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Los niños viajan al Sistema Solar sin la necesidad de salir de sus colegios

Nos levantamos temprano porque tenemos que estar en el cole antes de que abran para poder preparar todo bien.

Martes, 8 de mayo de 2012
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Nuestro amigo, el conserje, nos abre la puerta y empezamos a descargar el planetario, que está desinflado y guardado en una gran bolsa de lona. Cuando llegamos al aula de psicomotricidad, desplegamos la lona y la inflamos en unos minutos. ¡Ya podemos entrar a colocar los aparatos!
Después de un rato más de montaje, hacemos las pruebas y vemos que dentro de la cúpula el cielo de la noche está precioso y los planetas se ven muy bien. La nave tiene los motores a punto.

Llega el primer grupo, los niños de 3 años, que hoy los han puesto los primeros. Después vendrán los de 4 y, por último, los de 5. Al día siguiente les tocará a los niños de Primaria, que tienen también programas de planetario especiales, adaptados para ellos.

El primer descubrimiento: el planetario. Los más pequeños vienen todos de la mano, por el pasillo y, aunque ya los han preparado para la aventura espacial, no tienen ni idea de la gran sorpresa que se van a llevar. Nosotros, los monitores, nos presentamos para empezar a ganarnos su confianza. Los niños nos miran, aún con un poquito de sueño. Les decimos que hay un regalo en el colegio: un globo gigante que llega hasta el techo. Algunos no se lo creen, pero todos se ríen mucho sólo con pensarlo.

Así, despacito, los vamos pasando al aula. El asombro se puede leer en sus caras. “¡Es una tortuga gigante! ¡Es un globo! ¡Es un planeta!”, dicen emocionados. Por fin les explicamos que es un planetario y les preguntamos si alguien sabe lo que es. Un niño responde medio gritando: “Es para viajar a los planetas”. Sí, es verdad, el planetario es la casa de las estrellas. Dentro hay también unos animalitos buenos, las constelaciones, y se pueden ver todas, les contesto. Pero, sabéis qué, continúo. Pues que al final, después de ver las estrellas, vamos a poder hacer todos un viaje a los planetas. Con esto, hasta el más desconfiado está deseando entrar a aprender divirtiéndose.

En ese momento el aula se convierte en una fiesta. Todos los niños quieren entrar al planetario. Los ponemos en fila de uno y les explicamos cómo se hace para entrar. Según van pasando, los vamos sentando en el suelo, para que todos vean bien la proyección. Así, comenzamos la sesión. ¿A quién le gustan las adivinanzas?, les pregunto. “¡A mí, a mí!”, se ponen todos a gritar. Bien, pues empezamos, son todo cosas que se ven en el cielo. Y así, una tras otra, los niños van descubriendo los pájaros, las nubes, los globos y, por fin, el señor Sol, con el que entablan una pequeña conversación. Los animamos a presentarse y a que le den los buenos días al señor Sol. “Hola, soy el Sol”, responde el astro rey con voz seria. Les hacemos participar con preguntas y, por último, les mostramos que el Sol es una estrella, la más cercana, y que por eso se ve más grande que las otras.

Las estrellas
Llega el momento de la verdad. Los niños están emocionados, están preparados para ver las estrellas. Poco a poco, el Sol se va escondiendo, se hace de noche y ¡aparecen las estrellas! Es uno de los momentos más hermosos de la actividad. Los niños no se lo creen. “¡Es de noche! ¡Cuántas estrellas!” , exclaman. Todos miran hacia arriba. Se lo están pasando fenomenal. Comenzamos a hacer dibujos en el cielo. Hay muchas constelaciones, como una liebre, una cabrita, un león, un unicornio, un cangrejo… pero los niños quieren ver a sus favoritas: la Osa Mayor y también a la Osa Menor. De esta forma, descubren que la punta de la cola de la Osa Menor tiene una estrella muy famosa, que se llama Polar. Los escolares aprenden dónde se encuentra: “Al final de la cola”. Es el momento de que los niños aprendan que la Tierra da vueltas –o de que lo vean, porque es fácil que todos los sepan ya–. El planetario empieza a girar y las estrellas se mueven. Los niños perciben perfectamente lo que los mayores llamamos rotación. Pero, un momento, mirad la cola de la Osa Menor. No se mueve, les explicamos, señalando a la Estrella Polar. “Es verdad”, contestan los niños. Es la Estrella del Norte, les digo. Creo que han hecho un gran descubrimiento. Nunca dejo de sorprenderme de la cantidad de cosas que los niños, que nos parecen tan pequeños, pueden aprender.

El viaje a los planetas
Ahora vamos a hacer como si nos pusiéramos un traje de astronauta. Los pantalones, la chaqueta, la mochila, las botas, los guantes y el oxígeno. Los niños siguen mis movimientos. Nos sentamos y nos ponemos el cinturón. Comienza la cuenta atrás, cinco, cuatro, tres, dos, uno ¡despegamos! La proyección del planetario, en ese momento, recrea un auténtico despegue. Los niños están más asombrados que nunca en toda la actividad. ¡Están saliendo al espacio! Es la Tierra, nuestro planeta, chicos. Hemos salido al espacio y… ¡comienza el viaje a los planetas! Desde este momento, combinando las imágenes de la proyección, que hace que parezca que estamos en el espacio, con caricaturas divertidísimas de los planetas, los niños aprenden que todos dan vueltas al Sol, que Mercurio es el que está más cerca, que en Venus hace mucho calor, que la Tierra es nuestro planeta y que hay que cuidarlo. Marte es el planeta rojo, no porque haga calor, porque en realidad en Marte hace mucho frío. Júpiter es gigante y Saturno está rodeado de anillos. Urano es el planeta dormilón y Neptuno, el último, también es azul, parecido a la Tierra. ¿Y Plutón? Los niños están intrigados porque Plutón es hoy el más famoso de todos. Claro, como ha salido tanto en las noticias. Plutón está en un equipo nuevo, el de los planetas enanos, les explicamos. Pero está muy contento porque tiene muchos amigos. Y así les presentamos los otros planetas enanos. Conocen después los cometas y otras piedras gigantes que van por el espacio, “los meteoritos”, afirman con seguridad. Los asteoroides, les corrijo. Si los niños son más mayores les hablamos de los meteoritos, de las galaxias y de los agujeros negros. Pero eso lo dejamos para Primaria.

Así termina nuestro viaje. ¿Quereis volver a la Tierra? “Sí”, contestan. Muy bien, ponemos rumbo a nuestro planeta, tres… dos… uno… ¡allá vamos!. El planetario poco a poco regresa a casa. Los niños aplauden emocionados gritando “¡ha sido genial, otra vez!”. Después de la sesión nos sentimos reconfortados. Es una suerte poder ofrecer una actividad como esta a un público tan entregado.

Los más pequeños aprenden la sucesión de las estaciones del año
Otro de los objetivos, en los que se centra la actividad del planetario en los colegios, es que los niños conozcan los movimientos rotatorios de la Tierra para comprender de manera lógica la sucesión de las estaciones del año. Para conseguirlo ponemos en marcha un sistema en el planetario por el que poco a poco se hace de día. Es el momento de que los niños aprendan las estaciones. Combinando la proyección con unas imágenes, que hemos diseñado a propósito para ellos, los niños siguen la explicación, encantados. En invierno hace frío y el Sol está muy bajito, en primavera poco a poco empieza a hacer calor, salen las flores y la posición del Sol respecto a la Tierra va subiendo. En verano hace mucho calor, eso es porque el Sol se encuentra en su punto más alto. Es la mejor estación para irnos de vacaciones. Después llega el otoño, se caen las hojas de los árboles y el Sol ya no está tan arriba.

A esta realidad astronómica, educa-ciencia.es añade una oferta de talleres y experimentos de ciencias para niños y colegios, así como de arquitectura. Estas y otras muchas enseñanzas transmiten a los pequeños. La empresa parte de la premisa de que la ciencia es fácil de entender, siempre que se explique adecuadamente por personas que tengan la formación necesaria. La clave está en adaptar correctamente los contenidos y en usar los medios apropiados.

Jorge A. Vázquez Parra
www.educa-ciencia.es

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