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“La universidad tiene serias dificultades de financiación y problemas de liquidez”

El nuevo presidente de los rectores cree que la disminución de gasto era una necesidad, pero también que no debía haber sido igual en todos los sectores. Para Manuel López, la salida de la crisis pasa por una economía más productiva.

Milagros AsenjoMartes, 28 de enero de 2014
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“El sistema universitario, y la Educación en general, no puede estar sometido a los vaivenes electorales, tiene que trascender a los partidos políticos”, afirma el nuevo presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y rector de Zaragoza, Manuel López. licenciado y doctor en Farmacia por la Universidad Complutense y premio extraordinario de Doctorado. El profesor López, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, analiza la situación de los campus, aboga por el diálogo para sortear la crisis y reclama “flexibilidad” para aplicar las reformas que se anuncian y que “deben ser parciales”.

¿Cuál es la situación de la universidad?
La universidad española atravesaba un momento bueno hasta la aparición de la crisis económica. Afrontaba el reto de la convergencia europea, estaba creciendo muchísimo en investigación y abordando bien la transferencia del conocimiento al sector productivo. Pero la crisis ha roto ese momento de crecimiento y ha producido importantes problemas. La adaptación a Bolonia no ha podido hacerse adecuadamente, se ha producido la disminución de la actividad investigadora y ha crecido el riesgo de que se pueda perder talento por distintas causas.

¿Cómo se plasma la crisis en el día a día de la universidad?
La institución tiene serias dificultades de financiación, que es insuficiente, y problemas de liquidez. La situación es compleja. Por un lado, se producen retrasos en los pagos que deben hacernos las comunidades autónomas de las que dependen las universidades y, por otro, se restringe la provisión de plazas, ya que la normativa estatal mantiene la tasa de reposición en el 10%. A ello, hay que unir la subida de tasas y la disminución de las becas. Sin duda estamos en un momento muy difícil de la gestión de las universidades. Y esto no solo afecta a las públicas sino también a las privadas, que ven disminuir el número de sus alumnos porque las familias carecen de recursos para matricular a sus hijos en esos centros.

¿Qué soluciones proponen los rectores para sortear las dificultades o al menos paliarlas?
Los rectores hemos planteado al Ministerio que, como tenemos un techo de gasto en el Capítulo I (personal), sin cambiar ese techo y exigiendo su cumplimiento nos permitan flexibilidad para gestionar ese capítulo y contratar a más personal a tiempo completo. No es un tema baladí, ya que afecta a la carrera académica de centenares de jóvenes docentes e investigadores cuyo futuro profesional depende de estas convocatorias. Además, la renovación generacional de la universidad está en peligro. Tampoco pedimos medidas excepcionales sino las que corresponden a una institución distinta por la naturaleza a otros entes de la Administración.

¿Cómo están resolviendo el problema de forma inmediata?
Con la contratación de profesores asociados, que son a tiempo parcial y de forma temporal. Pero esto no resuelve nuestros problemas. Probablemente, contratando profesores permanentes pero menos, podamos mantener el mismo gasto y aumentar la eficiencia del sistema.

¿Es cierto que la rigidez de la normativa impide contratar profesores aun cuando sean necesarios y se cuente con recursos?
Así es. Por ejemplo, en la Universidad de Zaragoza solo podremos sacar tres plazas este año y en el conjunto de España, 100. Ni siquiera podemos reponer las tasas perdidas. Para tener profesores maduros dentro de diez años, tendríamos que contratar ahora.

Entre tanta penuria, se habla de una reforma universitaria. ¿Cómo creen que debe ser esa modificación legal?
Desde luego, no creo en una modificación de la ley. Por lo que dijo Wert en el último Consejo de Universidades, van por reformas parciales.

¿Cómo debe ser la reforma?
Desde la transición democrática, en España ha habido varias reformas. Hay que hacer una llamada al sentido común. Las reformas de leyes orgánicas, que están en el fundamento educativo, deberían ser pocas y muy pactadas. Y lo digo tanto desde la Educación universitaria como desde la no universitaria. Somos muchos los que pensamos así, y en el caso de los rectores existe unanimidad en decir que en materia de Educación se toquen los sistemas con cautela, que se busque el máximo acuerdo político y que las reformas que obedezcan a la adaptación a los tiempos y se deban a visiones parciales que pueda tener un gobierno sean pequeñas y susceptibles de ser corregidas incluso si no dan resultado. En materia universitaria diría lo mismo. Por favor, no acudamos a grandes reformas de leyes, acudamos a reformas parciales. Y como digo, por lo que he oído al ministro, las reformas del Gobierno van en ese sentido.

¿Conocen algún aspecto de la eventual reforma?
No, no hay nada.

Los rumores hablan de financiación y gobernanza como posibles aspectos a reformar…
Ojalá fuera la financiación objeto de reforma. Pero a mí me parece que no existe mucho interés en reformar el área de financiación.

¿Y la gobernanza?
En gobernanza, la principal cuestión sería facilitar más flexibilidad en el gobierno de las universidades, que somos cada vez más diversas y tenemos diferentes estructuras y compromisos con nuestros territorios, nuestras comunidades autónomas. Por consiguiente, no existen sistemas de gobernanza únicos que puedan responder bien a las necesidades de todas las universidades. Sería mejor que se nos planteara una opción de flexibilidad y que fuéramos las propias universidades las que definiéramos modelos de gobernanza, que existen muchos en Europa. En definitiva, iría en la línea de más flexibilidad, menos normas rígidas y más posibilidad de dejar que las universidades no sean iguales, que puedan ser diversas en su gestión interna. Somos muchas las universidades que vamos en la línea de decir que el principal problema de la gobernanza es que no hay un único sistema sino que hay diversidad y opciones.

¿Cuál es el principal problema de la gobernanza?
Se habla mucho de la gobernanza de las universidades pero ahora se habla de la gobernanza del Estado y de Europa. Vivimos en una sociedad cada vez más compleja y plural. El problema es la diversidad, no la elección del rector por sufragio universal. Es lógico que haya diversos sistemas y alguna puede no conseguir sus objetivos. El problema de la gobernanza se relaciona con el gobierno interno, con los órganos representativos, con qué sucede dentro de las universidades. Y como todo afecta al funcionamiento interno, pedimos flexibilidad para poder cambiar los modelos si no funcionan.

¿Qué respuesta da a la demanda de que hay que profesionalizar la gestión universitaria?
Es una cuestión que siempre surge y que es ambivalente. Que la gestión tiene que tener un fuerte componente de profesionalización en las universidades y en los gobiernos, por supuesto; que tiene unos elementos de decisión que son preferentemente de criterios, también. La demanda encierra la acusación de que puede haber demasiado cargo académico en la gestión de la universidad. Puede ser, pero tiene que haber cargos académicos para llevar las diferentes áreas y también debe haber cargos profesionales. Debe existir un equilibrio porque sin unos y otros es imposible el gobierno de la institución. En Europa coexisten ambos perfiles.

¿Falta información sobre este tema y se acude a lugares comunes?
Sí, porque la Universidad es una institución muy compleja y es muy difícil de comprender desde fuera de ella. Hay que tener en cuenta varios aspectos para centrar la cuestión.

¿Cuáles son?
Las universidades españolas hacemos docencia de Grado y de Posgrado, investigación e innovación tecnológica. Es una función completa y compleja. Tenemos miles de estudiantes con problemas, de una juventud que hay que formar desde aspectos no exclusivamente científicos sino personales. Queremos hacer profesionales internacionales, respondemos ante nuestra comunidad pero vivimos en un mundo internacional, somos administración y tenemos autonomía de administración. Pero nuestra administración no es igual que la de un ayuntamiento o una comunidad autónoma. Incluso es más compleja que la propia administración educativa no universitaria. Desde este punto de vista, tener una apreciación general de todo el sistema es muy complicado y se vierten opiniones conociendo parcialmente la universidad. Por ello, se necesitan académicos en la gestión porque conocen bien lo que tienen entre manos.

Con la situación que usted describe, ¿puede la universidad cumplir su misión o se ve abocada a salir del paso?
En estos momentos se ve abocada a hacer lo que pueda. Tenemos que hacer una economía cada vez más productiva, convertir el modelo en más productivo y menos especulativo y eso necesita de muchísima innovación tecnológica y muchísima apuesta por la mejora de la productividad para elevar la competitividad, porque la internacionalización se basa cada vez más en la innovación tecnológica. ¿Cómo se puede hacer esto sin apostar por los sectores que trabajan por la innovación tecnológica y el conocimiento, por la formación especializada? Es difícil verlo. Cuando decimos que el gran problema es el paro juvenil que afecta al futuro, es difícil entender que no se apueste por la universidad, pidiéndole –eso sí– que lo haga cada vez mejor y que se le pidan cuentas.

En este sentido, a veces se acusa a la universidad de no estar dispuesta a rendir cuentas.
No es verdad. Nosotros debemos y queremos rendir cuentas porque estamos vinculados a la sociedad, pero como esos rendimientos son a largo plazo, siempre hay una dificultad de cómo medir eso. Que se haga lo necesario para pedirnos cuentas pero que nos den medios, se nos de flexibilidad y se pidan cuentas. Que no se dé a todos igual, que a los mejores se les ofrezcan más posibilidades.

Con los recortes, ¿corremos el un riesgo de convertirnos en el vivero de otros países que van progresar?
Somos exportadores de talento en varios niveles. Si somos exportadores de talento quiere decir que se valora el talento español. La formación que se da en las universidades españolas y el de nuestros investigadores jóvenes son valorados fuera y los seniors, los tecnólogos, ingenieros, médicos o directores de empresa son ten idos en gran consideración. Es una garantía de que algo estamos haciendo bien. A mí no me importa que mi universidad forme talento que salga fuera porque somos una institución universal, lo que me importa y me da pena es que no puedan volver porque faltan oportunidades. Lo importante es mejorar las oportunidades, pero que se sepa que no nos faltan talentos para hacer una mejor economía productiva.

Dentro de este panorama, ¿cree que en España sobran universidades?
No, porque nuestras universidades y universitarios están en la media de la OCDE. No es problema de números sino de coordinación del sistema. Hay que mejorar la eficiencia del sistema mediante la coordinación territorial de todo el Estado.

¿Se trata también de rentabilizar la oferta?
Así es. En el caso de Zaragoza lo hemos intentado con el Campus de Excelencia Internacional Iberus, agrupándonos cuatro comunidades autónomas, cuatro universidades en una única región. Es, además, el camino hacia la internacionalización. Nos agrupamos también con universidades francesas. Es una forma de rentabilizar la oferta y crear territorios universitarios amplios.

¿Los recortes tienen un tiempo y una medida?
Creo que la disminución del gasto público tenía que llevarse a cabo, y no lo discute nadie. Lo que se debía hacer es una disminución más discriminada, no es igual en todos los sectores. Sucede que ha prevalecido el criterio cuantitativo frente a la búsqueda de eficacia.

¿Ha cambiado algo en la relación de los rectores con el Ministerio tras los roces y el plante al ministro que se vivieron hace algunos meses?
Creo que ha cambiado un poco la sensibilidad por parte del Ministerio. Ante esta actitud, mi respuesta y la de los rectores, debe ser responder positivamente. Los rectores tienen su opinión política y en el conjunto una orientación que prevalece, pero todos somos conscientes de nuestra responsabilidad ante la sociedad y ante el Gobierno de turno elegido democráticamente y hemos de defender la posición de la universidad con respeto, lealtad y crítica, porque no hay lealtad auténtica sin crítica constructiva, siempre con buenas formas.

¿Existe unidad de criterio dentro de la CRUE?
Vamos todos a una porque la universidad es muy apasionante y porque entregamos nuestra vida a ella, ahora a través dela CRUE.

¿Por qué decidió ser presidente de la CRUE?
No ha habido grandes movimientos internos. Se me presentó la oportunidad de serlo, pensé si podía hacerlo y dije que sí. Porque en general siempre he estado en la posición de hacer algo por la universidad.

¿Tiene algún objetivo específico de especial interés?
Quiero que la CRUE contribuya a entender y valorar cada vez mejor la universidad, aunque ya tiene un gran valor social. Y dentro de ella, la investigación, que a veces se desvincula erróneamente de la institución. Quiero lanzar el mensaje de que cada vez que un ciudadano valore una investigación, que sepa que dos terceras partes de lo que está valorando se encuentra en la universidad.

En julio próximo se celebrará un gran encuentro de rectores en Brasil promovido por Universia, ¿qué significado tienen estas reuniones?
Las grandes reuniones de rectores son muy importantes. El conjunto del encuentro es de debate y de principios, pero a largo plazo tiene unos efectos muy importantes. En esta ocasión, la creación del espacio iberoamericano, porque compartimos nuestra propia identidad pero también comunicación con los grandes líderes del futuro.

Usted ha dicho que este año va a ser tan difícil como el pasado desde el punto de vista económico. Con todo, ¿hay lugar para la esperanza?
La universidad a nivel global pasa por un periodo de crisis de crecimiento por los cambios mundiales y porque todas la previsiones dicen que la población mundial incrementará el porcentaje de formación superior cualificada. El futuro es extraordinario y con muchos retos. En España, la salida de la crisis nos llevará a una economía más productiva y la exigencia social nos conducirá a más universidad. La duda será si lo hacemos bien, más rápido o más lento, más costoso o menos. A corto plazo, la universidad saldrá reforzada de la crisis si sabe aprovechar las dificultades.

Volvamos al Pacto de Estado en materia educativa, al que usted apela con frecuencia.
Es absolutamente necesario. Como he dicho, hay que dejar la universidad al margen de los vaivenes políticos. Llevamos 35 años de democracia y nos creemos adultos, pero no lo somos. Los países con mucha historia democrática nos llevan gran distancia en el acuerdo interno y en la confianza en las democracias que se deriva de la actuación de la sociedad civil y no solo de las derivadas de la política. Ambas cuestiones llegarán, pero necesitaremos 30 o 35 años.

Finalmente, ¿qué supone su universidad en el conjunto de las españolas?
Zaragoza es una de las universidades históricas, con casi 500 años de existencia. Una universidad única pese a ser una comunidad multiprovincial, histórica y vinculada al territorio. Atesora un fuerte peso científico, buenos grupos y áreas importantes. Es la primera de las universidades españolas en investigación química, según el ranking de Shanghái.

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