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La evaluación final de ESO, una medida imprescindible

Martes, 22 de septiembre de 2015
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L a propuesta que ha hecho el señor Xavier Gisbert (Magisterio, 09/09/2015) a favor de que en nuestro sistema educativo solo haya una evaluación externa con valor académico al final del Bachillerato, es decir seguir como hasta ahora, es un grave error por los siguientes motivos:

1. No todos los alumnos hacen Bachillerato y, por lo tanto, todos los demás se quedarían sin ninguna prueba externa con valor académico en su vida escolar. Los estudios que sí cursan todos los alumnos son la Primaria y la ESO y, por lo tanto, donde sí es imprescindible hacer una evaluación externa con valor académico es al final de la ESO.

2. Si no se hiciera una evaluación externa al final de la ESO que fuera necesario aprobar para poder acceder a la FP o al Bachillerato, se mantendría el círculo vicioso que estamos viviendo desde hace décadas y que consiste en lo siguiente: aunque los centros intentan hacer las cosas bien, no lo pueden conseguir ya que si no aprobaran a bastantes alumnos que en realidad no llegan al aprobado, se quedarían sin suficientes alumnos para llenar las aulas del curso siguiente, ya que los alumnos suspendidos se irían a otros centros más permisivos. Y este bajo nivel de exigencia hace que muchos alumnos vean que no es necesario esforzarse para pasar de curso y, por lo tanto, que no lo hagan y, en consecuencia, que no aprendan ni adquieran hábitos de trabajo. Y así, los centros cada año tienen que volver a rebajar más su nivel mínimo de exigencia.

3. La realización por parte de la Administración de una evaluación externa al final de la ESO serviría para garantizar a las familias y a la sociedad que las calificaciones que dan los centros realmente reflejan los conocimientos y competencias adquiridos por los alumnos. Por otro lado, serviría de referencia a los profesores sobre lo que se ha de enseñar y de estímulo a los alumnos para esforzarse más. Todos saldríamos ganando.

4. La evaluación final de ESO ha de ser la misma en todas las comunidades autónomas, ya que solo así se podrán hacer comparaciones objetivas entre ellas y entre todos los centros, detectar los problemas, poder ponerles solución y descubrir aquellas metodologías que dan mejores resultados. Por otro lado, se aseguraría a las familias y a la sociedad que en los centros se imparten todas las materias, con los contenidos y los niveles establecidos, siguiendo metodologías eficaces y adecuadas y evitando adoctrinamientos ideológicos partidistas.

Algunos responsables autonómicos de enseñanza han pedido al nuevo ministro de Educación, el señor Méndez Vigo, que paralice la aplicación de la Lomce, al menos en lo que se refiere a la evaluación final de ESO. Muchos profesores entendemos su preocupación, porque sabemos que en algunas comunidades autónomas con estas evaluaciones se va a descubrir que los niveles de sus alumnos son inferiores a lo que ellos están diciendo. Pero no se puede ceder a suprimir una medida que es imprescindible para mejorar la eficacia de nuestro sistema educativo. El rendimiento de cuentas en la enseñanza es tan necesario como lo es en todos los demás sectores. Nadie tiene derecho a pedir que a él no le pidan cuentas de su gestión. Todas las comunidades y todos los partidos deberían estar de acuerdo en el establecimiento de una evaluación externa al final de la enseñanza obligatoria. Es precisamente esto lo que podría ser la base de un gran Pacto de Estado por la Educación entre todos los partidos políticos.

Antonio Jimeno es presidente del sindicato de profesores AMES

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