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¿Cómo es la formación de un fisioterapeuta ciego?

Entre el 20 y el 31 de enero alumnos ciegos de la Escuela de Fisioterapia de la ONCE han realizado prácticas en el Hospital de Parapléjicos de Toledo.
Estrella MartínezMartes, 4 de febrero de 2014
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Algo que a muchos les costará creer, pero que está muy lejos de ser un imposible. Como cualquier estudiante de Fisioterapia, los alumnos de la escuela de la ONCE completan sus estudios con distintos periodos de prácticas en diversos centros hospitalarios españoles.
¡Qué avance!, pensarán algunos. Pero lo cierto es que esta escuela lleva desempeñando su función, de manera discreta y eficaz, 50 años. Hace cinco décadas, José Luis González Nieto, “un ciego español que estudió Fisioterapia en Inglaterra, en una escuela similar a ésta, convenció a la ONCE de que podría ser una salida profesional adecuada porque en Inglaterra ya lo era”, recuerda Javier Sáinz de Mérida, profesor y director de la Escuela de Fisioterapia de la ONCE. La escuela se montó, adscrita a la Universidad Autónoma de Madrid, y desde entonces se ha ido adaptando a los distintos planes de estudio que ha habido “porque es una escuela como las demás”, apunta el director. Actualmente, la escuela cuenta con 76 alumnos de Grado, que son estudiantes que tienen que estar afiliados a la ONCE. Son “ciegos o deficientes visuales con grandes pérdidas”, explica Sáinz de Mérida. “En los posgrados y másteres reservamos plazas para nuestros alumnos, pero el resto las cubre cualquier fisioterapeuta español o extranjero que tenga el título homologado en España”, llegando a un total de unos 350 alumnos matriculados en los distintos cursos este año.

Los alumnos del Grado de Fisioterapia “tienen adaptaciones en los textos, tenemos un aula virtual accesible, si quieren los apuntes en braille, los tienen, pero lo que no modificamos es el aparataje. No lo queremos adaptar porque nuestros alumnos tienen que competir y trabajar después en centros normalizados”, nos cuenta el director. Como explica Daniel Martínez, uno de los alumnos que ha realizado las prácticas en Toledo, “suplimos nuestra deficiencia visual o ceguera con el esfuerzo añadido, el trabajo extra, con un esfuerzo acádemico en formación mucho mayor que, a lo mejor, el que se hace en otras escuelas”. El director añade que lo que sí supone una diferencia con el resto de centros es la ratio. “Yo he dado esta mañana una clase en la que había 16 alumnos y estábamos dos profesores”, comenta. “Ésta es realmente la adaptación de la escuela”. Sin embargo, el hecho de que no adapten los aparatos supone “ciertas dificultades, que son las que puede tener un ciego en su vida doméstica con los visualizadores de aparatos como la televisión o el microondas”, continúa Sáinz de Mérida. Nada que impida desarrollar de manera óptima su tarea como fisioterapeutas, pues se sirven de “trucos”, explica el director, como que el paciente mire el visualizador de la máquina y le diga al fisioterapeuta si pone cuatro o cinco vatios.

De igual a igual
“No queremos adaptar maquinaria porque entonces el ciego llegaría a un centro y no sabría manejarla”, añade el director. Lo que sí “tenemos es todo tipo de máquinas. Intentamos diversificar las marcas para que conozcan muchas, porque no se puede adaptar el mundo al ciego, se tiene que adaptar el ciego al mundo”.

A pesar de que los alumnos de la escuela de la ONCE trabajan de igual a igual con el resto de sus compañeros fisioterapeutas que sí ven, Sáinz de Mérida confiesa que suele existir rechazo .“Normalmente al principio, cuando son pacientes que no conocen el prestigio de la escuela”. Suele ser “porque nunca han tratado con un ciego y encima ahora lo hacen como pacientes, se preguntan si los trataremos peor que un fisio que vea”. El director cree que “esto existe, yo lo he sufrido en mis carnes, pero creo que más que rechazo, diríamos precaución por el desconocimiento.” Sáinz de Mérida lo sintió cuando empezó a ejercer en los años ochenta, pero “cuando la gente fue viendo el prestigio que te-níamos otro compañero ciego y yo en el hospital, querían tratarse con nosotros”.

Daniel Martínez reconoce que él no ha sentido ese rechazo en sus prácticas en Toledo, precisamente por “el prestigio” que tiene la escuela. Su compañera, Laura Colás, incluso añade que “hemos trabajado con pacientes que también tienen una discapacidad, por lo que se identifican mucho con nosotros porque ven que a pesar de nuestra ceguera estamos haciendo una carrera y sacando adelante un proyecto, y yo creo que eso les anima mucho. Empatizamos más con ellos por ese tema”.

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Comentarios

  1. Isabel Cristina Selada Aguirre
    24 de mayo de 2023 19:51

    Soy docente de una Institución Universitaria de la ciudad de Cali – Valle del Cauca (Colombia) y me gustaría conocer un poco más la experiencia que ustedes han tenido con las diversas adaptaciones para la formación de fisioterapeutas que tengas discapacidad visual.