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La fórmula contra el acoso: disciplina + afecto

José Mª de Moya
Director de Magisterio
16 de enero de 2018
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No estamos muy positivos en el número de esta semana. Abrimos con un amplio reportaje sobre el primer aniversario del teléfono contra el acoso escolar, el Observatorio de la Convivencia, etc. No contentos, continuamos en página 5 con un estudio presentado por el sindicato CSIF sobre la incidencia en el profesorado de la violencia en las aulas. A pesar de que se ha titulado así y tal vez peque de angelismo, pero hablar de violencia me parece excesivo. Creo más apropiado hablar de conflictividad… Por otra parte, habrá que tomar como lo que es una “encuesta” basada en 2.000 cuestionarios distribuidos entre el profesorado. Más bien se trata de una consulta, una recogida de opiniones, etc. pero no una encuesta propiamente dicha que exigiría de una metodología científica que aquí no existe.

En todo caso, el nivel de incidencia tanto en alumnos como en profesores sigue siendo muy alto. El 14% de los alumnos afirma haber sufrido algún tipo de acoso en su colegio, cifra que está por debajo de la media de los países de la OCDE (18,7%), según PISA 2015. En cuanto a los docentes, y según el informe de CSIF, el 90% dice convivir en situaciones de violencia en el aula y el 75% cree que tiene muy poca o ninguna autoridad. Insisto en que estos datos habrá que cogerlos con pinzas porque en este tipo de consultas suele participar el profesorado más afectado y, por tanto, hay un sesgo inevitable. Hasta aquí los datos.

Una de la conclusiones que se desprende me ha encantado: “Los centros educativos españoles con mayor nivel de disciplina y una alta dosis de afecto gozan de menos problemas de acoso escolar que los centros con un clima de disciplina negativo”. Por tanto, disciplina y afecto, esa es la receta. Digo que me ha encantado porque está en plena sintonía con el concepto de “salud digital” que estamos impulsando desde Aula Siena, gracias a la colaboración de Guillermo Cánovas, presidente de EducaLike.

Aquí no sirve ni el atajo del autoritarismo, ni el del buenismo. Podrás cachear a tus alumnos al entrar en clase, pero si no lo endulzas con el ingrediente del afecto, no servirá de nada. Podrás ser el mejor colega de tus alumnos, como pierdas la autoridad y no te tengan respeto, estarás perdido. Autoridad y afecto no se contraponen, al contrario, se retroalimentan.

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