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Por una motivación bien entendida (y 2)

José Mª de Moya
Director de Magisterio
19 de septiembre de 2017
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Quiero seguir esta semana diciendo alguna cosa más sobre el concepto de motivación y su relación con el esfuerzo que deben poner y la actitud que deben tener los alumnos. En este punto recomiendo una interesante entrada de Santiago Moll en su blog Justifica tu respuesta que lleva por título “Mis 10 diferencias entre motivación y determinación”. Moll considera que actuar por determinación es mucho más eficaz a la larga que hacerlo por motivación. “La motivación es necesaria. La determinación es extraordinaria”, concluye.

Por otra parte, hemos olvidado que hay diversas motivaciones a la hora del desempeño de cualquier actividad. El management o la dirección personas en las empresas tradicionalmente las ha clasificado en tres categorías. Las motivaciones intrínsecas, las extrínsecas y las trascendentes. Las intrínsecas son aquellas directamente relacionadas con el desempeño de la actividad, por el placer que supone dar clases (en el caso de un profesor) o por el placer de aprender (para un alumno). Pero hay otras motivaciones que, frecuentemente, se obvian o se minusvaloran.

Las motivaciones extrínsecas son aquellas que no proceden del propio trabajo sino de algún efecto colateral. En el caso de un profesor, estaríamos hablando del salario o del trato con los compañeros de Claustro. Para un alumno, la motivación extrínseca por excelencia serán las notas o el reconocimiento de sus padres.

Finalmente, las motivaciones trascendentes son aquellas que no se encuentran ni dentro ni alrededor sino muy por encima, tan por encima como la capacidad de trascender de que uno sea capaz. A los profesores vocacionales les resultará fácil de entender: darse a los demás, servir a la sociedad, realizarme como persona, etc. Un alumno suficientemente maduro también puede responder a este tipo de motivaciones.

Recordaréis la historia de los tres albañiles subidos al andamio de la catedral. Al preguntarles qué hacían, el primero contestó: “Yo tallo piedras”; el segundo: “Yo saco adelante a mi familia”; y el tercero: “Yo construyo catedrales”. Podríamos pensar que la motivación del tercero era la más sublime y tal vez lo sea, pero todas son necesarias… Habrá que descubrir qué motivación es la que mueve a cada alumno, saber tirar de ella y estimular pacientemente las demás.

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