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La gestión de emociones, clave de la felicidad en la familia

Esta es una de las conclusiones más repetidas en la Semana del Bienestar organizada por el British Council School. Una iniciativa que ha reunido a expertos en psicología infantil en Madrid bajo el lema "Educar bien es educar en valores". Saber manejar la frustración y fomentar valores como la autonomía y la seguridad es clave.
RedacciónMartes, 21 de febrero de 2017
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Para Joanna Tucker, directora de Oxpip (The Oxford Parent- Infant Project) y una de las participantes de esta segunda edición «es muy importante el papel de los padres a la hora de saber trabajar las emociones», explica. «No se nace sabiendo ser padres, tendemos a repetir el rol de nuestra familia pero nadie nos enseña. Antes de tener hijos es fácil pensar en conceptos como la paciencia, el amor, la tolerancia… pero el nacimiento de un hijo supone que hay una diferencia entre lo que queremos y lo que podemos hacer. Con el tiempo aparecen otros conceptos como la falta de intimidad, los celos o las rabietas…y estas emociones no se saben gestionar, no se hablan. Para enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones, primero tenemos que saber gestionarlas nosotros».

Entre los consejos para que los padres puedan aprender a gestionar las emociones se encuentran:

Ayudarles a fomentar su autonomía

«En edades tempranas (sobre todo de 0 a 3 años) los niños necesitan que los padres respondan de una manera muy rápida y eso pasa por ser un referente de seguridad. Pero poco a poco irán necesitando fomentar su autonomía, querrán demostrar que pueden ser independientes. Necesitan tener impacto en el mundo, saber que pueden hacer cosas y resolverlas y hay que darles la oportunidad de hacerlo».

«Esto a veces supone un conflicto con los padres, por una parte porque ser independientes significa que a veces los niños quieran negociarlo todo, y por otra, porque a veces lo que es mejor para los niños no es lo mejor para los padres”, señala. “A menudo nos olvidamos de lo que necesitan los niños como por ejemplo el derecho a jugar».

La importancia de jugar

«Los primeros años de nuestra vida son cruciales para aprender a resolver muchas situaciones y el juego es un elemento muy importante a la hora de construir relaciones. Debemos dedicar más tiempo a jugar con nuestros hijos y a veces el jugar es simplemente observar y ver lo que necesitan y como pueden resolver las situaciones que los juegos plantean. Que un niño pequeño te de una pieza de LEGO no significa que quiera hacer una torre –explica– a lo mejor simplemente te lo está enseñando, quiere que lo sostengas y sin embargo la respuesta del adulto suele ser coger la pieza y formar una torre para enseñarle una forma ya hecha. Anticipamos sus reacciones sin dejar que sean ellos los que intenten hacer las cosas que realmente quieren hacer».

«Jugar ayuda a las familias a estar emocionalmente y físicamente juntos. Pasar 20 minutos con los niños les puede ayudar mucho porque refuerza su seguridad y su autoestima. Pero además el juego les ayuda a interactuar con otros en diferentes situaciones. Les enseña que no siempre van a ganar o que no van a ser buenos todo el tiempo ni que tienen que ser los mejores», explica.

Aprender a frustrarse

«Los niños tienen que aprender a frustrarse y tienen que aprender a recuperarse cuando las cosas no funcionan o no salen como ellos quieren. A veces esto supone tener que manejar situaciones que como padres nos ponen igual de furiosos que a ellos. Deben saber que vamos a estar a su lado pero tienen que aprender a resolver las situaciones si el día de mañana queremos que lo hagan en la vida real».

Por su parte Eva Millet, autora del libro Hiperpaternidad, destacó también la importancia de la autonomía en los niños explicando las consecuencias del aumento de la sobreprotección en la actualidad.

«Hemos pasado del modelo mueble («ni caso al niño» que decían las abuelas) al modelo «altar» donde los niños son los Luis XVI de las casas, donde los demás están a su servicio y se les consulta y se les permite absolutamente todo. Los niños se han convertido en seres intocables, que son continuamente justificados, exhibidos y con agendas programadas en las que apenas tienen tiempo de jugar».

«Hay una tendencia a querer ser padres perfectos de niños perfectos y esto está provocando que los niños tengan muchos más miedos. Es lo que yo llamo «Niños L’Oreal», porque yo lo valgo, que tienen poca autonomía y baja resistencia a la frustración, porque desde que han nacido se les ha dicho que son lo más, se les ha consultado todo y no se les ha pedido nada a cambio. Se sienten importantes pero no saben cómo resolver las cosas porque siempre se las han resuelto y esta falta de autonomía es muy peligrosa. La sobreprotección es equivalente al miedo y los miedos te paralizan, te incapacitan por pequeños que sean. No podemos resolverles continuamente sus problemas».

Para Millet, una de las claves es que no dejamos a los niños ser niños. «Hoy en día no tienen tiempo de nada, ni siquiera para aburrirse ni para asombrarse. Ya lo han visto y hecho todo y debemos dejarles tiempo de aburrirse porque de ese aburrimiento pueden surgir las ideas más creativas».

Para Claudia Jaime-Xibixell, psicóloga, orientadora del British Council School y autora de la Guía de inteligencia emocional, «la mejor manera de ayudar a nuestros hijos es comunicarnos con ellos, enseñarles a manejar sus emociones, escucharles y también saber ponerles límites. Necesitam os conseguir transmitirles una clara actitud de que nos interesa lo les ocurre, si somos capaces de mostrarles nuestra confianza y de que sientan seguros con nosotros, será más fácil prevenir determinadas situaciones como el acoso escolar».

La Semana del Bienestar es una iniciativa del British Council School en respuesta al programa Every Child Matters (Cada niño es importante), que vela por el bienestar emocional y físico de los niños en Reino Unido. Para Gillian Flaxman, directora del British Council School, «es fundamental la educación en valores como la superación o la confianza en uno mismo, ya que son elementos claves para que el día de mañana esos mismos niños tengan la seguridad suficiente como para demostrar su potencial al mundo y conseguir lo que se propongan».

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