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Margarita Marín: "Apasionar por el aprendizaje es fácil"

Guiar a los aprendices para descubrir el método científico y conseguir una mirada matemática es uno de sus retos. En los cuentos ha hallado una potente arma.
Saray MarquésMartes, 21 de abril de 2020
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Margarita Marín Rodríguez, en la caseta de Narcea en la última edición de la Feria del Libro de Madrid.

Esta primavera será la primera de las últimas tres que Margarita Marín no acuda a firmar ejemplares en la Feria del Libro de Madrid (trasladada a octubre por la pandemia del Covid-19). El año pasado lo hizo de la mano de la editorial Narcea, con Enseñar y aprender Matemáticas con cuentos (2019). Dedicado a docentes y alumnos de 4º de Primaria a 1º de ESO es una suerte de continuación de Cuentos para enseñar y aprender Matemáticas en Educación Infantil (Narcea, 2013). En él, recién jubilada como profesora de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Castilla La Mancha, volcaba un conocimiento de 36 años en la docencia de matemáticas, también en preuniversitaria –ejerció, por ejemplo, 11 años en el colegio Santa María del Pilar de Madrid–, y una pasión que destila al hablar de matemáticas y de Educación.

Convertidos en profesores en tiempos de confinamiento, ¿cómo pueden los padres lograr aprendizajes significativos?
—Los profesores son especialistas en Educación y tienen una preparación de años. Los padres pueden intentar colaborar a su nivel, en este momento y en cualquier otro, con un poco de interés y preparación.
Sobre todo, les rogaría que reflexionen con sus hijos. Les propongo la lectura del primer capítulo, titulado Así se hace un científico, del libro biográfico sobre Richard Feynman ¿Qué te importa lo que piensen los demás? (Alianza). Un padre sin gran nivel académico ayuda a su hijo a reflexionar sobre el mundo que le rodea, a preguntarse el porqué –¿por qué los pájaros se picotean las plumas?–, a emitir hipótesis –porque les pican, porque se despeinan al volar…– y luego a comprobarlas en la realidad –¿es así con todos los pájaros?–. Es el método científico en estado puro. El padre de Feynman no sabía que estaba preparando a su hijo para científico, Nobel en Física, pero sabía que la reflexión era imprescindible.

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Sobre todo, les rogaría a los padres que reflexionen con sus hijos

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¿Cómo se puede trabajar la conciencia de que las matemáticas están en todas partes?
—Con tiempo, paciencia y preparación por nuestra parte. Si los adultos que rodean al niño solo ven matemáticas en los libros de texto o en los cuadernos de trabajo de los chiquillos, malamente vamos a ayudarles a mirar el mundo con ojos matemáticos, a valorar las matemáticas para comprender y describir el mundo. Nosotros debemos realizar las conexiones matemáticas para que les sirvan de ejemplo y estímulo. El desayuno, por ejemplo, es un buen momento para reconocer cuerpos y figuras geométricas estudiadas en el aula. En la vida cotidiana solemos llamar caja o paquete a lo que el libro llama prismas, e igual con los tarros, botes y los cilindros. Y qué decir de los deportes o el arte. En ellos hay cantidades, posiciones o formas.

¿Es un error creer que unas personas valen para las matemáticas y otras no?
—Considero que todos nacemos con una inteligencia o inteligencias, y que
nuestro entorno nos ayuda a desarrollarlas. Para mí lo importante es saber pensar, razonar, a nivel global. Y sí he comprobado a lo largo de mis años de docencia que unas personas están más dotadas que otras para según qué actividad o disciplina. Pero todos somos capaces de pensar matemáticamente en los niveles escolares, siempre que se nos estimule adecuadamente. Dicho esto, hay un hecho constatado por todos los aprendices, sea cual sea nuestra edad, y es que aprender exige tesón, constancia y esfuerzo. Tres actos volitivos que parecen olvidados. Todo el mundo en las aulas entiende que para ganar un campeonato de baloncesto, o de cualquier deporte, hay que entrenar y entrenar. Sin embargo, estos alumnos no comprenden que el mismo entrenamiento, es decir, dedicación personal y mucho tiempo, exige el aprendizaje de cualquier materia, sobre todo las matemáticas.

 

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Hay un hecho constatado por todos los aprendices, sea cual sea nuestra edad, y es que aprender exige tesón, constancia y esfuerzo

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Matemáticas y cuentos, ¿no es una extraña pareja?
— En primer lugar, creo que los cuentos son una maravillosa forma de divulgar los conceptos matemáticos, arropados por un texto y presentados en un contexto y con una razón de ser, lo que facilita su comprensión independientemente de la edad. En segundo lugar, mi experiencia me ha demostrado que los cuentos son una herramienta didáctica muy potente para motivar a los alumnos y atraerles hacia nuestra asignatura, una herramienta muy versátil que lo mismo nos sirve para presentar un tema, profundizar en él o repasarlo. En tercer lugar, los lectores pueden aprender a matematizar, reflexionando como lo hacen los personajes en el cuento. Por último, facilita aprender en sus dimensiones racional, afectiva, social y cultural. Por todo ello considero que el cuento es un alimento intelectual por excelencia.

Pensados para docentes, ¿pueden ser sus libros un buen recurso ahora para los padres?
—Sí, pero teniendo claro que los recursos son los medios a través de los cuales se consigue un aprendizaje. Recomiendo que después de la narración o lectura se realice un pequeño debate sobre lo leído para averiguar su comprensión y terminar extrayendo los conceptos matemáticos que contiene el texto hasta donde ese adulto llegue. La clave está en la reflexión sobre lo leído. El cuento prepara el camino, facilita la comprensión del o de los conceptos, y después el alumno de nueve años en adelante debe estudiar, acto personal que le exige tesón, constancia y esfuerzo.

Antes de esta edad, de que el niño empiece a estudiar, ¿qué debemos tener en cuenta?
—Por supuesto, es necesario despertar en los niños la pasión por aprender, fomentando la curiosidad innata de la infancia, y después o al tiempo la pasión por las matemáticas que, a estas edades tempranas, valoran sobre todo por su utilidad. Apasionar a los pequeños por el aprendizaje es fácil. Todos los adultos hemos sufrido en mayor o menor medida la etapa del “por qué” de la infancia. Exige mucha paciencia y alguna preparación para responderles. Fruto de la observación del mundo que les rodea, quieren entenderlo, conocerlo, dominarlo, y preguntan, experimentan por su cuenta. Es una etapa maravillosa para ayudar a nuestros pequeños a convertirse en curiosos intelectuales de por vida y apasionarse por los conocimientos matemáticos que les ayudan a explicar el entorno y empezar a “verlos” en la vida cotidiana. En el primer libro editado por Narcea los pequeños oyentes descubrirán el potencial matemático para describir su mundo inmediato: el valor de los números para contar, identificar, señalar, o el valor de las medidas.

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La infancia es una etapa maravillosa para convertirse en curioso intelectual de por vida

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Para usted es muy importante el material manipulativo.
—Yo siempre he recomendado materiales manipulativos seguidos de materiales informáticos. No al revés. La razón, como bien decía María Montessori, es que la inteligencia de los niños está en las manos.
Ahora bien, al trabajar con el material manipulativo debemos ser conscientes de que es un medio para lograr un aprendizaje. Los materiales manipulativos, por sí solos, no son garantía de aprendizaje, este se consigue con la gestión realizada con ellos. Es necesario retar al aprendiz mediante buenas preguntas para despertar su curiosidad e interés por investigar con los materiales y conseguir con ellos visualizar de manera concreta ideas matemáticas abstractas.
Pensemos en un tangram, puzle lógico muy apropiado para trabajar en Primaria. Podemos empezar a trabajar con él simplemente haciendo las figuras que a todos nos son familiares y cuyas plantillas vienen en todas las cajas del juego. O podemos hacer esas figuras utilizando el vocabulario matemático adecuado: describir geométricamente las siete figuras que lo componen, ver la relación entre sus tamaños, el perímetro de las figuras, utilizar las acciones correctas como son girar, voltear, trasladar, deslizar, etc.

¿Qué otros recursos son interesantes?
—En cualquier nivel lo primero es conseguir la comprensión conceptual, después la adquisición del contenido y su utilización. La pregunta clave es: ¿cómo se consigue esa comprensión?, ¿cómo consigo que mis alumnos exclamen ese «¡Ah!, claro, ya entiendo»? En mis clases yo la he respondido utilizando en la enseñanza de las matemáticas variedad de recursos como el material manipulativo, los literarios, los informáticos, los audiovisuales sin olvidar nunca los humildes lápiz y papel, tan importantes en la vida estudiantil. Como docente, es importante la pluralidad de recursos para llegar al mayor número posible de tus alumnos.
Si algo he odiado son las fichas. Los niños no aprenden con fichas, tan extendidas en Educación Infantil. Pero insisto en que para trabajar con un recurso, aunque sea una mísera hoja de periódico con la que vamos a hacer tiritas de papel para que el niño aprenda a contar, debemos pensar en el para qué. No se trata de contar por contar. No se trata de “Qué bonito lo del cuento. Y ahora, abrimos el libro por la página…”.

Pero para ese ¡Ah, claro, ya entiendo! el alumno debe estar predispuesto, ¿no?
—Claro, es necesario motivar el aprendizaje usando un contexto significativo para facilitar la comprensión. Los ejemplos de la vida real para explicar las matemáticas funcionan siempre, desde Infantil a Bachillerato. Yo logré que mis alumnos de 3º de BUP se interesaran por las hipérbolas hablándoles de sistemas de navegación como Loran (antecedente del GPS) y haciéndoles preguntarse cómo podía saber un avión cómo llegar a su destino. En este sentido, tienen un enorme valor los cuadernos de clase de Pedro Puig Adam, catedrático de matemáticas en el instituto San Isidro de Madrid. Yo siempre he intentado por tierra, mar y aire sacar las matemáticas de las aulas, que los alumnos no las vean solo en sus cuadernos y en la pizarra sino en su vida diaria.

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Yo siempre he intentado por tierra, mar y aire sacar las matemáticas de las aulas

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El porqué de los cuentos

1995: Descubre el potencial pedagógico del cuento tras leer Fantasía e imaginación: su poder en la enseñanza, de Kieran Egan (Morata). Llegó a él por casualidad y le fascinó. Empieza a trabajar con este recurso en las aulas universitarias y de Infantil.

2005: Proyecto Kovalevskaya. Homenaje a la primera doctora de Matemáticas in absentis, que terminó sus días escribiendo. Desarrollan la competencia matemática con textos literarios en 5º y 6º de Primaria. II Premio Nacional de Innovación Educativa.

2013: Cuentos para enseñar y aprender Matemáticas en Educación Infantil (Narcea). Su primer libro sobre el uso del cuento como recurso para trabajar la competencia matemática, con una completa guía didáctica.

2016: Relatemáticos (Verbum). Con dos entregas (Cuentos para disfrutar con la geometría y Cuentos para disfrutar con la aritmética y la estadística), van dirigidos directamente al lector autónomo de 9 a 12 años.

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