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Escuelas que cambian el mundo

El mundo está lleno de escuelas donde los profesores y los alumnos se comportan de otro modo, donde las notas tienen otro sentido, los horarios cambian y las aulas y los pasillos son el escenario de actuaciones nuevas. Son las escuelas del siglo XXI.
Adrián ArcosMartes, 16 de febrero de 2016
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Desde Australia hasta Colombia, desde Finlandia a Ghana pasando por España, muchas de las más disruptivas metodologías de aprendizaje ya están siendo aplicadas. Con el objetivo de documentarlas y de facilitar su replicación en cualquier centro educativo, Fundación Telefónica presentó el pasado día 3 Viaje a la Escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, un proyecto que recoge el viaje realizado por el investigador y psicólogo Alfredo Hernando a lo largo de nueve meses por países de los cinco continentes en busca de lo que denomina las Escuelas21.

Son aquellas escuelas adaptadas a los requerimientos del siglo XXI, que están en permanente revisión para mejorar el aprendizaje de los alumnos y la participación de toda la comunidad educativa; aquellas que demuestran que es posible un modelo de escuela que actúe, cambie, crezca y se desarrolle creando comunidades de aprendizaje personalizado donde se garantiza el éxito de todos los alumnos.
“El mundo está lleno de escuelas donde los profesores y los alumnos se comportan de otro modo, donde las notas tienen otro sentido, los horarios cambian y las aulas y los pasillos son el escenario de actuaciones nuevas”, explica Hernando. Para Jorge Yzusqui, gerente general de Innova Schools (Perú), “la mayor barrera para innovar en el campo educativo somos nosotros mismos”, y reconoció que “el aprendizaje es necesario, pero el desarrollo de habilidades sociales es más importante. Al fin y al cabo, el conocimiento lo tenemos en el teléfono”.

La publicación recorre 50 colegios de todo el mundo, de los que cuatro son españoles, para demostrar cómo gracias a un proyecto de innovación integral, nacido de la investigación y que se manifiesta en pequeñas acciones cotidianas, es posible mejorar el proceso educativo y sus resultados.

Historias que inspiran
Entre los centros que recoge el libro destacan las Escuelas Barco promovidas por la organización Shidhulai en el Golfo de Bengala (Bangladés), y que escolarizan a más de 80.000 niños de los manglares, que se adaptan al calendario de cosechas y proporcionan energía en sus paradas a partir de sus techos solares. Pero también los Barefoot College (India y Sierra Leona), escuelas entendidas como comunidades de aprendizaje sin exámenes, sin certificados y sin profesores titulados, que incluyen clases nocturnas y de formación agraria, ligadas a las necesidades reales de aprendizaje.

También la Escuela Nueva, de origen colombiano, con presencia en muchos países de Latinoamérica, donde ante la falta de recursos, especialmente humanos, los alumnos van asumiendo el rol de profesor. El aula se caracteriza por la organización en círculos de aprendizaje, la generación de roles y la creación de secuencias didácticas que implican una participación activa y autónoma.

En Copenhague (Dinamarca) se encuentra el Ørestad Gymnasium, ubicado en uno de los edificios más vanguardistas del mundo, un gran cubo de cristal donde la gente trabaja en grupo o individualmente, y cuesta distinguir a los profesores. Para que ese aparente caos funcione se ha creado un horario especial: cada día cuenta con cuatro módulos divididos en 100 minutos. En cada módulo el profesor puede trabajar por proyectos o cualquier otra metodología, apoyándose en todas las posibilidades que ofrecen las instalaciones. Simplificando el horario, se consigue maximizar el aprendizaje y obtener el máximo partido. Para Morten Smith-Hansen, profesor del Ørestad Gymnasium, “es importante que los alumnos se sientan responsables de su aprendizaje”. Salir del espacio tradicional es vital para ellos, porque “el aprendizaje va directamente ligado a la arquitectura donde se aprende”.

Si queremos conocer un proyecto cercano que incorpora tanto el aprendizaje por proyectos como la utilización del espacio, lo encontramos en el Colegio “Montserrat” de Barcelona. Allí, las 18’00 horas es el momento en el que los alumnos de Secundaria presentan sus proyectos en el LeaderLab: un espacio abierto donde vida y aprendizaje van de la mano gracias a la personalización del currículo. Araceli Vendrell, directora de comunicación del colegio, asegura que emplean “las inteligencias múltiples como motor de cambio y transformación hacia el aprendizaje cooperativo, la cultura del pensamiento y el aprendizaje basado en proyectos”. “Enseñamos a los alumnos a compartir y les ayudamos a que se den cuenta de que son capaces de hacer las cosas”.

“Superaulas” en Madrid
En Madrid, el Centro de Formación “Padre Piquer” es pionero en España en la creación de superaulas en las que se juntan dos clases atendidas permanentemente por tres profesores. Con un alto índice de alumnos inmigrantes, encontraron en las aulas cooperativas un modo de integración académica y social donde los alumnos trabajan en grupos o de manera individual en diferentes proyectos. Durante la presentación el pasado día 3, Ángel Serrano, director del centro, compartió una metodología basada en “un aula cooperativa multitarea, una iniciativa de inclusión académica y social, sin barreras interiores de ningún tipo”. Provocando ilusión en el alumno, han logrado acabar con el absentismo.

La lista de escuelas del siglo XXI se cierra con dos ejemplos de los países más innovadores en el ámbito educativo: Innoomia en Finlandia, una escuela en la que prima el aprendizaje basado en proyectos, con estrategias de blended learning y con alta participación de profesionales del mundo laboral y oportunidades de emprendimiento; y el Kedi (Centro para la innovación y el aprendizaje de Corea del Sur) que está facilitando a las escuelas la implementación de programas de personalización del aprendizaje gracias a la integración tecnológica.

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