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Ingredientes del Pacto: grandeza y pluralidad

José Mª de Moya
Director de Magisterio
14 de marzo de 2017
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Estoy siguiendo con enorme interés las comparecencias de la Comisión del Congreso para el Pacto Educativo. Representantes de sindicatos de profesores, patronales de la enseñanza privada y concertada y de federaciones de alumnos están circulando ante sus señorías. No quisiera engañarme al decir que noto un inusitado espíritu de consenso entre quienes tradicionalmente han defendido posiciones antagónicas, peor aún, entre quienes hasta ahora han defendido sus legítimos intereses particulares atacando al adversario.

Desde este rincón he criticado cordialmente a los insiders de la Educación porque frecuentemente se envuelven en la bandera de grandes principios para defender los que simple y llanamente son intereses particulares. Les pasa a la Privada y a la Concertada cuando levantan la bandera de la libertad para defender la desgravación o los conciertos; a los sindicatos cuando enarbolan la calidad de la enseñanza para defender ratios, incrementos salariales… e, incluso, la jornada continua. Por este motivo y para evitar el pim pam pum de intereses contrapuestos hemos recomendado la irrupción en el debate de los outsiders de la Educación, aquellos que no viven de ella pero les concierne como simples ciudadanos: personalidades de prestigio, representantes del mundo de la cultura y de las artes, etc. Se trata de abrir ventanas para que entre el aire fresco de quien corporativamente no tiene nada que perder ni que ganar en todo esto. En la segunda tanda de comparecencias de la Comisión habrá cabida para algún outsider pero me temo que será testimonial.

Y sin embargo y contra todo pronóstico la mayoría de los representantes de organizaciones están aportando los dos ingredientes, a mi juicio, indispensables para todo acuerdo, a saber, grandeza y pluralidad. La grandeza para sobreponer el interés general por encima de los legítimos intereses corporativos (aquí suele cojear más la derecha) y la pluralidad para renunciar a imponer al conjunto de la sociedad mi propia posición ideológica por muy sagrada que me parezca (aquí encontramos a parte de la izquierda). Después de años escuchando desde esta publicación toda suerte de enfoques educativos he llegado a la conclusión de que el único acuerdo posible pasa más por aceptar las diferencias que por ponernos de acuerdo. Para ello se requiere mucha humildad.

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