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Falta de visión

Carmen Guaita
Maestra y escritora
3 de noviembre de 2016
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Hace unos años, Androula Vassiliou, por entonces comisaria europea de Educación, denunció la «falta de visión» de algunos gobiernos con respecto a las políticas del profesorado con estas palabras: «Los Estados de la UE pronto tendrán que contratar profesores para colmar el vacío que ha dejado y dejará la oleada de jubilaciones (…). Es importante hacer atractiva la carrera docente para poder contratar a los mejores candidatos y estimular a las personas a escoger la profesión, una práctica que no siempre cumplen los Estados. Además será cada vez más necesario persuadir a los docentes experimentados de que permanezcan en la profesión en vez de jubilarse, y esos docentes puede que necesiten apoyos suplementarios».

Vamos a acercarnos un poco más a estas declaraciones:

Contratar profesores en todas las materias.

Desde 2011, en España se han perdido decenas de miles de puestos de trabajo docente y se han dejado de ofertar decenas de miles de plazas en las oposiciones. Estos recortes han lesionado la estabilidad de las plantillas, la renovación de los efectivos y las medidas de calidad: Idiomas, TIC, atención individualizada…, sin profesores suficientes son palabras, nada más.

Hacer atractiva la carrera docente para poder contratar a los mejores candidatos y estimular a las personas a escoger la profesión.

Para construir la casa desde los cimientos, la piedra angular debe ser la política del profesorado. Empezando por el principio. No fue así con la Lomce y sigue colgando aún, como esa asignatura de pesadilla que arrastran hasta la treintena algunos universitarios. Por ejemplo, la formación inicial de los docentes sigue siendo poco ajustada a la realidad de las aulas y a las necesidades de innovación. El avance de la titulación de Grado en Magisterio pierde valor si ignora hacia a dónde se está moviendo ya el viento de la Educación. Yo misma percibo cada año, en los alumnos de prácticas que vienen a mi clase, el asombro por la diferencia entre la teoría académica y la realidad escolar. Por su parte el Máster de Secundaria está resultando poco innovador, sujeto a diferencias enormes entre unas y otras facultades.

Una vez definida la formación inicial, debería establecerse un nuevo sistema de acceso a la función docente. Es preciso que quede insertado en una norma básica de carácter estatal, que contemple un periodo amplio de práctica docente previa a la condición funcionarial y que no se vea interferido por la baja tasa de reposición de efectivos, es decir que no frene el acceso de los más motivados por la tarea educativa. Entre los despidos de quienes tienen experiencia y las puertas cerradas para la primera oportunidad perdemos vocaciones en una labor que las necesita imperiosamente.

Por su parte, el Estatuto Docente ha desaparecido hasta de las declaraciones políticas, sustituido en parte por libros de varios colores. Es imprescindible una norma marco que, desde las particularidades de la docencia, establezca una carrera profesional bien diseñada y con alicientes, que subraye la formación permanente, valore las iniciativas, esté bien retribuida y mejore el reconocimiento social.

Persuadir a los docentes experimentados de que permanezcan en la profesión en vez de jubilarse, y esos docentes puede que necesiten apoyos suplementarios.

Esta frase de Vassiliou se explica por sí sola. Pero, ¿cómo hacerlo en España sin carrera profesional, sin reconocimiento social, con algunos gobernantes tachando a los docentes de vagos e ignorantes? ¿Cómo explicarle a una profesora veterana que el retraso en la edad de jubilación no es un drama? ¡Si ha visto desaparecer a su alrededor los programas de apoyo, las retribuciones y los derechos laborales!

Los docentes españoles son jóvenes en edad o en espíritu, sobradamente preparados, motivados y resilientes. Nunca abandonan la esperanza. Lo sé porque trabajo con ellos. Ninguna mejora de la Educación podrá hacerse a sus espaldas.

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