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El cole que apostó por el juego como clave del proceso de aprendizaje

Cada semana se realiza un proyecto de juego diferente, a veces surgen dos, donde el escenario de juego se presenta como una sorpresa.
Martes, 28 de marzo de 2017
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“… Solamente jugando el individuo –niño o adulto– es capaz de ser creador y utilizar su personalidad en plenitud. Solo siendo creativo el individuo encuentra su yo, se encuentra a sí mismo, existe plenamente”, Bernard Aucouturier.

Si sabemos que el juego desarrolla el pensamiento, la creatividad y la imaginación, ¿por qué no está más presente en nuestras aulas? Mi escuela, en Cantabria, ofrece “en el piso de abajo” un lugar para divertirse, donde pasar el tiempo, sin retos, con placer.

Cada semana presentamos un proyecto de juego diferente, a veces surgen dos, depende siempre de lo que esté ocurriendo en la escuela. El escenario de juego se presenta como una sorpresa, como algo extraordinario que ha sucedido, de la que disfrutarán todos los niños que lo deseen, desde las aulas de 2 años hasta las de 5-6, en muchas ocasiones invitamos a los niños de Primaria.

Las compañeras decimos cuál es el momento más adecuado, ya que no establecemos calendarios rígidos, sino que este espacio común lo utilizamos como disfrute de todos, niños y mayores. La duración de la propuesta es efímera. Desaparece cuando pasan todos los alumnos. La sesión nunca es igual, la instalación se va trasformado, cada grupo disfruta de una forma diferente. Al final de la sesión los propios niños reorganizan el espacio y se lo regalan a los compañeros, que jugarán después, de una forma especial es “su sorpresa”.

Para diseñar estos espacios de juego nos inspiramos en diferentes artistas contemporáneos , tomamos sus propuestas, las adaptamos a nuestros materiales y espacios intentando regalar a los pequeños lugares con una riqueza estética en su presentación donde, al mismo tiempo, nos permita desplegar múltiples posibilidades pedagógicas.

Los objetivos conseguidos superan los propios de la expresión plástica, abordan toda clase de técnicas, procesos, conceptos y actitudes, rein­ventan una practica escolar divertida y motivadora.

El cubo
Viajando por internet descubrimos una estructura en un colegio, era un cubo formado solo por las aristas de madera, lo utilizaban como recurso educativo. Imaginamos sobre todas las posibilidades que nos podía ofrecer y la infinidad de espacios ficticios de juego que podían surgir allí.

Era muy apropiado porque parecía un material que permitía transformar de forma lúdica, y también permitía procesos abiertos e inacabados, ya que en cada momento el final podía ser diferente. Pensamos sobre las medidas y decidimos hacer dos, uno de un tamaño de dos metros de lado para crear un espacio amplio que sirviera para ofrecer posibles instalaciones y otro cubo más pequeño para el interior del aula de metro y medio. Este último crearía una zona nueva más de la clase, donde los pequeños podrían dar libremente rienda a su imaginación, una casa, una cárcel, una cueva, un castillo…

Buscando una zona libre donde crear nuestro cubo decidimos conquistar otros espacios, hasta ahora utilizados como zonas de paso y sin ningún interés didáctico. Decidimos colocar el cubo grande en una zona común, como el pasillo, donde pudieran tener acceso todos los niños desde el aula de 2 años hasta los de 5.

Este espacio de juego daría lugar desde juegos sensoriomotores –que duran toda la vida–, presimbólicos –pues sería un lugar donde esconderse, donde puede imaginar…– a simbólicos –pues iba a permitir conectar mentalmente con los otros–.

El cubo es un espacio habitable, de investigación y experimentación, donde crear conocimiento, donde se respeta la individualidad y convive la cooperación al mismo tiempo, un lugar donde jugar, donde es libre de manipular, que favorece el deseo y el placer.

Cuando decidimos vestir el cubo con telas o plásticos, la envoltura del cubo nos protege, nos hace sentirnos seguros, protegidos…y nos permite descubrir nuevas sensaciones y mágicas actuaciones. Vigilar, ocultar, adentrarse, penetrar, indagar, prorrumpir…

En este viaje al cubo conquistamos un nuevo espacio construyendo y creando con objetos diferentes, materias discontinuas como arena, arroz, sal, pan rallado que dialogan con otras como tubos de cartón , botellas de plástico, gomas de manguera transparente, coladores, embudos… diseñando nuevos territorios de juego.

Cuidamos el ambiente cuando diseñamos momentos de juego en este espacio, la estética surge con los objetos, forma parte de la vida, emerge en la escuela a partir de la distribución de los materiales.

El cubo, como diría Alfredo Hoyuelos, “cumple para el educador las tres funciones primordiales complementarias: por una parte, construir ámbitos habitables, por otra, construir escenarios de juegos espaciales y, por último , observar atentamente cómo los niños se desenvuelven en dichos escenarios”.

Mª Paloma García González
CEIP “Elena Quiroga” de Santander

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