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Valores sólidos, futuro incierto

José Mª de Moya
Director de Magisterio
13 de febrero de 2019
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La semana pasada publicamos un amplio análisis sobre el estudio Future Lab elaborado por la Fundación Cinned en colaboración con People Excellence. Este tipo de estudios tratan de predecir un futuro que resulta demasiado incierto como para dejarse predecir, me temo. Cada vez son más la profecías que no se cumplen o que se cumplen a medias o que se cumplen pero mucho más tarde. Personalmente estoy aburrido de escuchar eso de que en 2030 la mayor parte de las profesiones actuales no existirán. Hasta ahora la frasecita apuntaba a 2020 y como ya lo tenemos ahí… pues nada, retrasamos el objetivo una década y listos.

Con las generaciones y nombres también ocurre algo divertido y es que se ha acabado el abecedario y no saben qué hacer. A la Baby Boomers siguió la Generación X y a ésta, la Generación Y. La Generación Z comienza a salir ahora de las aulas para incorporarse al mundo laboral. A falta de una propuesta mejor, sugiero empezar otra vez por la Generación A y así sucesivamente. Resulta sugerente pensar en un nuevo comienzo…

Este tipo de estudios tratan de predecir un futuro que resulta demasiado incierto como para dejarse predecir, me temo.

De hecho, el informe Future Lab admite que “esta nueva realidad nos muestra que predecir cómo será el comportamiento del mercado laboral en los próximos años es una tarea difícil, pero lo que sí está claro es que estará marcado por la tecnología”. Existe una brecha formativa y de especialización conocida como “crisis del talento”. Para cerrar este gap, el informe sugiere que el sistema educativo “reflexiones sobre su rol actual, potenciando el alineamiento con las necesidades de las organizaciones y favoreciendo la creación del talento demandado por el mercado de trabajo”. O sea, la Educación al servicio del sistema productivo. Este es el objetivo final y me niego.

Detrás de muchos de estos informes predictivos o visionarios se esconde una concepción eminentemente mercantilista de la Educación que chirría a quienes defendemos un enfoque más holístico. Precisamente porque el presente es líquido y el futuro gaseoso, se hace urgente formar a las futuras generaciones en valores sólidos. Me repele ese furor competencial reduccionista de la persona que parece encomendar a escuelas y universidades la misión de formar masa productiva, empleados competentes, eficaces y eficientes. Esa parece ser su definición de “talento” cuando apuestan por una hiperespecialización, por cargarse la Filosofía y por impulsar las STEM con propuestas de ingeniería social… Reivindico desde aquí, al menos en las etapas preuniversitarias, una visión más humanística de la Educación, capaz de formar personas íntegras.

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