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Dar los buenos días también puede ser enseñanza-aprendizaje

La llegada a la escuela se convierte en un proceso comunicativo.
RedacciónMartes, 23 de septiembre de 2014
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La entrada al cole no se planteaba como un punto de control, sino como una experiencia de acogida. (Foto: Shutterstock)

Al inicio del pasado curso escolar 2013-14 en la Escola “Bètania-Patmos” en Barcelona tuvimos un claustro en el que nuestro director pedagógico nos lanzó una propuesta: sugirió iniciar la jornada con constelaciones conceptuales, co-
mo:¡Buenos días! ¿Cómo estás? ¿Qué tal te encuentras? Por otro lado, se planteó que, por la mañana, en la entrada del edificio de Primaria estaríamos algunos profesores, en varios puntos estratégicos de acceso, para favorecer una llegada cuidada, pausada, tranquila y acompañada.

Saludando por la mañana
El acompañamiento a la entrada no se planteaba como un punto de control, por eso había que enfocar el momento como una actividad que podía ser una experiencia vivida de una manera diferente, de acogida cálida, auténtica e interactiva.

Entonces fue cuando después de estar varios días en el lugar asignado nos planteamos comenzar la jornada con un encuentro cercano y, además, hacerlo en inglés.

Nos situábamos en el marco de la puerta de acceso a uno de los pasillos para ir a las aulas de Primaria. Al principio sirvió con un simple saludo en un tono vital y sin prisa, acompañado de una amplia sonrisa: good morning, in the morning! Para facilitar ese primer momento que tanto nos cuesta, tratando de arrancar sonrisas. Porque es contagiosa, ¿verdad? Nos sorprendió ver después de varios días que muchos niños cambiaban su expresión nada más vernos, respondían a esa invitación gestual y buscaban un contacto visual .

Iniciamos un juego, Give me an Answer, con preguntas como how do you feel?, reforzando diferentes respuestas con gestos y mímica: I feel …, sleepy, happy, sad, worried, tired, hungry, thirsty…

Contando temprano
Las preguntas las lanzábamos sin dirigirnos a nadie en concreto, abiertas para quien quisiera o supiera contestar, abriéndose la posibilidad de poder ayudarse entre ellos, ya que íbamos dejando pasar a varios a la vez, en grupos y por turnos, siempre que hubiera una respuesta correcta por parte de algún miembro de ese grupo.

Se creó una dinámica ágil, de intercambio rápido, ya que la respuesta era la llave para poder entrar.

Después vendrían preguntas como: what season/month/day of the week /date…. is it? What’s the weather like today? Al poco tiempo, ya estábamos introduciendo what did you have for breakfast? Más tarde, did you sleep well? How many hours did you sleep? How did you come to school?
Por otro lado, aprovechamos unos días previos a determinados momentos festivos como Halloween, Christmas, Music Day, Peace Day, Books Day o Saint George para contagiar ese espíritu festivo y reforzar vocabulario, repasar colores y el alfabeto.

Más adelante cambiamos nuestro rol, dejábamos de preguntar y pasábamos a ser el sujeto preguntado. Iniciamos un juego en el que dábamos una palabra, que se suponía era la respuesta que teníamos que dar cuando nos hicieran la pregunta adecuada. Lo fuimos haciendo con vocabulario diferente relacionado con animales, comida, bebidas, deportes…

Muchas sensaciones
Esta actividad de acogida ha tenido muy buena respuesta por parte del alumnado e incluso por parte de otros profesores que no eran especialistas de inglés, participando espontánea-
mente e interactuando de forma natural en un momento del inicio de la jornada matinal. Así, favorecimos la relación interpersonal, presentando la posibilidad de crear lazos reales: el nexo afectivo como facilitador del aprendizaje fuera del espacio aula.

Hemos reforzado habilidades linguísticas como el listening y el speaking, reforzando el vocabulario que para unos era conocido y, para otros era nuevo, afianzado y consolidando determinadas estructuras con una actividad que supone participación activa y que recoge el principio básico de toda lengua que es comunicar, al darse una relación entre educadores y alumnos.

Deberíamos de estar preparados para el intercambio con una actitud abierta y receptiva para una relación entre profesor y alumno en la que se puedan movilizar emociones, creándose una asociación directa entre la lengua y el individuo que la representa, de modo que se convierta en estímulo y que a su vez genere un tipo de reac­ción linguística.

Hemos favorecido la construcción sobre lo que el alumno ya sabe y presentado al educador como dinamizador y facilitador de experiencias, ofreciendo el espacio para que el niño sienta la necesidad de expresarse y de comunicar de manera que no se dé cuenta de que está utilizando una lengua distinta porque no constituye eso su objetivo consciente.

El impulso hacia la lengua nace de la necesidad de obtener algo, en este caso una respuesta para participar en este juego dialéctico y, así, poder acceder al recinto escolar. No aprende la lengua, la habla. La palabra se convierte en un medio para alcanzar un fin. No deberíamos olvidarnos de la interacción cooperativa en la vida escolar, de la realización con otros, de estimular la ayuda mutua porque favorecemos la motivación y las relaciones entre los alumnos.

Como dice Miguel Anxo Santos Rego de la Universidad de Santiago de Compostela en su libro La dimensión interactiva y el aprendizaje cooperativo como vía de Educación intercultural, “ni las escuelas ni los profesores capacitan o discapacitan a nadie, sino que simplemente crean las condiciones bajo las cuales las personas pueden capacitarse a sí mismas”. Ortega, Romero y Del Rey (2009) dicen que “lo que se aprende en el cole no es lo que se enseña, sino lo que el niño construye dentro de un contexto de enseñanza-aprendizaje condicionado por las muchas relaciones interpersonales”.

No deberíamos desaprovechar los momentos que se presentan fuera de las aulas, los espacios para encontrarse y compartir, porque es donde en muchas ocasiones tiene lugar el verdadero proceso enseñanza-aprendizaje.

Unos y otros ante las sensaciones de ser preguntados
Por parte de los alumnos las reacciones fueron variando conforme pasaba el tiempo.

Al principio había sorpresa o desconcierto. Luego les asaltarían diferentes preguntas: ¿me está preguntando a mí?, ¿tengo que responder para poder entrar?, ¿tengo que contestar yo solo?, ¿podemos contestar varios a la vez?, ¿vale así?
Al introducir gradualmente cambios, surgiría la curiosidad con interrogantes tales como ¿qué nos van a preguntar hoy?
Al principio unos se implicaron individualmente, otros prefirieron no contestar, hasta que se dieron cuenta de que la respuesta se podía hacer en grupo, eso animó a muchos otros a animarse e intervenir.

En algunos surgió el interés por participar de forma activa. Otros escuchaban manteniéndose en un segundo plano.

Unos se involucraban con un contacto visual. Otros evitaban la mirada directa, ya que era arriesgarse a tener que contestar a una pregunta y no entenderla o no saber qué contestar.

Había alumnos que accedían despacio para ser preguntados. Los había que hubieran deseado volar para evitar ese primer momento del día.

Lo que estaba asegurado era que el recibimiento no dejaba indiferente, tenía un efecto despertador, reactivador, pero sin presiones individuales, ya que se podía resolver grupalmente, lo que era un alivio para unos, era una contrariedad para otros.

Lo que no cabe duda es de que ha sido un aprendizaje participativo.

Esta actividad breve ha permitido compartir unos instantes de la mañana con compañeros y profesores de otros cursos, y creo que nos ha servido para sentirnos que éramos Primaria, una etapa en su conjunto, sin diferenciarnos por ciclos o grupos.

Ana Leeds
Escola “Bètania-Patmos” de Barcelona.

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