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El falso dilema de excelencia vs. equidad

José Mª de Moya
Director de Magisterio
10 de abril de 2018
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Esta semana publicamos en páginas 2 y 3 un excelente –e incómodo– informe comparativo sobre el nivel de equidad educativa de nuestro país. Todas las comparaciones son odiosas pero más aquellas que ponen negro sobre blanco que hay políticas educativas efectivamente sociales u otras que dicen serlo. Y que hay políticas que realmente son eficaces en términos de reducción de la brecha social u otras que se hacen de cara a la galería.

El informe que ha presentando la Fundación Europea Sociedad y Educación a partir de datos PISA refleja que Galicia y Castilla y León son las comunidades con mayor nivel de equidad educativa. Es decir, aquellas comunidades que logran que la diferencias de resultados académicos de sus alumnos dependan lo menos posible de su origen socioeconómico. La equidad es exigible para cualquier sociedad responsable y, por supuesto, para cualquier gobierno, como lo es la igualdad de oportunidades. Aquí no hay debate.

El informe no se queda en el titular sino que desmonta algunos mitos y extrae algunas causas. Por ejemplo, demuestra que apostar por la equidad y la excelencia no solo es compatible sino que se retroalimentan. Castilla y León tiene un 10% de alumnos desaventajados educativamente, una cifra inferior a la que optienen países paradigmáticos como Finlandia. Pero es que en términos de excelencia Castilla y León vuelve a estar a la cabeza con un 7,5% de alumnos excelentes, muy similar a la media europea. Para contextualizar el dato y sin afán de hacer daño, baste recordar que Canarias cuenta con un 1,9% de alumnos excelentes.

Mientras nos hacíamos eco de este informe, invitábamos a nuestros lectores al preestreno en Madrid de El buen maestro que, precisamente, se hace estas preguntas: ¿excelencia o equidad? ¿Exigencia o paternalismo? ¿Hasta dónde hay que exigir y hasta dónde ayudar? ¿Es exigir el mejor modo de ayudar? ¿Tirar desde arriba o empujar desde abajo? Las respuestas probablemente son un espejo de cómo somos, de modo que cuidado… Y probablemente no haya una respuesta única. La mía es no perder nunca, a pesar de todo, la confianza en el alumno.

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