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El profesor que no escucha nunca será un verdadero maestro

Espacio Fundación Telefónica dedicó una sesión de Hay vida en martes a los profesores César Bona y Francesco Tonucci, que hablaron sobre Educación ante un público de niños de hasta 18 años.
Estrella MartínezMartes, 27 de octubre de 2015
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Bona ha sido candidato a The Global Teacher Prize y el veterano To-nucci es maestro y pedagogo especializado en los niños. En opinión de Tonucci, “necesitamos una nueva Educación, porque la que tenemos es casi igual a la mía de hace 70 años, y esto no es aceptable”. Lo que “yo quiero es una escuela nueva, para todos”, pues la escuela “era y es para pocos”. Los últimos, como los denomina Tonucci, “los que tienen riesgo de fracasar” por el motivo que sea son los que deberían ser los “principales destinatarios de la escuela”.

Para Tonucci que un solo niño abandone la escuela ya “es inaceptable”. En su opinión esto no pasaría si “la escuela diera la posibilidad de realizarse a cada alumno”, lo que es difícil, pues “la escuela tiene muy pocos lenguajes”, mientras que “los niños son diferentes unos de otros”. La escuela, en definitiva, “no escucha al niño, sigue pensando que el niño no sabe y no se da cuenta de lo grave que es esto”. Para César Bona, escuchar a los niños es algo “de sentido común”, aunque ambos saben que lo que para ellos es una obviedad está lejos de ser una práctica habitual.

César y Francesco comparten un hábito. Además de escuchar a los niños, hablan con su yo niño. “Yo le pregunto a mi César niño”, apuntó Bona. Es una de las maneras que tienen de no perder de vista la perspectiva infantil. Y así, escuchando a los niños y al niño que mantienen con ellos hacen posible esta máxima: “Los maestros debemos hacer de la escuela un lugar al que a los niños y niñas les apetezca ir”, afirmó rotundo Bona. Lo que no resta ni un ápice de seriedad al asunto: “En la escuela no se debe jugar”, defendió Tonucci. El tiempo de juego de los niños es fuera de las clases –y se lo estamos quitando con deberes, extraescolares y demás, denunciaron los dos–. La escuela, en cambio, tiene que ser “seria, interesante y divertida, si es posible, pero es más un trabajo que un juego”.

Cómo hay que enseñar
El qué enseñar pierde importancia en favor de cómo hacerlo. “Para mí el verbo es escuchar”, defendió también Bona, y a partir de ahí “la base es el respeto, enseñarles a respetarse a sí mismos, a los demás, al planeta, etc.”. Luego es importante trabajar la “empatía” y a partir de ahí “todo lo que queramos enseñarles”. Pero lo que tiene muy claro es que “como maestros tenemos que enseñar para la vida y no para aprobar un examen”. Para que esto sea una realidad “tenemos que conocer a nuestros alumnos” y lo habitual es “que no tengamos la ocasión de conocerlos”.

Para poder formar en el respeto y la empatía es fundamental que la escuela dé ejemplo, de ahí la importancia que César Bona da al compromiso de las escuelas con los demás, “yo animo a los centros a que su proyecto sea un proyecto social”. Y, por supuesto, con independencia de lo que se vaya a enseñar, es fundamental la actitud del profesor, “cuanto más difícil es un niño, es mayor nuestro reto para sacar lo mejor de él”. El maestro “tiene que dar lo mejor para sacar lo mejor de los niños”, defendió Bona.

En el proceso formativo las familias tienen un papel destacado. “Es importante que los niños vivan experiencias distintas en casa y con su familia, pero estas no deben ser conflictivas”, explicó Tonucci. “No se puede ser un buen maestro teniendo en contra a las familias”, añadió.

Los niños intervienen
El público asistente pudo hacer realidad lo que se pregonó durante toda la tarde: escuchar a los niños. Una alumna quiso debatir sobre los deberes, pues no entendía su postura contraria, a lo que César respondió que la máxima de que “cuantos más deberes mandamos, más van a aprender, para mí es un error”.

Un alumno afirmó ser tímido y preguntó cómo conseguían que alguien como él participara, respondiendo Bona que él a sus alumnos les invita, “pero no les obligo”. Ante la queja de una alumna que dijo sentir “impotencia”, pues cuando quieres quejarte “da igual a quién se lo digas, cómo lo expreses”, haciendo patente esa falta de escucha, Tonucci defendió nuevamente la importancia de tener buenos maestros, el objetivo debería ser que “que todos los alumnos tengan buenos maestros” y esto es algo que, a día de hoy, “sigue siendo raro”.

También salió el tema vocacional, así como la importancia del reconocimiento de la labor que hacen los maestros, a lo que Tonucci respondió que, efectivamente, “no todos pueden ser maestros”. Palabras que completó Bona: “Un buen maestro se siente cada día afortunado de su trabajo y es consciente de la huella que deja en los alumnos”.

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