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Academies en Inglaterra: un agrio debate entre autonomía y rendición de cuentas

El gobierno tory planea convertir a toda la Pública en este peculiar formato de institución escolar, aumentando así la independencia de colegios e institutos para definir su currículum y reorientar sus objetivos pedagógicos.
Rodrigo SantodomingoMartes, 7 de junio de 2016
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Todos los colegios e institutos públicos de Inglaterra ­–Escocia, Gales e Irlanda del Norte van por libre– tendrán que pasar a ser academies para el 2020. En lo que se adivina como la mayor revolución estructural de la Educación inglesa en los últimos años, la medida implica que la totalidad de la Pública contará con mayor autonomía financiera y curricular, y dependerá directamente del gobierno central y no del local como, en su mayoría, venía haciendo hasta ahora. Más aún, el grueso de las escuelas tendrá un patrocinador privado que aportará fondos a sus presupuestos y ocupará un papel relevante en la toma de decisiones (ver apoyo en esta página para una explicación detallada de este formato escolar).

Aunque el bombazo cayó definitivamente el pasado marzo mediante diversas apariciones públicas de la ministra de Educación, Nicky Morgan, su lanzamiento por los conservadores británicos llevaba meses, incluso años, gestándose. El pasado octubre, el primer ministro David Cameron dejó caer en una conferencia que vislumbraba un futuro educativo libre de “cadenas de los burócratas locales”, en referencia a las 152 Local Education Authorities (LEA) que en parte aún regulan y supervisan la enseñanza obligatoria en Inglaterra.

Años atrás, el anterior ministro de Educación, Michael Gove, ya había promovido leyes que favorecían la expansión del formato academy, y algunos medios como la BBC sugieren que en su mente siempre estuvo la conversión total que solo ahora se han atrevido a hacer los tories. No en vano, el think tank Policy Change, fundado por el propio Gove, publicó el año pasado un documento que abogaba por la plena reconversión academy en un plazo de cinco años.

Oposición
Los planes para transformar en academies a las alrededor de 19.000 escuelas (la mayoría colegios de Primaria) que todavía operan bajo el control de las LEA han topado con la rotunda oposición de los laboristas y los principales sindicatos educativos. En una encuesta realizada por la National Union of Teachers (NUT), el 93% de los directores aseguró estar en contra del cambio forzoso.

Entre aquellos que no ven con buenos ojos la implantación masiva del modelo academy, sobresale el argumento de que, al apartar al gobierno local de cuestiones educativas, la rendición de cuentas queda seriamente menoscabada. Mientras, las nociones colaborativas y de articulación de un engranaje colectivo de acción escolar a pequeña escala pasarían al olvido. Además, esto ocurriría en favor de una mayor autonomía que no está claro redunde positivamente sobre el rendimiento del alumnado a nivel global, uno de los objetivos con los que los conservadores justifican la reconversión.

Otro motivo para la discordia tiene que ver con la supuesta falta de patrocinadores solventes (cuya participación es, sin ser obligatorio, una opción muy habitual) para tanta escuela. Aunque abundan los casos de éxito al hacer remontar el vuelo a escuela fallidas, también es cierto, alegan los opositores, que muchos patrocinadores actuales no cuentan con experiencia alguna en el mundo educativo. En parte como consecuencia de este desconocimiento, algunas academies –en especial cadenas de varias gestionadas todas por un mismo patrocinador– están arrojando pobres resultados en las evaluaciones a las que son sometidas.

El secretario general del NUT, Kevin Courtney, aseguró en una nota de prensa que el gobierno “ha mostrado finalmente sus prioridades educativas”, las cuales “no tienen que ver con la libre elección, la autonomía o la mejora de resultados”, sino con una “privatización del sistema educativo” y un interés en que las escuelas no tengan que “rendir cuentas ante los padres, el personal del centro o las comunidades locales”.

Sorpresa
La medida ha sorprendido especialmente porque sobrepasa con mucho otra propuesta sobre ampliación de este formato escolar anunciada el pasado febrero. Esta establecía la obligatoriedad de pasar a ser academy para los colegios e institutos que obtuvieran, tras el informe del Ofsted (organismo encargado de la inspección), las calificaciones de “requiere mejora” e “inadecuado”. Las otras dos, “bueno” y “excelente” podían, como ocurre desde 2010, cambiar de formato voluntariamente.

En declaraciones al periódico The Guardian, el responsable de Educación en la Local Government Association, Roy Perry, dijo recientemente que el 82% de las escuelas bajo control local han sido catalogadas como buenas o excelentes, algo que “desmonta la opinión de que las LEA son obstáculos para la mejora del rendimiento”.

Simultáneamente, se alzan las voces de aquellos que citan ejemplos de academies con un funcionamiento ejemplar. Es el caso de la “Mossbourne Community Acade­my”, en la localidad de Hackney, cuyo edificio principal fue diseñado por el arquitecto Richard Rogers, conocido en España por ser el autor de la T4 del Aeropuerto de Barajas. Todo en Mossbourne destila modernidad, y sus líneas de vanguardia metodológica han conseguido mejorar drásticamente los resultados. Su patrocinador es Clive Bourne, un empresario británico con amplia proyección filantrópica.

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