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Primavera Valenciana: ¿Flor de un día?

Las protestas estudiantiles que en febrero de 2012 desafiaron en Valencia a las fuerzas de seguridad y a las instituciones políticas en defensa de la Educación pública se enfrentan al dilema de ampliar sus objetivos para consolidarse como movimiento social o morir en su primer aniversario.
MagisnetMiércoles, 13 de febrero de 2013
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Los líderes de la que se ha bautizado como "Primavera valenciana" llamarán el próximo viernes 15, cuando se cumple un año de la primera detención a un estudiante en estas protestas, a mantener vivas y ampliar sus reivindicaciones, desvinculadas de partidos políticos, han explicado a Efe. Seis detenciones, 231 multas y 103 asuntos jalonan la historia de la "secuela valenciana" del movimiento 15-M, que adquirió su mayor dimensión el día en que la Policía Nacional detuvo a un menor por "golpear, dar zapatazos y morder" a un agente durante las protestas convocadas frente al céntrico instituto "Lluís Vives" de Valencia.

Los estudiantes de este IES habían organizado varias protestas esa semana contra los recortes educativos, hasta el día en que lograron cortar el tráfico frente a la estación del Norte de Valencia y la Policía detuvo a un menor sin que, según los jóvenes, hubiera dado motivos para ello. En los días siguientes se produjo una escalada en la revuelta, con improvisadas marchas y escaramuzas que culminaron con otras cinco detenciones, sanciones a estudiantes y denuncias de agresiones por parte los agentes, que llevaron a la petición de dimisión de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, y del entonces jefe superior de Policía, Antonio Moreno.

Las protestas se prolongaron durante algo más de un mes, hasta las bautizadas en las redes sociales como #Intifallas –concentraciones contra la corrupción política frente al Ayuntamiento durante las mascletaes de las Fallas– y han continuado por la vía judicial para defender a los sancionados, pero por contra ha desaparecido su carácter multitudinario en las calles.

Almudena Morales, portavoz de la Asamblea de Estudiantes de Secundaria y una de las organizadoras, cree que sigue siendo necesario reaccionar contra la "represión policial", aunque reconoce que "la gente está desanimada". "Las manifestaciones masivas desaparecieron de un día para otro sin que haya habido ningún cambio significativo", lamenta la ya universitaria, quien duda de que vuelva a montarse "algo tan gordo" tras la marcha convocada el próximo viernes.

Altavoz en mano, la cabeza más visible de las protestas fue Alberto Ordóñez, presidente en su día de la Federación Valenciana de Estudiantes (Faavem) y todavía hoy en "libertad vigilada" a la espera de juicio por los delitos de atentado y resistencia a la autoridad, tras haber sido absuelto de otro de apología del terrorismo, según ha indicado a Efe. Ordóñez considera que la movilización debe continuar, pero con objetivos y una duración diferente: "Se tienen que cansar ellos antes que nosotros".

Este estudiante de Ciencias Políticas augura que las protestas "resurgirán porque las reivindicaciones en materia educativa no fueron escuchadas. Tenemos que volver y tener claro el objetivo, no perecer en el día a día". Para ello, Ordóñez propone continuar las reivindicaciones pero al margen de los partidos políticos, a los que acusa de ir "completamente a su bola". "Ningún cargo ni de Esquerra Unida ni de Compromís fue apaleado como nosotros", puntualiza.

Preguntado por Efe, el profesor de Sociología Xavier Ginés, de la Universitat de València, pronostica nuevos estallidos sociales como el que considera "la secuela valenciana del 15-M", aunque sea imposible detectar cuándo, porque "el caldo de cultivo está ahí y la crisis ha aumentado su masa potencial". Ginés está convencido de que habrá otra "Primavera valenciana", pero advierte de que este tipo de movimientos sirve fundamentalmente para "destruir", puede conseguir dimisiones pero su sentido "no es hacer propuestas". La clave, dice, está en los movimientos que surgen después y que son los llamados a crear "proyectos alternativos" que están dejando de ser vistos "como una locura", como las cooperativas de consumo, los nuevos centros culturales y sociales u organizaciones políticas.

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