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Felipe Faci: “Quiero para Aragón una Educación social, verde y digital”

Al consejero de Educación de Aragón le gustaría hacer saltar por los aires la rigidez de la escuela graduada y no agrupar a los alumnos por edades, sino por ritmos de aprendizaje.
José Mª de MoyaMartes, 19 de noviembre de 2019
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El consejero de Aragón en su despacho de Zaragoza. LUIS CORREAS

Felipe Faci no es precisamente un recién llegado a la Administración educativa aragonesa. Su progreso durante 18 años desde una jefatura de Servicio hasta ocupar el puesto de consejero resulta metódico, casi calibrado. Pero dice basta, confiesa que se encuentra al final de su etapa profesional y que le quedan pocas aspiraciones. Al menos, eso dice, como buen político que es. Esta larga travesía le ha llevado al convencimiento de que la revolución educativa está aún pendiente y que, en el fondo, poco ha cambiado a pesar de tanta reforma.

Ha hablado de continuar la labor de su predecesora al frente de la Consejería…
—Claro, es nuestra obligación asegurar la continuidad de las políticas sociales que llevamos a cabo la legislatura pasada, incluyendo las ayudas de comedor o las de libros de texto, etc. Pero en esta legislatura vamos a impulsar también la Formación Profesional, un elemento clave para el desarrollo económico y social de Aragón. Otro objetivo para esta legislatura es reducir la tasa de abandono escolar prematuro –que en el pasado mandato bajamos del 20 al 15%– y situarla en el 10%.

O sea, que quiere lograr que Aragón esté entre las pocas comunidades con una tasa de abandono de un solo dígito.
—Sí, porque es posible. La convergencia con los países de la OCDE es del 10%, así que ahí hemos fijado el objetivo. Para ello es fundamental ampliar la oferta de FP. Este año hemos batido el récord con más de 25.000 alumnos, una cifra ya similar a la de universitarios.

¿Su apuesta por la FP incluye el modelo dual?
—Por supuesto, la FP dual es importante, por eso lo impulsamos en el anterior mandato y en ello queremos seguir. En este formato que queremos plantear de cualificación y empleabilidad, el sector empresarial es fundamental. Primero para prever las demandas de trabajo y luego para hacer una previsión de las profesiones futuras.

Usted ha afirmado que le preocupa más la empleabilidad que la propia titulación. ¿Está contra la ‘titulitis’?
—En efecto, hay dos peligros detrás de poner el foco en la titulación. El primero tiene que ver con el reconocimiento social de la FP. Si entramos en una pugna por la titulación, el titulo universitario parece ser de mayor categoría social que el de FP y eso no es así. El problema es que aún tenemos una concepción elitista de la titulación que trasladamos a los potenciales alumnos. Por otra parte, hay trabajadores que, para mejorar su cualificación, no necesitan cursar un título de Grado Superior de dos años. Entonces, debemos poder ofrecerles módulos formativos de 100 o 200 horas que complemente la formación que ya tienen.

“Establecería que se pudieran mezclar alumnos de distintas edades, con diferentes ritmos de aprendizaje”

¿Se refiere a ofertar módulos de Certificados de Profesionalidad?
—Módulos formativos por supuesto pero, incluso, podemos ir más allá y ofertar unidades de competencia que aún son más especializadas y de menos horas.

¿Pero esto lo pueden ofertar actualmente los centros de FP?
—De hecho, lo ofertamos en los nueve centros integrados que tenemos en Aragón. Ofrecen la titulación reglada más la titulación para el empleo.

Tengo entendido que usted apuesta por romper totalmente el modelo de escuela graduada, organizada por cursos, ciclos y etapas. ¿Cómo es esto?
—Si lo analizamos bien, realmente pese al exceso de reformas, en sustancia ninguna ha supuesto una ruptura del modelo educativo. Siempre se ha apostado por el continuismo, más allá de las polémicas ideológicas. La auténtica revolución sería romper con la escuela graduada que arrastramos desde principios del siglo XX. Esto se traduce en establecer un modelo en el que se puedan mezclar alumnos de diferentes edades, con diferentes ritmos de aprendizaje. Esto ya se está haciendo en algunos lugares. Tenemos escuelas rurales con pocos alumnos que, obviamente, tienen este modelo que ofrecen resultados magníficos.

Eliminar los cursos y agrupar por ciclos…
—Sí pero mí el ciclo de dos años se me queda pequeño. Transformaría las etapas en ciclos.

“El ciclo de dos años se me queda pequeño. Yo transformaría las etapas en ciclos”

¿Podría desaparecer así el estigma de la repetición?
—Efectivamente. Es cierto que este modelo siempre es criticado porque supuestamente los alumnos se esforzarían menos por no tener que superar el curso, pero no estoy de acuerdo. El esfuerzo hay que hacerlo todos los días cuando te levantas y es mayor o menor según tu motivación.

El presidente de la Región ha dicho que quiere un Aragón social, verde y digital. ¿Quiere lo mismo para la Educación aragonesa?
—Evidentemente yo también quiero una Educación social, verde y digital. Social porque intentamos que la Educación sea un factor de igualdad de todos los ciudadanos. Verde porque estamos trabajando para luchar contra ese gran reto que es el cambio climático. Y digital por el mundo mismo en el que vivimos.

En efecto, veo que Aragón sigue poniendo el foco en la transformación digital de la Educación…
—Sí, estamos trabajando para desarrollar un campus digital. No es un espacio físico, sino una red de centros que trabajan de forma diferente, con una metodología diferente, donde la digitalización y la tecnología sea la base fundamental del desarrollo.

Déjeme que haga de abogado del diablo. ¿No cree que hay un poco de suflé en todo esto de la innovación digital? ¿No hay mucha presión externa por introducir la tecnología en las aulas?
—La innovación no es un fin en sí misma, es un estímulo para aprender y enseñar de forma diferente. No hay una única forma de enseñar y aprender, hay muchas. La innovación es importante pero no confundamos nunca el medio con el fin.

“Soy más partidario de educar que de prohibir. El móvil no es más que un dispositivo digital más pequeño”

Aterricemos. ¿Prohibiría los móviles en las aulas?
—Soy más partidario de educar que de prohibir. En todo caso prohibiría el uso del móvil para actividades personales, pero nunca como una herramienta para aprender y siempre que esté controlado por el profesor. El móvil no es más que un dispositivo digital más pequeño.

¿Qué medidas aplicaría entonces ante la diversidad de criterios?
—Creo que se debería dejar claro que no se puede utilizar el móvil en el aula con un fin no educativo.

¿No está en contra entonces de quitarles el teléfono a la entrada?
—Lo que no podemos permitir es Instagram y demás aplicaciones sin sentido educativo, porque nos desvían de lo importante: ayudar a los alumnos a elegir los prescriptores.

Luego está el problema de la adicción al móvil…
—Exacto, el objetivo es alejarlos también de las adicciones. Si yo uso bien el móvil, descubriré herramientas maravillosas y útiles. Recuerdo un estudio que afirmaba que usamos como máximo el 3% del potencial de nuestros móviles. Tenemos que explorar qué parte de ese potencial podemos trasladar al trabajo en las aulas. Para ello hay que formar bien a los profesores, porque nadie cogería un coche sin saber conducir ni tener el carnet. De igual modo, ningún profesor debería utilizar el móvil con los alumnos como herramienta de aprendizaje sin saber utilizarlo en el aula ni tener una certificación adecuada.

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