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¿Quieres hijos guiados por valores? Empieza a establecer límites y aplicar disciplina

Martes, 3 de abril de 2018
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La mayoría de los padres quieren inculcar valores a sus hijos, pero se encuentran con problemas en la práctica. Establecer límites y disciplina, además de ser un buen modelo de conducta, son vitales para enseñar valores. Los límites y la disciplina inculcan valores a los niños porque definen de forma concisa qué es importante para la familia y qué significa ser una buena persona. Además, enseñar valores de esta manera supone criar niños sanos y felices, con buena autoestima y autocontrol.

La mayoría de los que afirman que los límites suponen una barrera para que un niño se exprese de forma libre o que la disciplina daña el vínculo entre padres e hijos, lo hacen desde una mala interpretación de ambos términos. Establecer límites, si se hace de forma apropiada, no cohíbe la libre expresión de un niño. Es más, los límites son esa zona de seguridad creada por los padres que maximiza las habilidades de los niños, que les protege en términos de seguridad básicos, y les apoya en la toma de riesgos adaptados a su desarrollo continuo. La clave para establecerlos es, por tanto, adecuarlos al desarrollo único de cada niño.

De forma similar, la disciplina no perjudica la relación entre padres e hijos. Es más, supone un instrumento para evaluar y enseñar aquellos comportamientos, actitudes y creencias que son importantes para la familia. Los niños por naturaleza aprenden y desafían los límites. La disciplina es la forma en que los padres controlan dónde empiezan y acaban los límites. Aplicarla no es más que una parte de lo que supone establecer esos límites. De esta actitud, surge una coherencia interna que los niños reconocen y aprecian, a pesar de que no estén completamente de acuerdo. Este nivel de entendimiento entre padres e hijos es clave para establecer una relación cercana y de confianza.

Es preciso clarificar que disciplina no es sinónimo de castigo. La disciplina se basa en la enseñanza. Es una herramienta para informar a los niños de que no han cumplido las expectativas de la familia. La consecuencia, que es una parte más de la disciplina, es el mecanismo que motiva a los niños a cambiar su actitud o comportamiento. Los niños son, por tanto, participantes activos de este proceso. El objetivo de la disciplina no es otro que el de favorecer en ellos un sentido de autocontrol, de manera que gestionen su comportamiento adaptándolo a las expectativas de la familia. Los padres que emplean la disciplina de manera apropiada, motivan y conectan con sus hijos.

El castigo, contrariamente, es la aplicación del poder para detener un determinado comportamiento tan rápido como sea posible. En este caso, la estructura de poder es jerárquica y el niño no tiene ningún rol en la interacción más que el de acatar o el de resistirse al poder del padre. El castigo se centra esencialmente en la supresión, y en la mayoría de casos, en el miedo. Esto lleva a los niños a asimilar que existe un foco de control externo, lo que significa que sus comportamientos están guiados por factores externos (como el miedo al castigo), en lugar de por factores internos (como los valores).

Los valores son el resultado de una receta mágica que combina límites, disciplina y modelos de conducta a los que seguir. Esto es porque los niños de­sarrollan una relación cercana y de confianza con sus padres basada en una coherencia interna entre lo que ven, escuchan y experimentan en casa. Además, los límites y la disciplina guían a los niños a comunicar sus perspectivas y sus ideas con claridad, además de a realizar comportamientos que refuerzan su autoestima y autocontrol, ya que poseen valores definidos en los que basar sus decisiones. Aquellos padres que quieren criar niños guiados por valores han de confiar, por tanto, en el poder de los límites y de la disciplina para conseguir sus objetivos.

Deanna Marie Mason es experta en Educación y salud familiar. Autora del blog Dr. Deanna Marie Mason. Paternidad proactiva. Apoyo profesional para la familia moderna. Acaba de lanzar su segundo libro: “Cómo educar adolescentes con valores”

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