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Estudiar y descansar

Claves para superar con éxito los exámenes finales. Los expertos recuerdan que el estudio requiere motivación, planificación pero también descanso.
Virginia MadridMartes, 18 de junio de 2013
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Ya está aquí la recta final para millones de estudiantes de nuestro país. Toca demostrar en los exámenes finales el trabajo de todo el curso. Los expertos nos recuerdan que el estudio requiere motivación, planificación y descanso.
“Procuro estudiar entre media y una hora al día para repasar lo aprendido en clase. Así no me cuesta tanto afianzar los nuevos conocimientos. Y cuando tengo exámenes de evaluación, estudio de cinco a nueve de la tarde durante tres o cuatro días y me levanto a las seis de la mañana hasta las ocho para hacer un repaso general. Para preparar un examen, primero hago una lectura general durante la que voy subrayando las ideas principales. Después, releo para comprender los conocimientos y resolver dudas y, por último, memorizo con la ayuda de trucos mnemotécnicos sobre todo en materias como Literatura o Historia. Y reconozco que este método me va bien, porque hasta ahora he aprobado todo y con nota”, cuenta Carolina, de 16 años y estudiante de 1º de Bachillerato.

Planificación y constancia
El estudio es una actividad intelectual que requiere planificación y constancia. El buen estudiante es aquel que sabe organizar sus tareas y distribuir adecuadamente el tiempo del que dispone. “Esta planificación debe tener en cuanta tanto los deberes diarios, que piden los profesores en clase, como el repaso de las asignaturas para llevarlas al día, y la preparación de exámenes. Es fundamental que el alumno cuente con un espacio bien iluminado para el estudio. Esta habitación debe tener una mesa de estudio con el material necesario (libros, apuntes, folios para hacer esquemas, rotuladores para subrayar y un ordenador con conexión a internet). Además, el estudiante debe procurar estudiar siempre en el mismo sitio y a la misma hora y evitar todo tipo de distracciones como televisión, móvil y música”, apunta la psicóloga Laura Herrero, del gabinete Zubimusu de San Sebastián.

Lo cierto es que estudiar no es sentarse ante los libros durante horas, ni siquiera memorizar mecánicamente algo que no tiene sentido para el estudiante. Aprender a estudiar es el primer paso para optimizar el tiempo y sacar buenas calificaciones. Entonces, ¿cómo se debe estudiar? Laura Herrero lo explica: “los pasos a seguir a la hora de estudiar son: lectura, subrayado, síntesis y memorización. Cada uno de ellos tiene una finalidad y no hay que saltarse ninguno. La lectura busca la comprensión del texto y la adquisición de vocabulario, el subrayado busca extraer las ideas principales que estructuran el texto, la síntesis tiene por objetivo plasmar en un esquema o un resumen, lo más importante del tema a estudiar y por último, la memorización tiene la finalidad de fijar en nuestra memoria los contenidos y datos, relacionándolos con lo que ya sabemos previamente, es decir realizando lo que los pedagogos llaman un aprendizaje significativo”.

Aprender a descansar
El estudio es equiparable a una carrera de fondo, no se trata de rendir a tope unos pocos días, sino de ser capaz de mantener un buen ritmo de trabajo a lo largo de todo el curso escolar. Y tan importante es el tiempo dedicado al estudio, como el descanso.
“Durante el tiempo de estudio (recomendable de dos o tres horas al día aproximadamente en el Bachillerato), es fundamental establecer descansos regulares para despejarse y tomar nuevas fuerzas para el siguiente asalto. Cada hora se debe establecer un breve descanso de entre cinco y diez minutos. Hay estudiantes que no realizan estas breves paradas pensando que así aprovechan más el tiempo, y se equivocan, pues sin darse cuenta van acumulando cansancio, disminuyendo notablemente su nivel de rendimiento y concentración. Estas breves pausas hay que aprovecharlas para salir del cuarto y estirar un poco las piernas. Se puede realizar alguna actividad relajante (andar por la casa, asomarse a la ventana, charlar con algún hermano o compañero, ir al aseo, beber un vaso de agua, etc.) algo que exija poco esfuerzo mental”, señala Ana Sacristán, profesora de Didáctica y Organización Escolar de la UNED.

Pero hay más, los expertos nos recuerdan que el estudiante debe evitar durante los tiempos de descanso realizar actividades que le gusten especialmente (por ejemplo, ver parte de un partido de fútbol que retransmiten por la tele), ya que le costaría mucho volver nuevamente al estudio. Otro consejo. El estudiante debe ser muy riguroso en el cumplimiento del tiempo de descanso, no prolongándolo ni un minuto más de lo establecido.

Relajarse y despejarse
Nacho, de 17 años y estudiante de 2º de Bachillerato en un instituto madrileño, cuenta cómo se organiza los descansos: “Estudio dos horas del tirón y descanso entre 10 y 20 minutos. Antes descansaba a la hora, pero no me cundía nada, porque como me cuesta mucho concentrarme, cuando por fin había logrado centrarme, me tocaba descansar. Decidí cambiarlo y ahora me va mejor. Durante este tiempo, aprovecho para darme un paseo por la casa, salir a la terraza y tomar el aire y charlar con mi hermano; y después vuelvo a los libros”.

El oficio de estudiante implica también cierta flexibilidad. Es decir, si durante la sesión de trabajo el alumno se nota muy cansado y observa que rinde poco, es preferible parar, aunque no se hayan completado las horas diarias de estudio. Y si más tarde se siente más fresco, puede continuar, y si no deberá recuperar otro día las horas pérdidas. Lo que no debe hacer es forzar la mente.

Y, ¿cuáles son los principales errores que cometen los estudiantes a la hora de hincar los codos? La psicóloga Laura Herrero lo tiene claro: “el más frecuente es postergar el trabajo y dejarlo todo para última hora. Preparar los exámenes con poco tiempo y con nervios supone un gran riesgo y en la mayoría de los casos el resultado no suele ser positivo. Otro error frecuente es saltarse algunos de los pasos del proceso de estudio, por ejemplo, querer memorizar desde el principio, sin subrayar, ni hacer esquemas”.

Ana Sacristán apunta una serie de claves antes de presentarse a un examen. “La noche antes de presentarse a un examen hay que descansar. Lo recomendable sería dejar de estudiar en torno a las diez de la noche y después realizar alguna actividad relajante como escuchar música, ver televisión o darse un baño. Y el día de la prueba, para reducir la ansiedad, es beneficioso realizar respiraciones profundas y tener pensamientos positivos como “voy a superarlo”, “he estudiado y estoy preparado para superar el examen”, etc. La tranquilidad y la confianza son fundamentales a la hora de superar un examen”.

Recomendaciones de los expertos ante un examen

Los expertos insisten en que es fundamental que los estudiantes tengan en cuenta los siguientes factores en épocas de exámenes.
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  • Alimentación

Una dieta equilibrada es una herramienta muy eficaz para lograr un adecuado rendimiento intelectual. Es importante reducir las grasas saturadas y los azúcares refinados. Además, también es necesario –sobre todo en época de exámenes– que los estudiantes consuman verduras, legumbres, frutas y hortalizas, sin olvidar abundantes cantidades de cereales y derivados, como pasta, arroz o pan, siempre mejor si son integrales, pues influye directamente en el rendimiento, la memoria y la concentración.
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  • Horas de sueño

Las pautas de higiene del sueño son fundamentales para un estudiante. Los maratones de estudio la noche antes de un examen están desaconsejados. De hecho, los expertos recomiendan que los estudiantes duerman ocho horas diarias y con más motivo antes de un examen.

  • Ejercicio físico

Un cuerpo tonificado es esencial para rendir ante los libros y frente a un examen. Es aconsejable que durante etapas de exámenes, los estudiantes realicen alguna actividad física y también se relajen de los libros con sus aficiones preferidas (cine, música, etc).

  • Relajación

La respiración abdominal es el método de relajación más efectivo y se puede hacer minutos antes de realizar un examen. Consiste en realizar inspiraciones profundas e ir soltando el aire lentamente, intentando dejar la mente en blanco. Si se hace con los ojos cerrados, la abstracción será mayor.

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