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Aplausos

Rafael Guijarro
Periodista
14 de abril de 2020
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Lo mejor del coronavirus son los aplausos a las 8 de la tarde. Ha tenido que venir una pandemia para darnos cuenta de que tenemos que vivir juntos y ayudarnos unos a otros porque sí, sin esperar otra retribución que el aplauso de los demás. La pandemia ha dado lugar a darnos cuenta de que la mayor parte de la gente es gente buena, cuando le dejan,cuando no vive apresado por las circunstancias del trabajo, de la familia, de los demás; cuando no compite por arramplar con todo lo que pueda como única actividad para su vida, aún a costa de fastidiar a los demás.

La solidaridad se desata cuando resulta más necesaria, cuando hay un peligro inminente que afecta a todos: ricos y pobres, listos y menos listos, arribistas y vagos por definición. Cuando mi peligro es igual que el tuyo: le puede pasar a cualquiera el verse infectado, sin distinción de razas, de lenguas, de territorios. Cuando presumir de lo mío o intentar imponerlo a los demás es una insensatez. Querer distinguirse y decir que soy el más rico, el más guapo o el más independiente, sólo lleva a que los demás se rían de ti, porque estamos todos en el mismo barco, aunque a veces no lo parezca. La pandemia nos une, nos iguala, nos identifica como seres necesitados de apoyo mutuo, de darlo y/o recibirlo según toque.

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