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Educar en el asombro

Carmen Guaita
Maestra y escritora
5 de marzo de 2018
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Una nueva corriente pedagógica quiere que los docentes seamos protagonistas en el aprendizaje de los alumnos a través del asombro. Si les provocamos asombro constantemente –nos dicen– aprenderán porque conectaremos de manera directa con sus emociones. De ahí a los maestros prestidigitadores no hay más que un paso y ya lo estamos dando, me parece.

Pedagogía del asombro es, sin embargo, un oxímoron. El concepto «asombro” está incluido en la parte «paidós» de la palabra pedagogía porque el asombro es la única manera que tiene un niño de situarse ante el inmenso mundo que lo rodea. Los maestros debemos proporcionarles un entorno rico y diverso; pero no les asombraremos nosotros, les asombrará el conocimiento.

Hace poco, Miguel Ángel –de 3º de Primaria– investigaba sobre el monte Everest. La pareja de trabajo colaborativo de la que forma parte había elegido este tema entre varios relacionados con la unidad didáctica «El relieve terrestre”, que corresponde a la materia Sociales –sí, Sociales, cosas de la Lomce–. Miguel Ángel buscaba información en Internet y la maestra –que soy yo– estaba a su lado. Leyó: «Se encuentra en la cordillera del Himalaya», y lo escribió muy seriecito. Leyó luego la altura de ese gigante y la apuntó. Y de repente leyó: «El nombre Everest significa ‘La frente del cielo'». Me miró con los ojos abiertos de par en par y repitió maravillado: «¡¡La frente del cielo!!». Supe con certeza que ese aprendizaje jamás se le iba a olvidar, que el asombro y la emoción habían hecho penetrar ese nombre hasta el fondo de su memoria. Pero también supe que la emoción y el asombro eran suyos. Y que la maestra simplemente le había permitido buscar.

Ayer por la mañana, Ana se me acercó muy compungida. Traía en la mano un globito rosa –uno de los dos que colocamos al muñeco de cartulina como parte de nuestro estudio sobre el aparato respiratorio– y me dijo preocupadísima: «Profe, ¡se le ha caído un pulmón!».

Los niños aprenden con el apoyo de su imaginación y su capacidad para la metáfora. Con su falta de prejuicios. Esa es su pedagogía del asombro.

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