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El aprobado general y sus eufemismos

José Mª de Moya
Director de Magisterio
28 de abril de 2020
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El Ministerio de Educación ha pedido a las comunidades autónomas en la orden que regula el final de curso que flexibilicen «de forma excepcional» los criterios para pasar curso y que «no tengan en cuenta limitaciones que afecten» al número de suspensos para promocionar y para titular en 4º de la ESO (dos máximo sin que sean a la vez Matemáticas y Lengua) o Bachillerato (cero). También ha determinado que se primará la nota de las dos primeras evaluaciones, que se revisarán los currículos, actividades y programaciones del tercer trimestre, que tendrá “carácter diagnóstico y formativo”, que “la repetición será una medida excepcional” y que los que promocionen sin haber superado todas las asignaturas, seguirán programas de refuerzo. En cuanto a la titulación de 2º de Bachillerato, la norma indica que se “flexibilizarán los criterios” y se basarán en “la evolución” en el conjunto de materias y en la “madurez académica” de acuerdo a los objetivos, etc. etc.

En difícil acumular más eufemismos en una sola norma. El Ministerio anhela proclamar el aprobado general pero no se atreve a decirlo y se desliza por el desfiladero en medio de un sinfín de palabrería que significa una cosa y su contraria y que deja al profesorado que tiene que calificar con la cabeza caliente y los pies fríos. ¿Qué es eso de no tener en cuenta las limitaciones, el carácter diagnóstico y formativo, la evolución, la madurez académica…? Todo eso está estupendo para una ponencia de congresito superfantástico, pero ¿le apruebo con media de tres o le suspendo? ¿pasa con cuatro o no pasa…?

El Ministerio anhela proclamar el aprobado general pero no se atreve a decirlo y se desliza por el desfiladero en medio de un sinfín de palabrería que significa una cosa y su contraria

Personalmente considero un error educativo las rebajas, los regalos, las promociones automáticas, los aprobados generales… Son pan para hoy y hambre para mañana. No engañan a nadie y al que menos al alumno, en quien generan la misma frustración que produce el regalo inmerecido. Desincentiva a partes iguales a quien no merecía el aprobado como a quien lo merecía.
Personalmente, prefiero premiar que regalar, incentivar que rebajar, felicitar que adular, exigir que condonar, ayudar a quien lo necesita que hacerse el simpático con todos. Todos recordamos a ese maestro que supo exigirnos cuando podíamos dar más, animarnos cuando flaqueábamos, felicitarnos cuando nos lo merecíamos y reprobarnos cuando no, premiarnos cuando lo conseguíamos y no premiarnos cuando no… De ese otro profe coleguita empeñado en hacerse el simpático, que solo quiere dar aprobados generales para que le aplaudan, nadie se acuerda…. y casi mejor.

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