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Ante el acoso escolar no puede haber testigos mudos

KiVa es el programa del Gobierno de Finlandia para el acoso escolar.
Estrella MartínezMartes, 19 de mayo de 2015
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El Instituto Iberoamericano de Finlandia ha invitado a Christina Salmivalli, una de las responsables de KiVa, el programa del gobierno de Finlandia para acabar con cualquier tipo de acoso escolar en las aulas, para presentar en España esta iniciativa que se ha exportado con éxito a distintos países del mundo –Holanda, Reino Unido, Estados Unidos o Estonia– y que busca en nuestro país socios para poder llegar también a nuestros centros, pues Salmivalli defiende que el acoso escolar no entiende de fronteras y es una lacra que afecta a los centros de todos los rincones del mundo.

Salmivalli comenzó su presentación haciendo hincapié en la diferencia que existe entre el acoso escolar y un conflicto o pelea entre iguales. No hay que olvidar que el bullying “es una agresión sistemática, repetida, hacia una persona que tiene dificultad para defenderse”. Tener esta premisa clara es fundamental como corroboraron distintos profesores que asistieron a la charla, que reconocieron que a veces el propio centro no sabe diferenciar entre una cosa u otra. El hecho es que con el acoso escolar se crea una suerte de “relación estable entre el acosador y la víctima”.

El Gobierno finlandés entendió en 2006 que el bullying es una “prioridad”, por lo que respaldó a un grupo de investigadores, entre los que se encuentra Salmivalli, para que de-sarrollaran un programa para afrontarlo. A día de hoy el 90% de las escuelas finlandesas han implantado KiVa.

El acoso es cosa de todos
Christina Salmivalli compartió los siguientes datos, obtenidos de los estudios que realizan periódicamente, sobre cómo se reparten los papeles en el bullying: víctimas (12%), acosadores (8%), asistentes que participan en el acoso (7%), defensores de la víctima (17%), externos u observadores imparciales del acoso que pasan de él (24%) y reforzadores que apoyan con su actitud al acosador (20%). En este escenario hay “más personajes además del acosador y la víctima. Nosotros estamos interesados también en saber qué hacen los demás alumnos”. He aquí la clave de KiVa. Este programa no trabaja exclusivamente con el acosador y la víctima, sino con todos los alumnos: del total de alumnos, dejando aparte a víctima y acosador, llama la atención que solo el 17% defienda a la víctima. El hecho es que “el acosador necesita público” para realizar sus actos y tiene más que suficiente con los asistentes, los externos y los reforzadores.

La raíz de KiVa está en conseguir que los alumnos “empaticen con la víctima”. Después de tantos años trabajando en temas de acoso escolar, Christina afirma que muchos niños le han dicho que más que el acoso en sí, lo que recuerdan con horror son las risas de algunos de sus compañeros y las caras de otros a los que parecía no importarle en absoluto lo que estaba pasando. “Sabemos, por tanto, que la actitud de los compañeros es muy importante, por eso hay que incidir en el grupo completo y no solo trabajar con el acosador y la víctima, a la que, por supuesto, hay que darle todo el apoyo”.

Salmivalli recordó a un chico de 17 años que siempre había sufrido acoso escolar. Cuando acabó la Educación básica cambió de centro educativo y comprobó, al principio con sopresa, cómo seguía siendo objeto de acoso, a pesar de que era alguien nuevo. “Al principio me decía que no entendía por qué le acosaban, pero luego comentó que puede que los demás lo vieran como un objetivo fácil por ser inseguro y callado, así que todos los días se comía su sandwich encerrado en el baño para no ir al comedor y que el resto de sus compañeros vieran que se sentaba solo”. Con KiVa “no tratamos de cambiar a la víctima haciéndola más extrovertida, por ejemplo”. Es en los testigos en los que hay que influir. Es aquí donde entra el desarrollo de la empatía de los compañeros por la víctima si esto se consigue el acosador lo tendrá más difícil, pues habrá más personas dispuestas a frenar y denunciar el acoso. Esto es muy importante porque los métodos antiacoso “tienen que ser eficaces, ya que, si no es así, lo que se consigue es que se esconda, hacerlo menos visible, pero no que desaparezca”.

Funcionamiento de KiVa
Los estudiantes asisten en tres etapas de su vida escolar –7, 10 y 13 años– a una veitena de clases sobre el tema. Los alumnos completan su formación continua con un videojuego en el que viven situaciones virtuales de acoso para que aprendan cómo reaccionar. Por otra parte, tres adultos del centro reciben formación para componer el equipo KiVa. Aunque todo el centro esté implicado en el tema del acoso, es este equipo el encargado directo de gestionarlo y de actuar. La familia, por su parte, recibe una guía y una serie de charlas para conseguir también su implicación.

En definitiva, KiVa pone sobre el tapete que el acoso escolar es un asunto de todos.

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