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El adolescente te da lo que esperas de él

José Mª de Moya
Director de Magisterio
27 de febrero de 2018
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Mientras escribo estas líneas levanta el telón la V edición del Festival Internacional de Cine y Educación de Madrid. Por la Filmoteca Nacional circularán miles de esos adolescentes que suelen dar lo que se espera de ellos, ni más ni menos. Si se espera mucho, te dan mucho; si poco, poco. El festival Educacine es buen ejemplo. No les damos Marvel ni la última bobada de Torrente, le damos cine de calado y en VOS; y no se oye una voz. Saben que están ante algo serio, ante dramas humanos, ante giros emocionales, ante realidades sociales duras, ante dilemas morales, ante conflictos existenciales… No me gusta presentar Educacine como un festival de películas de valores sino de películas de pensar. Los valores están más sobados que la barandilla del Metro. Vale con que piensen de vez en cuando y sean un poquito responsables.

Educacine organiza los pases por ámbitos de reflexión y tras la proyección se inicia un delicioso diálogo de los alumnos con algún crítico de cine o especialista en el tema en cuestión. Hay que advertir en este punto que el festival se dirige a alumnos del segundo ciclo de la ESO y Bachillerato. Porque, además de esperar algo de ellos, para que te den algo es conveniente que tengan algo que darte… un mínimo de madurez y de cultura general.

“Los adolescentes que saben qué es lo que quieren, se desempeñan mejor en los estudios, son más resilientes y saludables. Y también son una minoría”. Así lo afirma Clare Ansberry en un artículo en The Wall Street Journal citando una investigación de la Universidad de Stanford. Según un sondeo a 1.200 teens norteamericanos, un 25% tenían como principal interés divertirse y hacer amigos. Otro 25% eran “soñadores”: simpatizaban con causas, pero no hacían nada al respecto. Otro 30% estaba involucrado en unas pocas causas, pero sin continuidad. “Solo el 20% restante tenía objetivos bien definidos. Entre ellos había adolescentes apasionados con enseñar Historia o convertirse en misioneros, y habían dado pasos para ello. Otros colectaban dinero para proporcionar agua potable a familias africanas, y otros se implicaban en causas cívicas, como la no violencia”. Todos tenían metas diversas, pero algo en común: un padre, un profesor o un amigo que les servía de modelo que imitar. Esta es nuestra parte.

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