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Enseñar a mirar

José Mª de Moya
Director de Magisterio
5 de marzo de 2019
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El consejero de Educación asturiano Genaro Alonso escribió el pasado fin de semana un sugerente artículo en La Nueva España titulado “Los profesionales que enseñan a mirar”. Arranca citando un hermoso relato de Eduardo Galeano. El pequeño Diego Kovadloff no conocía el mar y un día su padre lo acompañó a descubrirlo. Después de mucho andar, el mar apareció poderoso ante los ojos del niño. Era tal su hermosura que el niño quedó sobrecogido. Y ante tan grandioso espectáculo suplicó a su padre: “¡Ayúdame a mirar!”. Probablemente, explica Alonso, esta imagen del niño extasiado ante el mar, buscando la ayuda del padre para poder ver y comprender tanta inmensidad, refleja con precisión lo que entendemos debe ser la esencia de la Educación y, consecuentemente, el papel del docente: enseñar a mirar.

Aunque no he logrado encontrar la cita, parece ser que Chesterton decía que “una persona vulgar es aquella que pasa ante lo sublime y no se da cuenta”. Del mismo modo podría decirse que también es vulgar quien pasa ante lo deleznable y tampoco se percata de la bajeza del espectáculo. Tradicionalmente se ha encomendado a los maestros la ambiciosa misión de iluminar el sendero que conduce a sus pupilos hacia la verdad y el bien. Cuando hablamos de Educación habitualmente nos referimos a transmitir conocimientos (o competencias, me da igual) y formar en valores. Sin embargo, pocas veces nos referimos a la belleza, a la misión de formar el gusto de nuestros hijos o alumnos, de enseñarles a mirar, de evitar que se conviertan en personas vulgares incapaces de distinguir entre una obra maestra del cine y cualquier bazofia televisiva.

Tradicionalmente se ha encomendado a los maestros la ambiciosa misión de iluminar el sendero que conduce a sus pupilos hacia la verdad y el bien

Y no son buenos tiempos para cultivar el gusto. Hace unos días me sorprendí al repasar el ranking que publica SimilarWeb de páginas de internet por número de usuarios. De los 20 sitios con mayor tráfico, con la excepción de Wikipedia, casi todos son lo que podríamos denominar herramientas (buscadores, redes sociales, gestores de correo o marketplaces). Era previsible que ahí estuvieran los google, facebook, amazon y compañía. Apenas encontramos cuatro páginas que sirven contenido específico y ninguna de ellas es la CNN (hay que bajar casi al puesto 50 para encontrarla). Se trata de cuatro páginas pornográficas y, en concreto, la primera ocupa el puesto octavo del mundo.
Los educadores tenemos ante nosotros el reto no pequeño de reconstruir el gusto de las futuras generaciones, de enseñarles a mirar. Enseñarles a extasiarse ante lo bello y a sentir una inocente repulsión ante lo turbio, ante lo que envilece.

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