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Para que El Árbol de la Amistad esté completo la única que falta eres tú

En un momento como en el que nos encontramos en los colegios, donde la búsqueda de fórmulas exitosas que nos permitan conseguir una buena convivencia escolar nos preocupa mucho a los maestros, es importante que, como educadores, nos involucremos en la búsqueda de estrategias que hagan reflexionar a los niños y niñas y que les ayuden de forma amena y positiva a tomar parte en la creación de un clima de convivencia.
Martes, 12 de febrero de 2013
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Por tanto, yo también busqué mi estrategia: El Árbol de la Amistad, la cual me dio muy buenos resultados.

Era mi primer año como maestra y estaba muy ilusionada. La clase que me había tocado tenía niños muy diferentes, pero era muy especial y nunca la olvidaré.

A nivel de centro se insistía en la importancia de trabajar la convivencia y pensé, ¿qué mejor manera de conseguirla que creando un clima de amistad? Hice ver a los niños que éramos una piña, un grupo, incluyéndome a mí, y que siempre nos tendríamos que apoyar y confiar los unos en los otros. Les gustó mucho la idea y les propuse plasmar el nacimiento y crecimiento de esta amistad en la figura de un árbol. Para ello dibujé en papel continuo un árbol con sus ramas desnudas y lo pinté de marrón. Como el árbol nos simbolizaba a todos, todos debíamos participar en su creación, así que mandé a los alumnos que buscasen o se inventasen frases relacionadas con la amistad. Al día siguiente cada uno vino con folios enteros llenos de frases como, por ejemplo, un amigo es un tesoro o la amistad es saber perdonar. Me emocionó ver cómo se habían involucrado en el proyecto y cómo estaban sacando lo mejor de ellos mismos. Las frases que más nos gustaron las escribimos en el tronco del árbol. ¡Ahora sólo nos quedaba vestirlo! Así que en la clase de Plástica cada niño dibujó una flor grande y la coloreó. También les mandé traer una foto de carnet, así que pegué la foto de cada niño en su flor, puse debajo su nombre y colocamos todas las flores en las ramas. ¡Por fin habíamos llenado nuestro árbol! Quedó precioso. Entonces dije que ya teníamos el árbol terminado, pero los niños me dijeron que no, que faltaba algo. Sorprendida, pregunté qué era y fue en este momento cuando mis alumnos me dieron una gran lección: me dijeron que como éramos un grupo, faltaba yo en el árbol. Así pues, yo también hice mi flor.

Este árbol no crea amigos de forma mágica, pero sí que puedo asegurar que fue un gran símbolo que representó a mi clase.

Nekane Sobejano
CEIP “Vera Cruz” de Quintanar de la Sierra (Burgos)

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