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Religión, fin de trayecto

José Mª de Moya
Director de Magisterio
10 de marzo de 2020
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A veces es importante saber qué nos gusta, qué deseamos, porque aunque de momento nuestro comportamiento no responda a nuestros deseos, terminará haciéndolo más tarde o temprano. Seamos claros, a buena parte de la izquierda no le gusta que se estudie Religión en los colegios. Y cuando un político te dice que sus deseos personales no importan y que está dispuesto a respetar la normativa vigente, échate a temblar porque en cuanto tenga ocasión hará realidad sus deseos o al menos lo intentará.

Este último meneo que parece se le va a dar a la Religión responde a esa lógica. Es un tramo más de la larga marcha hacia su desaparición, que fue el objetivo que se marcaron los padres de la Logse hace ya 30 años. El hostigamiento a que ha sido sometida, legislatura tras legislatura y con diversos argumentos, responde a esa intención última. Metódicamente se ha ido reduciendo su carga lectiva, el peso de la asignatura espejo hasta su desaparición y su valor académico también hasta su extinción. El objetivo final era colocarla como una extraescolar más –como el chino– y a punto está de alcanzarse con la Lomloe. La travesía ha sido tan larga y las acometidas tan duras que sus tradicionales defensores parecen haber tirado la toalla, unos por agotamiento (el sindicato ANPE por poner un ejemplo) y otros por estar librando batallas mayores como defender los conciertos (Escuelas Católicas o CECE). Estos últimos no están para minucias, máxime cuando afectará sobre todo a la Pública, que no es cosa suya. En fin…

El objetivo final era colocarla como una extraescolar más –como el chino– y a punto está de alcanzarse con la Lomloe

Y, sin embargo, probablemente no hay batalla mayor que la de defender que las futuras generaciones no pierdan la oportunidad de saber qué es la Religión (Del latín re-ligare: «acción y efecto de ligar fuertemente [con Dios]»). Más que nunca, hoy se hace urgente esa tercera pata que equilibra, desde una perspectiva holística, el taburete educativo y que no es otra que la de proponer un sentido trascendente a los grandes interrogantes. Junto a la formación intelectual y humana, resulta vital cultivar la faceta espiritual del alumno, despertar en él un sentido último, mostrar las respuestas a las grandes preguntas que ofrece la religión. Sin afán catequético ni adoctrinador. Siempre me ha parecido tan impositivo obligar a estudiar Religión como prohibirla.

A este paso, no está lejos el momento en el que se haga realidad aquella provocación de Lennon cuando dijo que los Beatles eran más famosos que Jesucristo.

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Comentarios

  1. Jesús Asensi
    11 de marzo de 2020 09:21

    Así es, estamos llegando al final del trayecto de la asignatura de Religión. Pero vamos a cosechar lo que hemos sembrado. Hace quince años, cuando empecé a impartir esta asignatura en la escuela pública, el porcentaje total de matriculados era del 77%. Este pasado año, el 62%. No haría falta una nueva ley para suprimir la Religión, sería solo cuestión de tiempo. Lo único que va a hacer este Gobierno progresista es acelerar el proceso. ¿Y quién se va a quejar tomando las calles? ¿Las familias de los niños matriculados que han votado a los partidos que nos gobiernan o solo los profesores que nos vamos a quedar sin trabajo?