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El pim pam pum parental

José Mª de Moya
Director de Magisterio
21 de enero de 2020
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He pasado parte del fin de semana leyendo comentarios en Twitter sobre el PIN parental. Parece claro que el Gobierno ha conseguido el objetivo de mantenernos distraídos. La Educación, una vez más, en el centro de la batalla política, usada sin escrúpulo alguno por los partidos más radicales a los que se suman ahora aquellos otros que deberían defender posiciones más templadas. El anzuelo es sencillo, basta usar aquello que saben que nos divide. Casi todos los comentarios son puro mamporreo. Solo de vez en cuando alguien intenta ir a la raíz, a riesgo de que también le caigan bofetadas por equidistante. Reproduzco por inspirador el hilo abierto por Fonseca, co-fundador de VisualPolitik:

“El debate sobre el #PinParental es demasiado complejo como para reducirlo a un ‘fachas homófonos que quieren maleducar a sus hijos’ vs. ‘comunistas que quieren adoctrinar a nuestros hijos en teoría de género”. Me explico.

Creo que (casi) todos estamos de acuerdo en que los padres deciden los valores en los que se educan sus hijos. Sin embargo, (casi) nadie aceptaría que un terraplanista saque a su hijo de clase de Física porque “es su derecho”. Se llama Educación obligatoria por algo. Y ni siquiera el mayor furibundo de @vox_es me negaría la conveniencia de un programa docente nacional con materias básicas que todo español debe saber. Los únicos que no están de acuerdo con la Educación pública son los anarcocapitalistas. Incluso Robert Nozick (minarquista) defendía el acceso a la Educación universal.

Creo que (casi) todos estamos de acuerdo en que los padres deciden los valores en los que se educan sus hijos

No solo hablamos de conocimientos sino también de valores básicos: respeto, educación… ¿De verdad alguien cree que enseñar a los niños que fumar es malo es “adoctrinarlos”? Así que la pregunta no es de quién son propiedad los niños sino cuáles son esos valores que tiene que compartir todo ciudadano. Y aquí es donde creo que está el debate. Entiendo que dar un taller sobre “género fluído” o ciertas prácticas sexuales puede ser inconcebible para muchos padres. Incluso padres que sean progresistas. Es un error patrimonializar los derechos LGTB+ y decir que todo aquel que no quiera que sus hijos estudien ciertas cosas es un homófobo. Pero hay que enseñar respeto y tolerancia. ¡Es más! Tal vez haya materias que deberían estar directamente prohibidas. ¿Aceptaríamos clases extraescolares sobre experimentación con drogas alucinógenas? Creo que no. El debate no es sobre el pin parental sino sobre qué materias deben ser obligatorias, cuáles deben ser voluntarias, extraescolares y cuáles deben estar prohibidas.

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