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Educar el carácter en cinco pasos

José Mª de Moya
Director de Magisterio
28 de junio de 2016
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Sorprende José Antonio Marina con una afirmación que restaña las heridas abiertas a cuenta de la polémica Educación para la Ciudadanía. “Si hubiera estado en mis manos –dice–, en vez de Educación para la Ciudadanía hubiera incluido en el currículo la Educación del carácter, porque creo que cumple mejor los objetivos que aquella se proponía y proporciona a los profesores muchos más recursos didácticos”. No puedo estar más de acuerdo y me alegra escucharlo. Matizaría en todo caso que no es vía curricular el mejor modo de inocular hábitos en los alumnos. Si un adolescente no se hace la cama, créanme, no es porque no es porque no distinga el bien del mal o porque no haya escuchado la parábola del buen samaritano o leído Ética para amador. Como explica Martin Berkowitz, director del Centro para el Carácter y Ciudadanía de EEUU, “no tengo nada en contra de una asignatura específica pero la veo relativamente poco importante. La Educación del carácter trata fundamentalmente de los valores implícitos en la escuela y en los adultos que la integran”.

Berkowitz explica su modelo en una entrevista en exclusiva que publicamos en el suplemento ENIAC de este número. Y como a los americanos les gusta poner nombres, su propuesta en cinco pasos responde al acrónimo PRIME:

1. Priorización. El objetivo principal del centro debe ser el desarrollo de la personalidad del alumno. Tras la borrachera academicista, urge recuperar una visión más holística de la Educación y confiar en los maestros para tan noble tarea. Es su auténtica vocación.

2. Relaciones. Fomentar el contacto no solo entre profesor y alumno, sino también entre profesor y familia, profesor y profesor, etc.

3. Interiorización. Los alumnos deben interiorizar los valores y no repetirlos de forma autómata. Nos estamos pasando con tanta motivación extrínseca via premio o castigo. Si cuando leas esto ya le has dado el premio por la notas, pues para el año que viene.

4. Modelado. Los adultos deben modelar las virtudes de los alumnos/hijos. ¿Cómo? Siendo modelos para ellos.

5. Empoderamiento. Fomentar su autonomía y reponsabilidad.

Se me ocurre que el verano es una estupenda ocasión para ensayar. En todo caso, felices vacaciones y nos leemos a la vuelta.

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