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Razones a favor del MIR docente

José Mª de Moya
Director de Magisterio
13 de febrero de 2018
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La semana pasada se puso sobre la mesa la primera propuesta de calado sobre el pacto educativo: el MIR docente. Digo de calado porque esto sí que puede contribuir a mejorar sustancialmente el futuro de nuestra Educación. En este punto toca recordar aquello de que la calidad de un sistema educativo está directamente relacionada con la calidad de su profesorado. Más aún, me atrevo a decir que un sistema educativo es básicamente su profesorado. Todo lo demás –ordenamiento, currículos, recursos, metodologías, etc.– es secundario. Un buen maestro hace maravillas con muy poco; uno malo no hará nada por muchos medios de que disponga, ni al amparo de la mejor ley educativa.

La propuesta genérica consiste en que aquellos que superen la oposición realizarán dos años de prácticas en centros preparados al efecto antes de optar por una plaza. Falta mucho por definir pero la idea de fondo es copiar el procedimiento que ha hecho de nuestro sistema sanitario uno de los mejores del mundo y de los médicos españoles profesionales de gran prestigio social. Según el último informe de The Lancet, nuestra Sanidad es la octava del mundo. Según PISA, nuestra Educación se sitúa entre los puestos 25 y 35.

Quiero aquí hacer un inciso. Es cierto que la sociedad admira a los profesores por el gran impacto de su trabajo: ni más ni menos que formar a las futuras generaciones y contribuir a la Educación de nuestros hijos. Es cierto y todos los homenajes serán pocos. Pero hay que admitir que la profesión docente no es de las más cotizadas socialmente. Basta como prueba el hecho de que no es la primera opción en la elección de carrera de muchos de los que finalmente estudian Magisterio. También hay que recordar que hasta hace bien poco ni siquiera tenía rango de Grado universitario. Hoy sorprende, pero así era.

¿Por qué el procedimiento MIR garantiza un mejor acceso a la función docente? Porque aquellas profesiones cuyo objeto de trabajo es la persona requieren de la demostración práctica como garantía del buen desempeño. No basta saber didáctica, ni psicología del desarrollo, ni dominar la materia… Todo eso es condición necesaria pero no suficiente para ser un buen maestro. De igual forma que un laureado expediente académico no es garantía de ser un buen cirujano, ni un buen psicólogo.

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