de cada uno.

La mayoría de las actividades del Aula AC que proponemos se realizan en pequeños grupos, con el objetivo principal de fomentar las relaciones personales, evitando la competitividad, y enseñar al alumno a identificar, reconocer y aceptar sus cualidades y limitaciones como el camino para de-
sarrollar su autoestima.

Raquel Jurado Redondo
Colegio “Vallmont” de Villanueva del Pardillo (Madrid)

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