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Reflexiones sobre el pensamiento de Pedro Poveda

José Mª de Moya
Director de Magisterio
8 de marzo de 2016
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Se está estrenando estos días la película Poveda, una conmovedora historia de ficción a partir de la heroica y ejemplar vida de Pedro Poveda, fundador de las Teresianas. Destacó por su defensa de la no violencia en plena Guerra Civil, por su labor entre los más necesitados y por su audacia en la renovación pedagógica. Por esto último –y porque fui a un parvulario de las Teresianas– me ha apetecido indagar en las propuestas pedagógicas de este renovador, ahora que también vivimos tiempos de transformaciones educativas trimestrales (sic).

La vocación docente, para Poveda, es el motor que impulsa cualquier acción educativa: “Dadme una vocación –nos recordará– y yo os devolveré una escuela, un método y una pedagogía”. Qué oportunas palabras ahora que casi todo es innovación pedagógica y nuevas metodologías. Hay una suerte de escapismo detrás de mucha de esta monserga. El profesor parece encontrarse en un callejón sin salida entre un pasado al que no desea volver y una realidad, la del día a día, que no soporta. La realidad de las escuelas de hoy, de los alumnos de hoy y de las familias de hoy es dura y no siempre es aceptada por parte de un profesorado, a veces, poco vocacional. Es entonces cuando emprenden la huida hacia ese paraíso perdido de la Educación del futuro o del siglo XXI del que, a lo tonto, ya hemos consumido década y media y todo sigue bastante parecido. Por eso, Poveda hablada de una pedagogía basada en “el aquí y en el ahora”, no en los alumnos o en las familias o en el tipo de enseñanza que me gustaría tener en un sistema educativo imaginario. Un profesor con vocación, con actitud, puede más que la metodología más revolucionaria e innovadora.

Sin embargo, este enfoque realista de la Educación no estaría completo en el pensamiento de Poveda sin lo que él denomina “sueño” o esa capacidad de visualizar el futuro, de proyectar, de pensar caminos nuevos. Así, por ejemplo, imaginaba colegios “donde los profesores noveles, los que aspiran a serlo, y los encanecidos en el saber y en las lides de la enseñanza, podrán estudiar, practicar, escribir y conferenciar; en ellos podrán robustecerse los vínculos de fraternal amor”. En definitiva, soñar con los pies en la tierra.

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