'El maestro', película de segundas oportunidades
Nos vemos a cada uno en el rostro de cada sirio, vemos en ellos a nuestros hijos y a nuestras familias. Escuchaba esta mañana en un debate radiofónico a un comentarista criticar el “buenismo” de la apertura de fronteras y de servicios sociales para todos. “Todo eso cuesta miles de millones. ¿Estamos dispuestos a aceptar que nos repercuta en la declaración de la renta?”. La pregunta es tan pertinente como terrible.
Hay que estar alerta contra ese “buenismo” que socava el entendimiento, la razón, pero también habrá que estar atentos a ese “malismo” que mina el corazón. No puede ser que la compasión, los buenos sentimientos y la capacidad de sacrificio del ser humano sean vistos como signos de debilidad, de falta de cordura, de carencia de realismo o de sentido común. Es la posición de aquellos que han perdido toda esperanza de que las cosas pueden ser de otro modo.
Como algunos de nuestros lectores sabrán, desde el grupo editor de esta centenaria publicación, hace un par de años decidimos pasar a la acción de intentar mejorar las cosas. Pusimos en marcha un centro de adultos dirigido a ofrecer una segunda oportunidad a todos aquellos que desaprovecharon la primera y abandonaron sus estudios. Mi experiencia personal con estos alumnos me ha hecho menos implacable, menos severo a la hora de exigir responsabilidades, menos justiciero, menos “que cada palo aguante su vela”. Detrás de cada joven que a sus 30 años decide recomenzar y trata de conseguir el Graduado en ESO tal vez haya errores, pero sobre todo hay afán de superación en medio de enormes dificultades y mucha confianza en el futuro.
Termino recomendado la película El maestro (el título original es “Nunca es demasiado tarde”) que se estrena estos días. No es una gran película, pero va de segundas oportunidades, de la pasión por educar, de confianza en la persona. Perfecta para comenzar el curso con energía.