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Sé amable. Siempre

José Mª de Moya
Director de Magisterio
10 de septiembre de 2019
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Probablemente a estas horas todos nos hemos reencontrado ya con un puñado de caras conocidas y otras totalmente nuevas. En el capítulo de compañeros de trabajo, hay sectores en los que, además, hay mucha rotación, como ocurre en aquellos colegios con una alta tasa de interinos, lo que da un plus de incertidumbre a este reencuentro con la realidad y uno echa mano del “mal vale malo conocido…”. De los alumnos y de los padres y madres de los mismos, se podría decir otro tanto. Tal vez, estrenamos grupo y eso nos libera; o tal vez eso nos agobia. La realidad es que los meses en los que ese inevitable roce humano se torna arañazo son tradicionalmente junio y septiembre. El primero por el peso del curso y el segundo por el peso de las vacaciones. Sea como sea, en estos primeros compases es más frecuente que salten chispas y la convivencia se haga más difícil.

Me gustaría compartir una frase que me ha resultado útil y me persigue desde que la escuché por primera vez al prestigioso educador australiano Brendan Spillane en el Congreso de Bilbao ICOT 2015. He indagado y parece ser que la fuente original o al menos la fuente de inspiración podría ser Sócrates o Platón. Dice: “Cada persona con la que te encuentras está librando una batalla de la que no sabes nada. Sé amable. Siempre”.

“Cada persona con la que te encuentras está librando una batalla de la que no sabes nada. Sé amable. Siempre”

Mucho se ha escrito sobre la amabilidad, sin embargo, casi siempre se hace en términos de eficacia, como de una simple técnica que ayuda a mejorar las siempre difíciles relaciones humanas. Es el enfoque habitual de los manuales de autoayuda: ser amable resulta eficaz para vender más, para dormir mejor, para no ser un empleado tóxico, para mantener una relación sana con tu pareja… Este enfoque utilitarista llega hasta el punto de que no se propone tanto ser amable como parecer amable, con eso es suficiente. Se aconseja sonreír y ser cortés, aunque por dentro detestes a quien tienes enfrente.

Sin embargo, la citada frase nos lleva más al fondo, se aleja de esa visión narcisista y nos propone un enfoque más humanista, nos invita a ponernos en el lugar del otro. Porque lo que nos irrita de los demás no son tanto sus actos como ellos mismos. Debemos reconocer que ese alumno, esa madre o ese compañero de claustro simplemente me cae mal y, por eso, todo lo que dice o hace me sienta mal. Si ese mismo comentario lo hace otro nos resulta simpático. Por eso, se nos propone cambiar la mirada sobre los demás para verlos como tantas veces nos vemos a nosotros mismos, librando cada uno su propia batalla.

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