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"Ninis" mujeres

Lunes, 28 de noviembre de 2016
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A finales de 2013 escribí un artículo titulado «Alumnas» en donde las describía como la “joya de la corona” del sistema educativo español, para ello exponía una serie de datos que apoyaban semejante afirmación y que será conveniente recordar.

La alumnas suponían a esa fecha el 48,7% de los estudiantes del sistema escolar, con el contraste de que al llegar al Bachillerato, son ya el 53,2% y en los PCPI solamente suponen el 31,3%; y en FP de Grado Medio ya son un 45,2% de alumnas y en FP de Grado Superior, un 49,6%; datos todos ellos referidos al curso 2011-12. Toda esta evolución culmina con el dato que a los 18 años, las chicas ya están en un 38,6% presente en la Educación Superior, frente a un 26,8% de los varones.

Así mismo las tasas de idoneidad en ambos sexos se van deteriorando según se avanza en etapas educativas, pero lo hacen en mayor medida los varones que las mujeres. Así, al finalizar la Educación Primaria, la diferencia entre ellos es de 5 puntos y al concluir la ESO de 11 puntos, no estando en su curso académico correspondiente un 52,3% de las alumnas frente a un 63,3% de los chicos.

Todo ello nos lleva a pensar que la proyección de esos alumnos unos años después tendría un efecto positivo para las mujeres, pero la realidad de los datos aportados por la OCDE resulta descorazonadora. Teniendo en cuenta que esos alumnos de esos pocos años atrás son los protagonistas de los “ninis” de hoy, la realidad actual nos describe que uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja en España. Ese 22,8% son 1.642.804 personas según el padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE) a enero de 2015.

Algo más de 1,6 millones de chicos y chicas que no logran su lugar en el mercado laboral, siendo el 23% de mujeres y el 22% de hombres, penalizando nuevamente a las mujeres después del mayor esfuerzo realizado por ellas.

De hecho, en el pasado las mujeres han tenido que afrontar una historia colectiva y personal de verdadera superación para llegar a los resultados educativos con los que cuentan hoy en día; y, para apreciarlo, nada como analizar la evolución que han protagonizado. Para ello utilizaremos a título comparativo dos tramos de edad, de 25 a 34 años y de 55 a 64 años tanto en la segunda etapa de Educación Secundaria y en la Educación Superior. En la segunda etapa de Secundaria, entre 55 a 64 años de edad un 15,7% de los hombres han alcanzado ese nivel y un 14,4% de mujeres. Frente a ello, las mujeres de 25 a 34 años que alcanzan este nivel son un 26,1% y los hombres un 24,6%. Es decir ya han conseguido adelantar ligeramente a los hombres en Bachillerato y Grado Medio de FP.

En el caso de la Educación Superior, considerando el tramo de 55 a 64 años, los hombres que han alcanzado ese nivel son el 22,3% por un 15,3% de mujeres; ahora bien, cuando pasamos al tramo de 25 a 34 años, los hombres son un 34,4% frente a un 44,1% de ellas. La mejoría de los hombres ha sido de 12,1 puntos porcentuales y, en cambio, las mujeres han avanzado 28,8 puntos.

Más aun para culminar este proceso innegable de la diferente actitud de hombres y mujeres con respecto a su disposición a mejorar , en la actualidad, del total del profesorado de enseñanzas escolares de todas las etapas, un 70,2% son mujeres, nada novedoso siendo ya las mujeres en 2014 el 60% de los graduados universitarios.

Pero pese a todo ese esfuerzo de las mujeres, es evidente que a ellas no solo les cuesta más tener un empleo, como dice el informe Panorama de la Educación 2016, sino que en España la diferencia salarial que afrontan es que con la misma Educación Superior ganan solamente alrededor de un 82% de los ingresos de los hombres con el mismo nivel de formación.

Todo ello a pesar de que la mayoría de los docentes son mujeres en Primaria y Secundaria (no así curiosamente en la universidad, en donde solo ocupan el 42% de las plazas) pero solamente el 45% de los puestos de dirección de los centros escolares son ocupados por ellas.

El famoso “techo de cristal” y la discriminación por género sigue vigente y teniendo en cuenta que en nuestro país han crecido los «ninis» en el periodo 2005 a 2012 casi un 10% llegándose a situar en un escalofriante 25,7%, muy lejos del 14,8% de la UE, aunque desde 2012 a la fecha registra una bajada esperanzadora al 22,8%. Por tanto es fácil aventurar que las mujeres siguen sufriendo una doble discriminación en la que su esfuerzo no se ve justamente reflejado en su legítimo beneficio.

Parece que las estrategias de afrontamiento de la lacra de los «ninis» deberían ser diferentes por género y mientras que en el caso de los varones es principalmente un problema de carácter educativo, en el caso de las mujeres no es la escuela el mecanismo principal y único para la solución.

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