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Estrés postraumático

Carmen Guaita
Maestra y escritora
7 de marzo de 2017
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Si un viajero de galaxias lejanas quisiera que le pintásemos la historia de la Educación en España en estos últimos años, tendríamos que expresarla como uno de esos grabados hipnóticos de Escher, con sus escaleras que no van a ninguna parte. Desde el Pacto que quiso y no pudo lograr el ministro Gabilondo, hasta la ausencia de diálogo con el ministro Wert y su equipo, y la voluntad de acuerdo del ministro Méndez de Vigo, todo sería un camino de vueltas y revueltas si no estuviera por medio una enésima Ley Orgánica de Educación, elaborada de espaldas a todos pero cimentada, como siempre, en la vieja Logse. Y por supuesto si no estuviera, como telón de fondo, una crisis más larga de la cuenta, que se ha cebado en los alumnos más frágiles y en el profesorado.

Hoy, con la Lomce casi terminada de implantar, parece que se va en serio: habrá Pacto. Sin embargo, los miembros de la comunidad educativa hemos sufrido una especie de estrés posttraumático y ya no somos tan ingenuos como al principio de esta historia. En el recorrido hemos sufrido el maltrato, el despilfarro, la tensión y la burla que ha sido la Lomce. Desde mi escuela recortada, sin planes de apoyo, sin atención a la diversidad y sin profesores suficientes, he visto llegar los libros nuevos, cuajados de contenidos y con los niveles de exigencia hipertrofiados. He tenido que preparar a toda marcha con mis alumnos las pruebas externas, con el único objetivo de aprobarlas y ese es el valor que les he transmitido a mi pesar: se estudia para aprobar, no para aprender. Y ahora resulta que todo lo que era innegociable y absoluto para el gobierno anterior, un año después, con el mismo partido y el mismo presidente, ya es relativo y se puede pactar, derogar y olvidar.

Vamos a tener un Pacto de Educación por fin, sí, pero qué tristeza por el tiempo perdido, por el dinero despilfarrado, por la comunidad educativa desconcertada. Nuestros refranes, siempre tan pragmáticos, dicen que bien está lo que bien acaba. Sin embargo, solo habrá un verdadero Pacto si acordamos, en serio y con cabeza, lo que queremos para nuestro país en los próximos 20 años. Solo habrá un verdadero pacto si aceptamos que se debe invertir en profesorado y en recursos para atender cada necesidad del alumnado. A ver si conseguimos superar tantos errores. Son demasiados.

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