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Milagros Nores: “La Educación Infantil puede reducir las brechas de género entre niños”

Emma NogueiroMartes, 29 de enero de 2019
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Milagros Nores es codirectora de investigación en NIEER (Instituto Nacional de la investigación en Educación Temprana, por sus siglas en inglés) y lleva a cabo una tarea de elaboración de estudios centrados en los alumnos de Educación Infantil. Su experiencia e intereses se centran en el desarrollo de la primera infancia, así como las políticas basadas en datos, el diseño de las evaluaciones, la economía educativa y la diversidad cultural. Milagros Nores dirige un estudio de la primera infancia en Colombia, centrado en las prácticas educativas entre padres e hijos pertenecientes a minorías en los Estados Unidos y evaluaciones de los programas preescolares de West Virginia y Seattle. Se ha volcado en el estudio de la pobreza y la Educación internacional y comparativa. Se ha doctorado en Educación y Economía de la Universidad de Columbia y tiene un máster en Administración de la Educación y Política Social de la Universidad de Harvard. Hace varios días, Nores pasó por Madrid para ofrecer un seminario en la Fundación Areces y compartió con MAGISTERIO algunas impresiones.

Pregunta. ¿Qué debería enseñarse en Educación Infantil?
—Lo que requiere el alumnado de 0 a 6 años no es una gran cantidad de enseñanza en contenidos, sino integración del conocimiento y experiencias para que los impactos del aprendizaje sean efectivos a largo plazo.

Respuesta. —¿Cómo debe ser, en ese caso, la experiencia del alumno?
—Tiene que ser de alta calidad en el sentido de que tiene que tener horarios y lenguaje claro y directo. Además, el profesor debe acompañar al alumno en las reflexiones de su pensamiento y de su interacción.

¿Qué más requiere ese primer proceso de Educación?
—Dado que hablamos de una franja que va de los 0 a los 6 años, es fundamental que los alumnos entren en contacto con el principio de alfabetización, del lenguaje y otros elementos comunicativos.

Los alumnos no necesitan muchos contenidos, sino integración del conocimiento

¿La Educación Infantil tiene la clave para fomentar la equidad entre los niños?
— La investigación demuestra que los procesos de Educación Infantil tienen efectos redistributivos ya que reduce las brechas de género que ya se aprecian entre los niños y niñas de Educación Primaria y que en esa etapa académica todavía no se han logrado reducir.

¿Cómo se mide la calidad del sistema educativo infantil?
— Hay distintas maneras para hacerlo y varias áreas por analizar. Hay calidad de procesos y calidad del impacto en los niños para evaluar. Lo correcto es tratar de medir ambos casos. Hay muchos procesos que se pueden analizar y todos tienen debilidades y fortalezas. La idea es averiguar cuál es el que funciona y el que no.

¿Estamos pasando por un buen momento educativo?
—Entiendo que la Educación sigue el mismo patrón universal de edades: de 0 a 3 y de 0 a 6 años. Eso, para empezar, es un buen indicador: la universalidad. Nunca se sabe si es suficiente o no. Y en base a eso sería conveniente ver con detalle la trayectoria individual de los alumnos. Mi percepción es que no hay medidas de calidad. De esta manera, si los procesos educativos de 3 a 6 años, por ejemplo, no se miden, eso ya es una debilidad del sistema.

El problema de los sistemas educativos es que, si hay quiebras, no las resuelven

¿Y en cuanto a la calidad?
—La pregunta fundamental que debemos realizar es si la calidad es la adecuada. Si España se está haciendo estas preguntas va por el camino correcto, de lo contrario debería empezar a planteárselas. Son preguntas que se está haciendo todo el mundo: si tenemos impacto sobre los niños a largo plazo, si medimos bien el impacto y si la calidad educativa que reciben los alumnos de 0 a 6 años es la correcta.

¿El profesor debe acompañar al niño también en su desarrollo personal?
—Si el profesor no tiene capacidad de desarrollo infantil, ni de las etapas, ni de la forma en que aprende un niño es muy difícil acompañar ese proceso porque el alumno, en esa etapa, tiene un desarrollo integrado. Es decir, cuando explora, cuando construye algo con bloques o cuando dibuja, está pensando constantemente cómo debe hacerlo. Y gracias a ese pensamiento puede entender la altura, la base, las medidas, la densidad…

¿Cuáles son los retos a corto o medio plazo a los que se enfrenta el sistema educativo?
—Fundamentalmente que los procesos a los que me he referido sean de calidad y que los docentes puedan apoyarlos para que los efectos a largo plazo sean posibles. Si esos procesos no son de calidad, aunque existan valiosos programas de Educación Infantil, los impactos finales que se buscan (buena economía de la Educación, reducción de las repeticiones de cursos, finalización del ciclo secundario, entrada en la universidad, disminución de la delincuencia, etc) serán más complejos.

Los sistemas a nivel mundial han financiado mejor la Educación básica, la que va de los 6 a los 18 años

¿Qué ventajas y desventajas tiene la estructura educativa?
— El problema de los sistemas educativos es que, cuando hay quiebras, no saben manejar esa situación. Si no se gestionan bien esos conflictos, mucho menos las transiciones. Existe también un inconveniente económico. Los sistemas a nivel mundial han financiado mejor la Educación básica, la que va de los 6 a los 18 años. Pero, ¿qué ocurre con la anterior Educación hasta los 6 años?

Te has especializado en Economía de la primera infancia. ¿Cuáles son tus impresiones?
— Abordo los estudios a largo plazo que se basan en tres análisis longitudinales donde se siguió a los niños hasta mayor edad y se observó que, con programas de alta calidad de preescolar e incluso primera infancia, los impactos sobre toda la trayectoria escolar fueron menores: se redujo la repetición de curso, no se necesitó tanta ayuda especial, aumentó el porcentaje de alumnos que finalizan la Educación Secundaria y la entrada en la universidad, disminuyó el comportamiento violento, la drogadicción, etc.

¿Hasta qué edad se mantienen esos estudios?
—Se sigue a los estudiantes hasta los 20 o 40 años. Con buenos programas, los alumnos tienen mayor probabilidad de terminar la universidad, tener ingresos salariales y mejores resultados en su salud, menor criminalidad, embarazo adolescente o drogadicción. Los estudios permiten ver todos los beneficios de una trayectoria de vida, los costes acumulados del sistema educativo y valorarlos frente a los retornos de inversión.

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