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Aprobado general o evaluación

José Mª de Moya
Director de Magisterio
22 de abril de 2020
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La doble solución para abordar el fin de curso refleja muy a las claras la doble perspectiva ideológica de la Educación. Como hemos dicho tantas veces, educamos como somos, como pensamos, como sentimos. Educar tiene mucho que ver con nuestro modo de entender la existencia. De ahí, la utopía de pretender un pacto educativo porque sería tanto como pretender pactar nuestra manera de entender el mundo, de ser, de pensar, de sentir. Cosa bien distinta es alcanzar un pacto de mínimos. Esto sí sería alcanzable con buena voluntad.

Pero volvamos al lío. En efecto, una vez más izquierda y derecha se han retratado ideológicamente en el modo de resolver este final de curso. El Ministerio dijo que lo normal deberá ser la promoción automática de los alumnos y la excepción, la repetición de curso. Esto, si no es un aprobado general, se le parece mucho. Celaá puso el acento en tres aspectos: primero, restar importancia a la tercera evaluación y dar por terminado el curso a efectos académicos; segundo, precisar que la tercera evaluación –de llevarse a cabo– sólo tendrá carácter diagnóstico y que la nota del curso resultará de la primera y segunda evaluación; y tercero, centrar su preocupación en aquellos pocos alumnos y/o profesores que no han podido (o no han querido, que de todo hay) continuar con las clases durante el confinamiento, olvidándose de la inmensa mayoría que se están dejando la piel con videoclases, videotutorías, claustros virtuales… ¿Verdad que todo esto suena, una vez más, a igualar por abajo?

Una vez más izquierda y derecha se han retratado ideológicamente en el modo de resolver este final de curso

Por el contrario, el Partido Popular propone que, con carácter general, la tercera evaluación sea tenida en cuenta, tenga valor académico y haga media con las otras dos. No hacerlo así, dicen, sería menospreciar el esfuerzo de la mayor parte del profesorado, por supuesto, pero también de los alumnos y sus familias. La derecha, en definitiva, dice lo contrario que el Gobierno: lo normal será la evaluación y lo excepcional, la promoción para aquellos pocos alumnos que realmente no han podido continuar. La izquierda tira de proteccionismo, la derecha, de meritocracia; la izquierda, de igualitarismo, la derecha, de pedagogía del esfuerzo… Así somos.

¿Cómo romper este peloteo ideológico sin fin? En mi opinión, no hay más receta que apostar por la libertad y la autonomía de cada centro y de cada profesor para que haga lo que considere más justo para sus chicos. En unos casos será evaluar con todas las de la ley y en otros promocionar y recuperar el curso próximo.

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