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Populismo educativo: libros de texto gratis

José Mª de Moya
Director de Magisterio
20 de febrero de 2018
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El populismo como herramienta electoralista llega hasta el último rincón, también a las políticas educativas. Y es practicado también por todos los partidos. Ahora le toca a Ciudadanos con su programa de gratuidad de libros de texto que ha sido probado en otras contiendas electorales como granero de votos. Libros de texto gratis para todos: para el que los necesita y para el que no los necesita, para el hijo del mileurista y para el hijo del acaudalado. Y al grito de libros de texto para todos, el señor cacique sale al balcón y empieza a repartir los libros a las masas. Según la consulta realizada en Madrid, el 80% de las familias quieren los libros gratis. Todavía alguno se sorprende, pocos me parecen. Es más, habría que examinar al 20% que prefiere pagar. Libros gratis. ¿Y por qué no los calcetines de deporte y la mochila y el chándal y el estuche…?
¿No sería más justo que con el dinero de todos se cubrieran las necesidades de aquellos que realmente lo necesitan? ¿No sería más justo ayudar dignamente –con libros nuevos, no usados– a aquellos alumnos verdaderamente necesitados, en lugar de un programa de préstamo de libro usado que no va a contentar a nadie y más propio de otras épocas. Es lo que Ciudadanos está obligando a hacer en Madrid y alguna otra región con el único objetivo de poder abrir un día el telediario regional con el titular: “Ciudadanos obliga al PP a implantar la gratuidad de los libros de texto”.

En la lista de afectados, en primer lugar los centros. Estoy por visitar un colegio que no se eche a temblar cuando piensa en lo que se le viene encima. Me cuentan que ya está habiendo conflictos con las familias y entre el profesorado que no quiere oír hablar del tema no sea que les salpique; y vaya si les va a salpicar. Después, muchas familias cuando empiecen a recibir libros en mal estado… Finalmente, libreros y editoriales que van a ver reducida sustancialmente su facturación. El sector editorial ya está acometiendo importantes reducciones de plantilla.

Puesta en marcha la ocurrencia irresponsable, bueno sería que se buscaran fórmulas que minimizaran el daño. Soluciones de equilibrio entre los diferentes intereses en juego, como, por ejemplo, una implantación gradual, tal y como se hizo en Andalucía. Cierto que nadie quedará plenamente satisfecho y eso no da votos. Pero sería lo correcto.

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