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"Tolerancia cero" al maltrato físico como herramienta educativa

El castigo físico sobre los niños en el ámbito familiar y escolar no debe ser admitido en ningún caso como estrategia educativa, afirman los investigadores del proyecto europeo Daphne sobre erradicación de este tipo de practicas.
MagisnetMartes, 12 de marzo de 2013
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El mensaje de los profesionales de esta iniciativa, la mayoría de ellos relacionados con el ámbito educativo y psicológico, es de "tolerancia cero" al castigo físico como estrategia educativa, en el que no caben los cachetes ni los pequeños tirones de oreja. España, a través de la Universidad de Alicante, junto a otras instituciones del Reino Unido, Alemania, Polonia, Estonia e Italia, participa en este proyecto con el objetivo de analizar qué grado de aceptación existe en la sociedad europea a este tipo de prácticas y, como respuesta a la misma, proponer "herramientas de erradicación".

A pesar de que en España está prohibido legalmente el uso del castigo físico en todos los ámbitos (familiar e institucional), "existe una aceptación social del uso del castigo físico en sus formas más moderadas", tanto en la familia como por profesionales. Es más, existe una falsa creencia de que el castigo físico puede ser utilizado como estrategia de corrección, pues "ya se conoce que no es efectiva para sus fines", recogen algunos informes de este proyecto europeo.

En declaraciones a EFE, la profesora de Comunicación y Psicología Social de la Universidad de Alicante (UA) e investigadora del proyecto en España, Ana Rosser Limiñana, ha subrayado la necesidad de que tanto padres como instituciones dispongan de herramientas adecuadas para educar y corregir a los menores. Crítica con la idea de que un cachete es la "única herramienta" que les queda a los padres para corregir determinadas actitudes de los hijos, Rosser defiende la importancia de que madres y padres aprendan técnicas educativas y de fomento del respeto alejadas de cualquier maltrato ya sea físico o psíquico.

"Si corriges a tu hijo con violencia, cuando eres la persona que más le quiere, éste entenderá la violencia" como un instrumento que puede ser utilizado para resolver los conflictos, en las relaciones afectivas o familiares, ha apuntado la profesora alicantina. A su juicio, en la corrección y el aprendizaje no caben expresiones populares como "quien bien te quiere, te hará llorar" o sobre las virtudes de "una bofetada a tiempo…". Según ha explicado, un amplio porcentaje de los padres que aplican el maltrato físico sobre sus hijos es porque ellos lo sufrieron y lo entendieron como herramienta adecuada.

El primer mensaje del informe, cuyos datos han sido analizados estos días en la Universidad de Alicante, es de "tolerancia cero" ante el castigo físico como estrategia educativa. Por ello, los investigadores quieren acordar un convenio con algún servicio o entidad de atención a familias para pilotar un programa de capacitación de padres y profesionales.

En este proyecto, la UA ha realizado un estudio sobre las prácticas de disciplina utilizadas por las familias, en las que han participado 460 adultos, de los que un 69% eran españoles, y 341 menores con edades comprendidas entre 11 y 17 años. A la espera de ser analizados más a fondo, los resultados reflejan que el castigo físico "sigue siendo una práctica bastante extendida entre las familias de nuestro entorno".

Más de la mitad consideran adecuado dar azotes, cachetes o bofetones a veces, y un 16% consideran que es adecuado hacerlo a menudo o siempre. No obstante, el informe muestra que el castigo psicológico (gritos y descalificaciones) es aún más utilizado que el físico. Según la encuesta, realizada a padres e hijos, universitarios y en centros de Primaria, Enseñanza Secundaria y Bachillerato de la provincia de Alicante, los menores encuestados estiman que en un 88 por ciento de los casos sus padres les gritan, avergüenzan o descalifican, y entre un 30 y 40% que les dan azotes, bofetones o cachetes, e incluso los zarandean.

Por otra parte, el 34,5% de los adultos afirmaron que recibieron azotes, cachetes o bofetones en su infancia por parte de sus padres ante su mal comportamiento, "existiendo correspondencia entre aquellos que recibieron este tipo de disciplina y los que ahora consideran adecuado utilizarla". De las opiniones vertidas por los universitarios se desprende que el 89,7% cree que la ley debe proteger a los menores de "una disciplina desproporcionada y agresiva", y sólo el 10,7% cree que nadie debe inmiscuirse en la forma en la que los padres educan a sus hijos.

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