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El gallo de la ministra

Juan Francisco Martín del Castillo
Doctor en Historia y profesor de Filosofía
22 de abril de 2020
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Hay otra Graciosa, aparte de la nuestra. Sí, otra isla, de igual encanto, que lleva por nombre el mismo que la del Archipiélago chinijo. Y está aquí al lado, justo en el Atlántico que nos une y separa. En las Azores, cada ínsula tiene un atractivo que la identifica, y estas diferencias han dado lugar a un torrente de historias, en un fenómeno no tan alejado del que pueda darse en las Canarias. La primera, la más singular, la que disuelve de un plumazo el eterno anticiclón de las islas portuguesas, es la niebla constante de unos territorios poblados por animales sobrenaturales, seres mágicos y fantasmas de todo tipo. La riqueza de este imaginario colectivo salta de Pico a Terceira, de Santa María a San Miguel y de San Jorge a la Graciosa. Cada una de las peñas, en un arrebato de cuentos y consejas, da curso a la imaginación popular, viva manifestación de la tradición más arraigada. Una de esas historias es la titulada A furna da encantada (“El hogar encantado”), magnífica lección sobre lo que es un aviso y, por contra, el no hacer caso de él. Un gallo, vocero de la desgracia que pronto se avecinará, canta a deshora, alertando a los dueños de la casa de lo que está por acontecer. En el cuento de La Graciosa, la mujer atiende al mensaje del ave y pone en guardia a los moradores de la casa, pero no le hacen caso, creyendo que no son más que disparates. Cuando, por fin, la tierra empieza a temblar y surge “a caldeira” en el lugar que ocupaba el hogar de la familia ya es demasiado tarde y todos mueren.

Sin lugar a dudas, este confinamiento educativo será la tumba política de una dirigente sobrepasada por los acontecimientos

No podrá decir la ministra de Educación, la señora Celaá, que no ha recibido el oportuno aviso del gallo acerca de lo que iba a ocurrir con la enseñanza en este país. La caldeira que se está abriendo en España, con respecto a la fatal decisión de adoptar el aprobado general o como quiera llamarse a lo publicado en los medios, es de tal calibre que, en pocos días, a la vuelta de la esquina, en el mismo final de curso, explotará cual volcán en la cara de padres, alumnos y profesores. Y, cuando llegue la desgracia, en forma de caos administrativo e inseguridad jurídica, se verá a la mujer del cuento, a la ministra de un servicio tan importante y esencial para la sociedad, “encantada, para sempre, no lugar da sua antiga casa”. No hace falta traducir el original luso, porque, sin lugar a dudas, este confinamiento educativo será la tumba política de una dirigente sobrepasada por los acontecimientos. Pero, eso no es lo peor, sino el desamparo al que se ven sometidos los ciudadanos por parte de las autoridades, ya que esa casa a la que hace referencia la breve historia de La Graciosa es la casa de todos

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