fbpx

¡Benditas 12 décimas!

Manuel Carmona
Profesor universitario
5 de noviembre de 2019
0

Hace 27 años, en el verano de 1992, me quedé a 12 décimas de ser estudiante de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Sevilla. Recuerdo cuando aquella mañana veraniega entré en la sede de Gonzalo Bilbao para ver la nota de corte y vi que estaba fuera. Fue una desilusión. Sin embargo, la alegría de ser ya universitario tras superar el Bachillerato y el COU de la época –lo que hoy es desde 3º de la ESO hasta 2º de Bachiller–, y que era un año especial para España por la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América con la Expo 92 en Sevilla, y los Juegos Olímpicos de Barcelona, me hizo volver en cuestión de horas a la ilusión y la felicidad de aquellos días. Siempre quedaba la posibilidad de estudiar en Madrid contando con el gran esfuerzo de mis padres, que como la mayoría de familias españolas de la época y de hoy, buscan dar la mejor formación a sus descendientes.

Un año después, tras un año sabático en el aula de la Facultad de Derecho y siendo camarero y recoge vasos los fines de semana en el bar El Seto del universitario barrio de Reina Mercedes, cuando la primavera de 1993 encaraba su tramo final, hablé con mi madre y le planteé dos opciones: me ponía a trabajar en la empresa familiar o estudiaba Periodismo –mi vocación–. Una razón de vida que nació en mi niñez a la lumbre de radiar con espontaneidad los partidos del Sevilla FC, leyendo la prensa a diario en casa de mis abuelos paternos, disfrutando de la lectura compartida de libros de toda índole con mi abuelo Manuel en su despacho o en su cama tras su siesta, escuchando la Casa de los Porretas en Radio Nacional o los informativos de Iñaki Gabilondo en la Cadena Ser Sevilla mientras desayunábamos antes de ir al colegio.

Siempre quedaba la posibilidad de estudiar en Madrid contando con el gran esfuerzo de mis padres

Fueron los aromas mediáticos de mi niñez salpimentados con el programa televisivo de Íñigo, La Clave de Balbín los viernes en la 2, o la maravillosa adaptación de dibujos animados de El Quijote. Ahora mientras escribo recuerdo también los geniales dibujos de Forges para la clasificación del fútbol en el programa Estudio Estadio.

Tras el cónclave familiar, liderado por mi madre, mi padre se puso en contacto con su primo Antonio Carmona, afincado con éxito en Madrid desde finales de los años 60, y mis primos Hugo y Sergio hicieron de embajadores para mi llegada a la madrileña Facultad de CC de la Comunicación y a casa de Rafaela Perales donde viví mis primeros cuatro cursos universitarios. Hicieron también de escuderos y testigos por aquellos días: mi tío Antonio Rodríguez durante el proceso de inscripción, y José María Díaz y su mujer Encarnita que acompañaron a mis padres el día que me dejaron en Boadilla del Monte para iniciar el curso.

Fueron años en los que pasé de la tragedia unamuniana del Sentimiento trágico de la vida por las 12 décimas, a la esperanza también del Maestro D. Miguel de su San Manuel, bueno mártir. Entonces no solo me formé sino que sobre todo hice a algunos de mis mejores amigos y amigas –Javi, Antonio, Elena, Dani, Pilar, Meritxell, José María, Mercedes, Yolanda, Fernanda, Isidro, Emilio–, y descubrí a algunos de mis grandes Maestros –Ortega, Julián Marías, Lolita Franco, Fernando Velasco, Santiago Coca, Gaspar Garrote, Santiago López Navia, Mª Antonia Iglesias, Bienvenido Gazapo, Sara Núñez de Prado, Salvador Giner–.

Fueron años en los que pasé de la tragedia unamuniana del 'Sentimiento trágico de la vida' por las 12 décimas, a la esperanza también del Maestro D. Miguel de su 'San Manuel, bueno mártir'

Y siempre en cada periodo vacacional estaba la vuelta a Sevilla para el reencuentro con familiares y amigos, y también para volver a la biblioteca de Gonzalo Bilbao para sacar algún libro gracias a los préstamos interbibliotecarios. Completada la carrera en junio de 1998, me encaminé a la Casa de Ortega, la hoy Fundación Ortega Marañón, para cursar mi Máster y Doctorado en Estudios Universitarios. Ya allí viví lo que el noble y experimentado Charles Powell me advirtió el día que me entrevistó en el despacho principal de la Ortega, con el maravilloso cuadro del Maestro pintado por Zuloaga haciendo de testigo: “Es difícil ser profesor universitario en España si no se tiene padrino”. Bien lo sabía él que era Doctor por Oxford, discípulo querido de Sir Raymond Carr, cuya tesis doctoral sobre el papel del Rey Juan Carlos en la Transición democrática había sido Premio Extraordinario, y que era bilingüe en inglés y español, y además hablaba y escribía con total soltura italiano y francés ya por entonces. Para fortuna de Charles Powell y de los estudiantes que hemos recibido su compromiso humano e intelectual, está desarrollando su vocación docente desde entonces pese haberse encontrado en principio las puertas cerradas.

Años después, en el otoño de 2001, justo el día en que se iniciaba la Guerra contra los talibanes en Afganistán, yo estaba defendiendo mi Tesina casi Tesis Doctoral por un Tribunal formado por el Dr. Charles Powell, y el Dr. Fernando Rodríguez Lafuente. Para mi sorpresa y alegría, al acabar mi presentación y responder a las preguntas de ellos, comentaron a los estudiantes presentes: “Te hemos puesto en primer lugar para que vieran tus compañeros y compañeras cómo se hace una Tesis Doctoral, a partir de ahora inicia con Margarita Márquez y la Complutense los trámites para defenderla en la primavera de 2002”. Rodríguez Lafuente me recomendó la lectura de la maravillosa novela de Gómez de la Serna, El incongruente, para darle la última pincelada al capítulo de las relaciones sentimentales de mi Tesis. Así lo hice, e iniciamos los trámites, hasta que una mañana supe por Margarita Márquez que alguien de cuyo nombre decidí no acordarme como el Maestro Cervantes de aquel lugar de La Mancha, se negó a que yo defendiera mi Tesis Doctoral.

Rodríguez Lafuente me recomendó la lectura de la maravillosa novela de Gómez de la Serna, 'El incongruente', para darle la última pincelada al capítulo de las relaciones sentimentales de mi Tesis

Como supe por el Dr. Juan Pablo Fusi en el otoño de 2002 en la sede sevillana de la Fundación Fernando Lara, el motivo real era que aquel hombre y la gente de su Departamento de Derecho Comunitario no se podían aprovechar de mi Tesis Doctoral. En palabras textuales del caballero español de raíces vascas e italianas, Fusi, un impuesto por el que todos hemos tenido que pasar. Si Usted quiere Carmona, se denuncia su caso ante un Tribunal que yo le apoyo”.

Tras sopesar los pros y contras, conocí por mi tío Pedro a Juan José Neva, que por entonces eran compañeros en la Consejería de Asuntos Sociales. Y se empezó a producir la serendipia en forma y cuerpo de Reyes Magos de nuevo en mi vida. Neva me presentó a José María Prieto y éste a Manuel Ángel Vázquez Medel. La trilogía se completó con el ángel femenino de María José por aquel entonces secretaria del Departamento de Comunicación y Literatura Española e Iberoamericana. Aún retumban en mí las palabras de Manuel Ángel aquel día dirigidas a María José y a mí: “Inscríbelo en nuestro Programa de Doctorado y convalídale todos sus créditos”. Me miró a los ojos y remachó: “Es cuestión de querer, de voluntad”.

Y así empezamos a trabajar hasta que completamos el trabajo el 20 de abril de 2006 en el que defendí mi Tesis Doctoral y fui Dr. por la Universidad de Sevilla y por su Facultad de Ciencias de la Comunicación. Aquella tarde noche, Andrés Palop voló en Gelsenkirchen para hacer una parada antológica a remate de cabeza del central del Schalke 04 a la salida de un córner cuando estaba acabando el partido de ida de la semifinal de la otrora Copa de la UEFA. Una semana después, su compañero Antonio Puerta, la zurda de diamantes, a pase del duende de los Palacios, Jesús Navas, completó el sueño de cientos de miles de sevillistas que llevábamos tres generaciones esperando vivir una final. A partir de ahí todo ya es historia de éxitos en clave sevillista por Europa y España, esas dos circunstancias que marcaron las vidas de Ortega y Marías.

A partir de ahí todo ya es historia de éxitos en clave sevillista por Europa y España, esas dos circunstancias que marcaron las vidas de Ortega y Marías

Ojalá como nos marcamos en abril de 2014 durante la celebración del Congreso Internacional dedicado a Ortega y Marías, todas las personas que hemos pasado por las aulas de esta casa y por las de cualquier universidad española, hagamos de la vida universitaria un ejemplo a exportar al mundo como hicieron los hombres y mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid desde 1910 a 1936: la mejor Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Historia Universal. Los Ortega, Morente, Ayala, Zubiri, Zaragüeta, María de Maeztu, María Zambrano, Besteiro, Gaos, Lolita Franco, etc, se merecen que cojamos su testigo. Es cuestión de voluntad, de querer, de practicar el todos a una como en Fuenteovejuna.

0
Comentarios