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Los criterios flexibles son básicos para las clases de Educación Especial

Desde el curso 1991-92 funciona el aula de Educación Especial del “CEU Jesús-María”, de la que soy profesora-tutora.
Martes, 2 de abril de 2013
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Los calificativos pasados de “guetos marginales” que su-frían este tipo de aulas han dado paso a una concepción más profesional que reconoce la idoneidad de las mismas y acepta múltiples y no exclusivos modelos de integración y enseñanza. Su organización y funcionamiento se enmarca en cuatro elementos constitutivos que las caracterizan:

  • Ratios reducidas. Entre 5 y 14 alumnos, según las necesidades de su alumnado.
  • Cierto grado de homogeneidad en la edad y nivel de discapacidad del mismo.
  • Dotación de un educador de apoyo junto al profesor-tutor, a los que se les puede sumar otros recursos personales: fisioterapeuta, profesor de audición y lenguaje, etc.
  • Adaptación curricular significativa permanente.

A partir de ahí cada profesor-tutor diseña su actuación. Hace 22 años nos pusimos en marcha en nuestro colegio. El fin era y es dotar a nuestros alumnos de la autonomía y las competencias necesarias para su desarrollo personal y social de forma que se integren en la sociedad como sujetos valiosos. El punto de partida: niños con Necesidades Educativas Especiales que inician su escolaridad con 3 años y que, probablemente, permanezcan en el aula hasta los 18. Consecuentemente habrá que dar respuesta educativa a un sinfín de contenidos curriculares respondiendo a sus necesidades evolutivas y, necesariamente, contar con eficientes herramientas metodológicas que hagan eficaz el proceso de enseñanza-aprendizaje.

El privilegio: inventar nuestro trabajo, constatando mediante la evaluación continua la eficacia del mismo, amparados por un modelo curricular basado en el proceso, flexible en lo referente a: qué, cómo, cuándo y con qué, lo que se traduce en una secuenciación de objetivos que va desde la masticación hasta la elaboración de recetas de cocina, desde el autocontrol de conductas hasta el ejercicio de pequeños trabajos en el centro, desde los movimientos articulatorios ante el espejo hasta la interpretación de obras de teatro en un escenario. Todo sin perder de vista el aprendizaje en las técnicas instrumentales básicas: lectura, escritura, cálculo y resolución de problemas, el conocimiento del entorno, el desarrollo corporal a través de la psicomotricidad y la práctica del deporte, así como el desarrollo del lenguaje musical a través de la percusión corporal, el canto y el baile .

El lujo: no tener la presión del tiempo para alcanzar objetivos. Disponer de criterios temporales flexibles para adaptarnos al ritmo individual de cada alumno y poder intervenir en su aprendizaje de forma exhaustiva.

Lo imprescindible, la metodología: técnicas de modificación de conducta, técnicas cognitivas, método de lectoescritura fonético sintético, perspectiva sintética para la comprensión del número y las relaciones numéricas, metodología de trabajo en proyectos, escalas de desarrollo como soporte, etc. Todo ello globalizado en unidades didácticas portadoras de sentido y significado.

La controversia, la integración: la pedagogía constitucional de las aulas específicas se basa en el principio de que la calidad educativa en la Educación Especial está sujeta a unos parámetros a los que no responde el aula ordinaria. Se pretende mucho más que “salir en la foto con todos”. Se pretende poner los medios para que el alumno aprenda lo más posible y al mismo tiempo dotarle de un grupo-clase en donde reconozca a sus amigo y a sus amigos muy amigos, de los que te invitan a pasar una tarde en su casa y que en un futuro puedan ser hasta tu pareja, lo que no quita para que se tenga más amigos de otras clases que te ayudan, quieren y respetan.

El modelo de integración trabajado desde nuestro aula es plural. La integración puede ser combinada, individual en determinados periodos de tiempo en función del alumno, de su edad, del área de trabajo, o del grupo clase con otras clases en el espacio ordinario, así como el aula ordinaria que se traslada al aula específica para realizar diferentes actividades.

Los resultados: en este momento, de los 10 niños de entre los 8 y 13 años que componen el aula hay síndrome de Down, autistas y niños con trastornos neurológicos. Nueve leen y escriben; nueve tiene un lenguaje funcional; nueve dominan la serie numérica hasta el 100; ocho realizan sumas y restas, de los cuales dos hacen multiplicaciones, y seis practican deportes como el fútbol y el baloncesto jugando, incluso en liga de competición. Otros participan en talleres de teatro, cocina, animación a la lectura y juegos de mesa. ¿A qué nivel de competencias van a llegar? Imposible de determinar.

El presente de la promoción anterior, personas con síndromede Down, con edades entre los 24 y 28 años, es divergente. Dos han logrado un contrato laboral en Alcampo y Nespresso, una realiza un voluntariado de apoyo en nuestro centro, el resto, a pesar de realizar diferentes módulos de garantía social, acuden diariamente a diversos centros ocupacionales a la espera de que la sociedad les dé una oportunidad de demostrar de lo que son capaces.

Mientras tanto, nosotros seguiremos construyendo nuestra tarea docente, con nuevos retos y nuevas propuestas.

Mª Antonia Payá Zaforteza
Colegio “CEU Jesús-María” de Alicante

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