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El maestro autoritativo

José Mª de Moya
Director de Magisterio
29 de octubre de 2019
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El especialista en psiquiatría infantil Fernando Sarráis desarrolla el interesante concepto “autoritativo”. No se trata de una errata de esas cada vez más frecuentes en medios escritos. Hablamos de “autoritativo” y no de “autoritario”. El DRAE nos da un primera pista de las diferencias: autoritativo (“que incluye o supone autoridad”) y autoritario (“partidario extremado del principio de autoridad” o “que ejerce el poder sin limitaciones”). Pero vayamos al meollo.

A partir de su experiencia clínica, Sarráis distingue como cuatro formas de educar en función del tipo de relación que establecen los padres con sus hijos. Sería extrapolable, con matices, al tipo de relación del maestro con sus alumnos. La relación viene marcada por dos ejes que señalan las respectivas tendencias: permisividad/restrictividad y calidez/hostilidad. A partir de ahí y como si de una matriz 2×2 se tratase (ver imagen) surgen cuatro categorías de maestros o formas de educar.

El maestro permisivo es aquel que combina calidez y permisividad. “No les ponen reglas, o les ponen pocas, o son poco exigentes, o vigilan poco su cumplimiento; pero no porque no se preocupen de ellos. Más bien, al contrario: les quieren tanto que no quieren negarles nada (…). Se quiere respetar al máximo su libertad, su individualidad, ‘que sean ellos mismos’”, ironiza Sarráis.

El maestro permisivo es aquel que combina calidez y permisividad. “No les ponen reglas, o les ponen pocas, o son poco exigentes, o vigilan poco su cumplimiento"

El maestro autoritario también es un viejo conocido. Combina hostilidad y restrictividad porque “las reglas son un fin en sí mismas. No hay que razonarlas ni justificarlas: se justifican por sí mismas. Tampoco puede haber motivos para modificarlas, matizarlas o buscarles excepciones. La comunicación padre-hijo [maestro-alumno] respecto a las normas se limita a enunciarlas o dictarlas: ‘Te he dicho mil veces que…’”. En estos dos estilos educativos, el conflicto amor-control se resuelve optando por el amor en el primer caso y por el control en el segundo. Sin embargo, no hay tal conflicto. Al contrario, cariño y exigencia se retroalimentan.

Más sutil resulta el maestro indiferente, en el que vemos a ese docente preocupado, en el mejor de los casos, solo porque sus chicos aprendan geometría. Educarles no es su responsabilidad. Mezclan hostilidad y permisividad, ni controlan ni son afectuosos. Simplemente, pasan.

Llegamos, al fin, al maestro autoritativo que combina sabiamente autoridad con trato afectuoso y cercano, calidez y restrictividad. Es el estilo más recomendable, según Sarráis y según numerosos estudios.

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