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Analfabetismo emocional o los cambios de comportamiento de Infantil a Secundaria

Si entras en un aula de Educación Infantil es fácil que te encuentres a todos los niños sentados formando un corro en la alfombra alrededor de su maestro. Probablemente estén realizando una puesta en común sobre lo que hicieron el fin de semana u organizando lo que harán durante la jornada.
Martes, 2 de febrero de 2016
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El desarrollo socioafectivo del alumno es fundamental trabajarlo cuanto antes mejor.

Hablan por turnos, se esfuerzan por respetar el turno de palabra, incluso intentan escucharse. Cuando surge un conflicto, rápidamente unos cuantos alumnos informan de manera simultánea al maestro para que intervenga.

Ahora, si entras en una aula de 2º de ESO, es fácil que te encuentres a todos los alumnos individualmente dispuestos en filas detrás de la gran mesa de su profesor. Probablemente el docente esté explicando algún tema del libro. A continuación mandará realizar actividades de manera individual. Unos estarán realizando sus grafitis, otros escribiendo sus cosas, otros decorando sus agendas, otros intentando utilizar dispositivos electrónicos, algunos ni si quiera tendrán el libro correspondiente en la mesa y alguno estará realizando las tareas encomendadas. Cuando surge un conflicto, los profesores normalmente se percatan cuando es tan llamativo que pasa a la evidencia. Los alumnos normalmente no recurren a los profesores.

De una aula a la otra hay una diferencia de unos 10 años y la situación hace plantearnos qué está pasando para que unos alumnos relativamente pacíficos y solidarios pasen a ser conflictivos que ante la mínima dificultad se desbordan.

La culpa es vuestra y nuestra, pero aquí lo importante no es juzgar y mucho menos buscar culpables, sino cambiar, empezar a intensificar la inteligencia emocional, y evitar el tan destacado analfabetismo emocional.

Desarrollo socioafectivo
Para favorecer el desarrollo socioafectivo debemos tener en cuenta una serie de aspectos:

  • Crear un clima ordenado, cálido y acogedor donde el alumno se sienta seguro y querido para desarrollar todas sus potencialidades.
  • Establecer relaciones de calidad con los niños facilitando así el establecimiento de vínculos afectivos –apego–.
  • Cuidar los mensajes –que sean positivos y ajustados para fomentar un desarrollo del autoconcepto y autoestima positivos–.
  • Darles apoyo y afecto cuando fracasen y, sobre todo, siempre, valorando el esfuerzo.
  • Establecer de forma clara y consistente límites que ayuden al niño a regular su conducta.
  • Garantizar en la medida de lo posible la consistencia entre profesores y con las familias.
  • Normas que impliquen la progresiva asunción de responsabilidades por parte del alumno para que inicien una participación responsable en los diversos grupos sociales de pertenencia.

El alumno debe conocer las normas que debe seguir, así como las sanciones por su incumplimiento. Es conveniente que las normas del aula permanezcan en lugar visible, recordándolas con periodicidad:

  • Cuidar los modelos a los que está expuesto el alumno. Los modelos que ofrecemos, los mensajes que mandamos, así como mantener actitudes de incondicionalidad afectiva que favorezcan una comunicación fluida.
  • Fomentar la interacción entre iguales a partir de actividades variadas –como actividades libres donde el niño se relaciona de forma espontánea con los demás, asambleas y actividades en pequeños grupo para que aprendan a respetar los turnos de palabra, se expresen, conozcan las opiniones de los otros, se respeten, colaboren–. Menos televisión y mas salir a jugar el parque.

¿Cuándo empezar? Cuanto antes, mejor. Cuanto más pequeño es el niño, mayor facilidad para adquirir hábitos por su gran capacidad de imitación, la curiosidad que les caracteriza y la admiración que sienten hacia los adultos –hecho por el cual nos toman como modelos–.

Los comportamientos negativos, disruptivos e incluso desafiantes de los alumnos no son premeditados, son ¡porque no saben hacerlo de otra forma! Los niños piden a gritos normas y límites. Buscan contención, necesitan autocontrol externo.

Infantil y Primaria
Hasta los 6 años –es decir, durante toda la etapa Infantil–, es el adulto quien pone las reglas, los límites –heteronomía moral, Piaget–. Poco a poco el niño va comprendiendo e interiorizando esas normas, siendo entonces paulatinamente prescindible la presencia del adulto e iniciando las interacciones con iguales de manera más simétrica ya en la etapa de Primaria.

Progresivamente, ya en Primaria –en torno a los 10 años–, el desarrollo del niño le permite empezar a elaborar y seguir sus propias normas internas –autonomía moral, Piaget–, siendo progresivamente prescindible la intervención del adulto.

Durante la Educación Primaria podemos fomentar las relaciones con los iguales a través del trabajo en grupos cooperativos como estrategia para favorecer la confrontación de opiniones y perspectivas, y el trabajo de los conflictos de forma constructiva a partir del diálogo y los acuerdos.

Para una mayor eficacia haremos entender al alumno la inadecuación de su conducta, ofreceremos alternativas e iremos reforzando positivamente las conductas deseadas y sus sucesivas aproximaciones.

Cuando se apliquen castigos, estos deben tener una duración limitada, no es útil prolongarlos sistemáticamente, pues son difíciles de cumplir y pueden originar en el niño ansiedad y sentimientos negativos.

El refuerzo positivo y el trabajo con las familias

Los programas de modificación de conducta son eficaces, pero funcionan con lentitud, por lo que los maestros debemos mantenernos consistentes en la implementación de los mismos con nuestros alumnos.

Hablar de refuerzo positivo es saber que si respondemos continuamente frente a las malas conductas podemos cerrar un círculo vicioso de mal comportamiento mantenido por la atención de los adultos. Por tanto, los adultos debemos procurar situaciones en las que el niño se sienta bien cuando se porte bien. A la hora de aplicar el refuerzo positivo tendremos presentes las una serie de pautas que son necesarias:

  • Definir las conductas de-seadas en el alumno. Por ejeplo, mantenerse sentado en la silla, pedir las cosas, interaccionar adecuadamente, finalizar las tareas.
  • Identificar reforzadores como recompensas materiales, alabanzas, prestar atención.
  • Hay que reforzar positivamente –con la mayor inmediatez posible– la emisión de la conducta deseada.
  • Aplicar frecuentemente el refuerzo positivo –especialmente en las fases iniciales de implementación–.

En lo referente a la coordinarción con las familias, frente a conductas inadecuadas es imprescindible reforzar los cauces de colaboración con las familias a fin de dotar de mayor coherencia y consistencia a la intervención educativa.

Colaboración reforzada por medio de las entrevistas del tutor donde llegaremos a acuerdos acerca de los objetivos a alcanzar y las pautas a implementar para la consecución de los objetivos marcados, así como un seguimiento más exhaustivo a través del contacto informal y directo diario –cuando la familia va a recoger al niño al centro–, llamadas telefónicas y de anotaciones efectuadas en la agenda.

Susana Tamayo
Equipo de Orientación Educativa y Psicopedagógica Alcobendas (Madrid)

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